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Axataf entregándole las llaves de Sevilla a Fernando III. Pintura de Francisco Pacheco, siglo xvii

Charino, el almirante poeta que se convirtió en el héroe de la reconquista de Sevilla

La conquista de Sevilla fue una pieza fundamental de la reconquista y uno de los principales y menos conocidos protagonistas de aquella importante hazaña fue el noble gallego Payo Gómez Charino

Como es bien sabido Fernando III el Santo fue el monarca castellanoleonés que conquistó la ciudad de Sevilla, una de las piezas fundamentales en el tablero de la reconquista. Sin embargo, uno de los principales y menos conocidos protagonistas de aquella importante hazaña fue el noble gallego Payo Gómez Charino.

¿Por qué era Sevilla una pieza tan codiciada? Como la Kathusa de los hititas, la Babilonia de Nabucodonosor o la Alejandría de los Ptolomeos, que vivieron efímeros sueños de esplendor, la Sevilla del siglo XIII era una de las más cosmopolitas ciudades del planeta. Habitada por medio millón de personas era el principal baluarte de la España musulmana. La mejor descripción de la ciudad del Guadalquivir en esa época es de Victoria Armesto: «La gran ciudad de Al-Andalus, sucesora de la decadente Córdoba. Es una ciudad rica y sofisticada. Si en Sevilla se pidiese leche de pájaro se encontraría».

La conquista de Sevilla

La conquista de Sevilla fue una operación naval y terrestre. No se podía tomar la ciudad si antes no se controlaba el río. La armada castellana estaba compuesta por 13 naves vascas que aportó el almirante Bonifaz, las 27 que aportó el pontevedrés Charino, más otras 17 de los puertos de Bayona, Noya y La Coruña. Existe cierto consenso histórico en adjudicar la dirección de la armada a Bonifaz, considerado el primer Almirante de Castilla, pero dada la abrumadora mayoría de navíos gallegos, incluyendo los aportados por el propio Charino, parece claro que su peso en la flota fue fundamental.

Retrato de Payo Gómez Charino

La singladura no resulta un paseo de rosas. Los cristianos deben enfrentarse a una primera armada musulmana de 30 navíos provenientes de Tánger y Ceuta –batalla naval en la que resultan vencedores, pero no será la única–. El puerto fluvial de Sevilla estaba protegido por Abu-Rabi al frente de 20 naves. Esta segunda batalla naval resulta encarnizada. Al final la mayoría numérica y la mejor estrategia de los de Bonifaz y Charino vuelven a inclinar la balanza a favor de los cristianos. Seis naves enemigas resultaron hundidas y el jefe de la armada musulmana consiguió huir, en el último momento, dejando desprotegido el puerto. La parte marítimo-fluvial de la operación estaba prácticamente concluida, aunque aún debían destruir un puente de barcas, unidas con gruesas cadenas y situado al norte de la torre del Oro, que permitía el abastecimiento de la sitiada ciudad.

De nuevo Bonifaz y Charino tendrán especial protagonismo en este episodio. Para algunos historiadores será Payo quien lance su nave contra el puente rompiéndolo, otros se inclinan por Bonifaz y un tercer grupo, con Cotarelo a la cabeza, reparten la gloria: «No rompió Charino el puente, pero lo quebrantó de manera que la otra nave que le seguía capitaneada por Bonifaz… se pasó clara a la otra parte». La gesta no quedaría ahí ya que fue «el primero en escalar las murallas y el ganador de la calle llamada de Gallegos». Estas hazañas fueron recogidas en la inscripción de su sepulcro en la pontevedresa iglesia de San Francisco: «Aquí yace el muy noble caballero / Payo Gomez Chariño el primer señor / de Rianjo, que ganó a Sevilla siendo / de moros, y los privilegios de / esta villa: año de 1304».

Sarcófago de Payo Gómez Charino en la iglesia de San FranciscoWikimedia Commons

Charino no es solamente un hombre de armas, sino que también ha pasado a la historia como un insigne poeta

González Zúñiga recuerda que en las vísperas de la procesión del corpus en Pontevedra se representaba, mediante un navío montado sobre cuatro ruedas, la hazaña de Charino y que los marinos de Pontevedra no pagaban derechos de anclaje en Sevilla y viceversa. En las afueras de la ciudad existía una torre do ouro, hoy desaparecida. Y en los márgenes del río Lérez se mantiene un lugar llamado «campo de Tablada». Vestigios, todos ellos, de la gesta del pontevedrés.

Pluma y espada

Pero Charino no es solamente un hombre de armas, sino que también ha pasado a la historia como un insigne poeta. Se le conocen 28 composiciones entre cantigas de amor y cantigas de amigo siendo uno de los primeros en introducir una temática marinera en los poemas. Curiosamente no existe mucha información sobre su relación con el sucesor del Rey Fernando, Alfonso X el Sabio, quien escribió en gallego, el lenguaje considerado culto de la época, las cantigas de Santa María. ¿Celos entre intelectuales? Quién sabe. Hay quien designa al Rey Alfonso como la principal victima de las cantigas de escarnio. En cualquier caso, es la época en la que se casa con una de las jóvenes más deseadas de la nobleza gallega, María Giráldez Maldonado, y que dedica más tiempo a su producción literaria.

Con la muerte de Alfonso X y la llegada al trono del Rey Sancho IV, Payo regresa a la corte y al favor real. Llegará a ser almirante de Castilla y adelantado mayor de Galicia. Se verá envuelto en numerosas aventuras, deberá sofocar revueltas y enfrentarse a conjuras como la que le costó la vida. Pero, como suelo decir, esa es ya otra historia.