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Los soldados soviéticos marchan hacia Polonia

De cómo se ha ignorado los crímenes de guerra de la Rusia de Stalin

Stalin también persiguió judíos entre 1947-51, tuvo sus campos de concentración o Gulags. Hizo asesinar en masa, en las matanzas de Carintia y en las fronteras balcánicas, pero Occidente decidió mirar hacia otro lado

El 17 de setiembre de 1939 los ejércitos soviéticos invadieron la parte oriental de Polonia, unas dos quintas partes del territorio polaco pasaron a ser sovietizadas, tras la invasión germano-eslovaca de Polonia el 1 de setiembre, en cumplimiento del pacto Molotov-Ribentropp o germano-soviético de agosto de 1939. Una extraña alianza, según Luis Carrero Blanco que calificó de El pacto con el diablo en la obra homónima de Sebastian Hafter (2000), necesariamente temporal para que Hitler tuviese las manos libres en el Oeste y ganar tiempo para evitar una posible agresión soviética en el Este, con lo que no reparó para que el zar rojo tuviese cierta libertad de acción, que naturalmente aprovechó. Una caricatura muestra a Stalin vestida de novia, del brazo de Hitler, muy acaramelados.

¿Por qué ni Francia ni Gran Bretaña movieron un dedo por esa Polonia mártir de la que hablaron?

Las democracias occidentales que declararon la guerra a Berlín, no iban a hacer absolutamente nada frente a la invasión de la Polonia oriental por los soviéticos. El acto de la firma sorprendió a los más cándidos de ambos bandos, los pro-germanos y los pro-soviéticos, casi un escándalo ¿Por qué ni Francia ni Gran Bretaña movieron un dedo por esa Polonia mártir de la que hablaron? ¿Creyeron que evitando la declaración de guerra iban a evitar la generalización de un conflicto que se iba a desarrollar sí o sí, dado que una guerra contra la Gran Bretaña era una guerra mundial y lo era desde 1701 por lo menos? ¿No habían tenido ese mismo sentimiento de cobardía en el caso de una Checoslovaquia desmembrada no en la gestión de los Sudetes fallida en Múnich en setiembre de 1938? (Caquet, P.E Campanadas de traición (2022)). La orden de Hitler del 14 de marzo de 1939 de ocupar el resto de Moravia y Bohemia mostraba los auténticos deseos del führer, procurando un Imperio germánico por la sangre.

Pero, ¿No era tan agresora la Rusia de Stalin que no solo había ocupado su parte polaca, sino también las Repúblicas Bálticas, Moldavia, Bucovina y presionaba sobre Finlandia para apoderarse igualmente de las islas bálticas, adelantar su frontera en el estrecho de Carelia y otros puntos que aseguraran Leningrado al Norte? Occidente, es decir, las democráticas Francia y Gran Bretaña dejaron llevar a cabo estas anexiones, sin rechistar. Solo la llamada Guerra de Invierno ruso-finlandesa de 1939-40 invocó la libertad de Finlandia. Se habló en varios países de llevar voluntarios, que sí, llegaron, pero no todos los que se podría pensar que hubiesen podido ir. Si bien nunca se acordó una intervención oficial y menos aún una declaración conjunta contra la Rusia agresora. En la Historia Contemporánea solo quedaría el fascismo alemán, mal calificado así y la Alemania de Hitler como responsable, nunca Stalin.

Estas reflexiones surgen a raíz de la actual culpabilidad de Rusia en su invasión de Ucrania. Finlandia pudiera haberse convertido en el gran baluarte contra la Rusia agresora, nadie quiso involucrarse, claramente. Luego, a pesar del descubrimiento de las fosas de Katyn con sus 22.000 cadáveres de oficiales y suboficiales polacos, para desarticular en generaciones un ejército nacional polaco, beneficiando a Stalin, fue una cuestión que quisieron atribuirse a alguna orden de Hitler, aunque quedase confirmado que era obra de la NKVD y de Stalin. Hoy se comenta. «Ah, sí bueno…. ¿Qué pena no?» en ese tono progre tan vacío como repugnante y desde luego condescendiente de la izquierda y del liberalismo burgueses, a los que la historia les importa un pimiento. Pero siguen abominando contra el nazismo y por extensión el fascismo, como responsables de los genocidios más frenéticos de la historia de la humanidad. Otros dirán «pero si ocurrió hace 73 años», «yo no había nacido todavía» dirán algunos. Sí, es probable, pero uno, aunque quisiera ser ajeno a la historia y sus desgracias, al final queda atrapado al pertenecer a ella.

