Un símbolo de la resistencia ibérica al invasor: Viriato y la mítica ciudad de Arsa
Traicionados por los romanos, el jefe lusitano lideró la resistencia contra el Imperio romano y defendió de forma aguerrida la península ibérica
No hay dudas de que la figura histórica de Viriato existió y que vivió en la península ibérica en el siglo II a.C. Era un líder lusitano que se enfrentó a los romanos en el suroeste de la península ibérica. Hay mucho de mito en su figura y grandes lagunas de conocimiento en torno a su vida y acciones. Aunque hay fuentes romanas que hablan de él, pueden ser solo referencias tomadas por historiadores que nunca vivieron los hechos o que ni siquiera eran contemporáneos. De Tito Livio viene su condición de pastor obligado a ser guerrero. La fuente principal para el estudio de Viriato es la Historia romana de Apiano de Alejandría, que es muy posterior a Viriato, pero que bebió en dos contemporáneos del jefe lusitano: Posidonio de Apamea y Polibio.
La resistencia peninsular
El caso es que se enfrentó a las legiones romanas de Hispania por todo el oeste peninsular, que trataban de hacerse con el grano y los minerales necesarios para su conquista y para la vida de Roma. En su lucha constante y dado su carácter de líder y algunas victorias importantes, Viriato extendió mucho su campo de actuación y llegó a mandar una alianza importante de tribus ibéricas. Amplió su actuación hacia el este, llegando a la Bastetania (hoy Murcia).
Alrededor del 150 a. C. los lusitanos habían sido traicionados por los romanos con los que había firmado un tratado de paz. Acudieron a pedir justicia ante Galba, el cual los amparó en un primer momento, pero los dividió con la promesa de repartirles tierras y, debilitados, fueron atacados y diezmados. Viriato, con los supervivientes, huyó hacia el oeste. Se enfrentó a los romanos en Urso (Osuna), derrotando y matando al pretor Cayo Vetilio. En el 146 a. C. consiguió nuevas victorias contra el pretor Plaucio.
Las correrías de Viriato llegaron muy lejos de su tierra natal. Andaba batallando por lugares que hoy son las provincias de Jaén y Granada, cosechando algunas victorias más cuando Roma envió al cónsul Quinto Fabio Máximo Serviliano a combatir contra el jefe lusitano con un número mayor de tropas que provocó que Viriato comenzase una retirada táctica hacia Lusitania, llegando a la tierra de los túrdulos (el sureste de la provincia de Badajoz y norte de la de Sevilla). Allí estaba situada la ciudad de Arsa, sitiada por Serviliano.
Viriato entró de noche en la ciudad con su ejército, en una estratagema que engañó al romano y lo derrotó en la mañana siguiente, saliendo de la ciudad sitiada para sorpresa de los legionarios. Más tarde firmó la paz, contra todo pronóstico, pues tenía acorraladas a las tropas de Serviliano, y se mantuvo en la zona pacíficamente. El foedus (pacto) con los lusitanos fue considerado una cesión vergonzosa ante Viriato, lo que provocó que Serviliano fuera sustituido por su hermano Quinto Servilio Cepión, que llevaba permiso del Senado para reanudar la guerra. Las cosas se le ponían adversas, se dio cuenta de que el sitio romano de Arsa iba a acabar con los habitantes y su fuerza. Entonces ideó una retirada o evacuación.
¿Dónde estaba Arsa?
La ciudad de Arsa ha quedado en la oscura memoria de los lugares míticos. Estaba en alguna parte de la campiña sur de Badajoz, zona rica en cereales que buscaban los romanos y defendían los túrdulos. Tal vez Viriato soñaba con establecerse allí con su gente y abandonar la vida guerrera. No se sabe dónde estuvo situada esta población. Se discute sobre las proximidades de Zalamea de la Serena, aunque nuevos descubrimientos hacen pensar en otra parte entre Llerena, Berlanga e Higuera de Llerena.
Estos hallazgos arqueológicos sitúan la mítica ciudad en un recinto fortificado a unos siete kilómetros de Llerena, rodeando unas quinientas hectáreas en torno al cerro de Reina y con un perímetro de casi diez kilómetros. Siguiendo lo publicado por José Iñesta Mena en el Boletín de la Real Academia de la Historia, viendo el yacimiento de El Pedrosillo que es el mejor conocido, aunque es solo uno de los que se construyeron y descrito después de las excavaciones dirigidas por el profesor Ángel Morillo Cerdán, se puede colegir que era un conjunto de obras militares que trataban de impedir una nueva huida de Viriato, seguramente refugiado en el cerro. Las excavaciones han puesto de relieve la importancia histórica de los restos y su cronología.
Esto sugiere dos hipótesis: la primera, que el cerro fuera el lugar al que Viriato huyó tras dejar Arsa. Una importante elevación sobre la llanura enorme, una falla tectónica que rompe el terreno y que facilitó al caudillo la huida por la sierra burlando, la imponente obra de asedio romano. Huida, con Cepión pisándole los talones, que terminaría en Carpetania, donde volvió a enfrentarse a los romanos en campo abierto. Y la segunda, que la ciudad de Arsa, conocida por las fuentes romanas, pero que nunca se llegó a ubicar exactamente a pesar del orgullo local de algunos de los que la sitúan en determinadas poblaciones pacenses, quizás estuviera muy próxima a estas fortificaciones.