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Soldados españoles durante la Guerra del Rif

Todos a la guerra: cuando la aristocracia española combatió en la guerra de Melilla de 1909

Que los hijos de las clases acomodadas se libraran del servicio militar a cambio de dinero, provocó una serie de protestas y manifestaciones

Cuando el 9 de julio de 1909, un grupo armado de rifeños disparó contra obreros españoles que se encontraban construyendo un puente sobre el barranco de Beni Ensar, cercano a Melilla, comenzó un conflicto que –si en principio pareció una operación de Policía– se convirtió en una campaña militar de varios meses. El Gobierno cometió el error de llamar a filas a reservistas que ya tenían familia y trabajo, lo que unido a la sensación de que los hijos de las clases acomodadas se libraban del servicio militar a cambio de dinero, provocó una serie de protestas y manifestaciones. En este ambiente, estalló la llamada «semana trágica de Barcelona» (26 a 31 de julio), controlada finalmente por las autoridades.

Barcelona se convirtió en La ciudad quemada durante la Semana Trágica

Tal vez como consecuencia de este hecho, algunos periódicos y revistas comenzaron a publicar noticias sobre la incorporación de miembros de la nobleza al Ejército que luchaba en África, demostrando que también participaban en el esfuerzo nacional. De esta manera, el 19 de agosto, Nuevo Mundo anunció que «del entusiasmo que a toda España domina por el triunfo de nuestras armas en el Rif no podía menos de participar la aristocracia española porque hubiera negado sus propias ejecutorias, que conquistaron sus antepasados en el campo de batalla». Por otra parte, no hay que olvidar que buena parte de la oficialidad de la época pertenecía a familias de la nobleza, especialmente en el arma de caballería.

Alguno de los nobles que participaron en la guerra de Melilla de 1909Antonio Manuel Moral Roncal

Los condes de Barberana, Luis Ramos Izquierdo y el marqués de Portago organizaron una unidad táctica formada por caballeros de las Órdenes Militares, con la idea de que, cuando finalizara el conflicto, permaneciera como cuerpo regular. El coronel Francisco Arderius intentó reclutar una guerrilla de 750 plazas, llamada Voluntarios de la Reina Victoria, a semejanza de los Rough Riders, cuerpo norteamericano conocido por los españoles en la guerra de 1898. El duque de Zaragoza fue cabo en el regimiento del Rey, actuando de maquinista de tren, en algunas ocasiones, como era su vocación; el duque de San Lorenzo fue destinado al batallón de cazadores de Barbastro.

También fueron voluntarios al frente, entre otros, el marqués de Vallecerrato –grande de España–; los hijos de los condes de Berberana y Albarfañez; el duque de Medina de Rioseco; el aragonés conde de Santa Cruz de los Manueles; Jaime Quiroga, hijo de la condesa de Pardo Bazán; el conde de Montijo y el vizconde de Espés.

Alguno de los nobles que participaron en la guerra de Melilla de 1909Antonio Manuel Moral Roncal

Se incorporaron a sus regimientos de húsares de caballería don Felipe y don Reniero de Borbón, príncipes de las Dos Sicilias, sobrinos de la infanta Isabel. También acudieron al frente africano sus hermanos el príncipe don Jenaro, guardiamarina, y el infante don Carlos, cuñado de Alfonso XIII. Mientras, en el crucero guardacostas Numancia prestó sus servicios como voluntario el duque de Montpensier. Un primo del monarca, el infante don Alfonso de Orleáns, recién graduado en la Academia Militar de Toledo el 12 de julio, solicitó su incorporación a las fuerzas de Melilla. Sin embargo, al contraer matrimonio con Beatriz de Sajonia-Coburgo, tres días después, sin permiso del Gobierno ni de su familia, se le denegó su incorporación. Don Alfonso insistió en las semanas siguientes en su deseo de combatir, pero fue en vano.

Alguno de los nobles que participaron en la guerra de Melilla de 1909Antonio Manuel Moral Roncal

Mujeres de familias nobles, por su parte, participaron en la organización de entidades de asistencia benéfica a familias de soldados heridos o muertos en combate y también recaudaron dinero, comida, tabaco y ropa para enviar al frente. Se organizaron comités femeninos en toda España para impulsar la asistencia sanitaria en ciudades portuarias donde eran trasladados los convalecientes del frente. En este sentido, los condes de Aldama –al igual que otras personas– cedieron su residencia en Bonanza para que se convirtiera en un centro hospitalario.

Por otra parte, el gabinete conservador de Antonio Maura tuvo la habilidad de suspender la redención en dinero de los soldados, que tanto malestar había provocado entre las familias con menos medios económicos. Esta medida fue apoyada por el Rey Alfonso XIII, puesto que anteriormente había manifestado el propósito de que así sucediera. Y consecuencia también de esta experiencia fue la reforma militar del general Agustín Luque de 1912, aunque en su artículo 267 creaba el «soldado de cuota» por el cual, si abonaba mil pesetas, equipo y manutención, permanecería sólo diez meses de servicio en el cuerpo que podía elegir. Sólo tras el Desastre de Annual de 1921, el vizconde de Eza (ministro de la Guerra) suprimió estos derechos, por lo que «los cuota» tuvieron que servir en la campaña de reconquista del Protectorado.