Fosa común con cadáveres de víctimas de la masacre de Katyn

Uno, aunque quisiera ser ajeno a la historia y sus desgracias, al final queda atrapado al pertenecer a ella

No es nuestra conciencia solo sino la que nos compete como europeos o demócratas. ¿O lo somos, solo para quedar bien? En esta historia sectaria, la UE ha llevado a cabo desde el Parlamento, una recomendación, la 1481 contra el comunismo, y, sin embargo, tenemos partidos comunistas, todos los que queramos. ¿Quién los paga, quien los vota? Porque están ahí, a pesar de la caída la Unión soviética y el comunismo oficiales entre 1989-1992. Si lo que ocurrió hace 70, 80 o cien años queda enterrado en el tiempo, sobre todo lo que hizo Stalin en Ucrania, como bien explica Anne Applenbaum en La Hambruna roja (2020). ¿Por qué no se olvida lo que hizo Hitler? En Ucrania, Polonia, Lituania, Letonia y Estonia surgieron miles de antisemitas, pero también anticomunistas. A unos se les adjudica el asesinato y atrocidades varias contra los judíos, pero nadie se acuerda de esa Operación Impensable por la que «en la primavera de 1945, mientras proseguía la guerra contra el Reich, Winston Churchill mandó al mariscal Montgomery que 'guardase las armas tomadas a los alemanes por si era necesario usarlas contra los soviéticos con ayuda alemana'. Al propio tiempo encargó que se preparasen los primeros planes para un ataque contra la Unión Soviética. Los autores del proyecto, que llevaba el nombre de 'Operación Impensable', presentaron sus planes el 22 de mayo de 1945, apenas dos semanas después de la rendición del Reich. La 'Operación Impensable', que pudo haber significado el inicio de la tercera guerra mundial, fue abandonada, y durante muchos años se ocultó cuidadosamente todo lo que se refería a ella».

Según expone Jonathan Walker en Operación impensable (2020) al mismo tiempo el Premier británico entregaba 900.000 rusos blancos y cosacos en la frontera de Yugoslavia y que Stalin hizo asesinar en masa, en las matanzas de Carintia y en las fronteras balcánicas.

Ahora se reducen las cifras 60.000, 40.000… ¿Hipocresía democrática anglosajona? Stalin también persiguió judíos entre 1947-51, tuvo sus campos de concentración o Gulags como denunció Solzjenitsyn en su trilogía Archipiélago gulag (3 vol. 2020). Pero tales hechos nunca cuentan del todo, sino para los millones de opositores, la Iglesia, ex camaradas incluidos ex compañeros de partidos. Kruschev, Bresnehv y otros supieron ocultar, silenciar lo que no había dejado de existir. ¿Y el resto de los comunistas europeos? Hicieron que no fueran creíbles las sospechas, a muchos les parecía bien incluso la abolición de la libertad de culto, de expresión, de pensamiento, de divulgación.

Otros miraban hacia otro lado, con inventos revisionistas, el eurocomunismo y otras disquisiciones. Los católicos creen redimirlos, como han hecho con algunos terroristas. Pero salvo algún logro aislado, resulta falso, salvo que sea por dinero. El tema de la redención del izquierdista es como la creencia en el capitalismo liberal. Es decir, la idea de qué, en el futuro, la riqueza sea repartida, no sabemos cuándo. Pero, no combatirlos es fruto de esa sociedad acomodaticia, burguesa, que no quiere problemas, se es condescendiente, forzadamente por relajación. Existe un respaldo oficial europeo, ¿Por qué no se llega al final con ellos? Pero, claro, ¿cuál es ese final? En los ochenta había una tesis que decía que el liberalismo capitalista utilizó al fascismo para acabar con el comunismo, que el fascismo alcanzó los niveles políticos de audiencia gracias a la aceptación de los burgueses. Hoy esto es discutible. El fascismo es antiburgués y anticapitalista, por eso es perseguido, de ahí el pacto por cobijar al comunismo, de pactar y perseguir lo que todavía creen que es un enemigo común. La nacionalización de la banca, de las empresas es claramente antiliberal, aunque lo hiciera De Gaulle en Francia. ¿Tendrán miedo de perder su chalet, sus piscinas, sus comodidades, sus negocios estos puercos burgueses? ¿Serían comunistas antes que ser neo-fascistas, patriotas y sociales?

Porque todos estos temas o contenidos les hacen rechinar los dientes. Tenía razón Lenin cuando hablaba de ellos. Él los entendía, él era otro, como también lo fueron Marx y Engels. ¿Acaso ser patriota no es algo denunciable hoy? ¿En qué hay que creer? ¿Por qué hay que ser condescendientes con un enemigo implacable, que siempre estará ahí?