Fundado en 1910

Margaritas Carlistas desfilando en la San Sebastián liberada@CucalaMir

Las mujeres y la guerra civil española: el papel de las 'margaritas' carlistas en la Segunda República

Su misión educativa fue reconocida como el deber más importante de las margaritas, ya que uno de los campos de batalla más importantes entre el comunismo y la civilización cristiana era la escuela

A partir de 1931, los carlistas relanzaron sus agrupaciones femeninas, las margaritas, convirtiéndolas de asociaciones católicas caritativas en secciones políticas. Ante el avance de la izquierda –y en la confianza de recabar la casi totalidad de sus votos– algunos dirigentes decidieron convertir a la mujer en protagonista destacada.

No sólo las circunstancias exteriores favorecieron el papel de las tradicionalistas –como la concesión del voto a la mujer– sino que surgió un importante número de mujeres católicas que se distinguieron como propagandistas, beneficiando el crecimiento del carlismo. Entre ellas, destacaron Mercedes Quintanilla, Carmen Villanueva, Clinia Cabañas, las hermanas Baleztena y Rosa Urraca. El líder carlista Manuel Fal Conde fomentó especialmente la participación de las margaritas al encargarlas de la captación de mujeres católicas, pero también de su formación como féminas tradicionalistas, por lo que debían ser monárquicas y fervientes propagandistas. Sus actividades debían ayudar a evitar los recelos por parte de la Santa Sede, siempre recelosa de aquello que sonara a integrismo. Más allá del oportunismo electoral de un primer momento, la mujer llegó a ser presentada como la única capaz de salvar la patria amenazada y la religión perseguida.

13 de enero de 1936, los líderes carlistas Olazábal, Gaitán de Ayala, Urraca Pastor y otros en Sestao donde se celebró un gran mitin tradicionalistaAntonio Manuel Moral Roncal

Misión educativa

El nuevo reglamento de las margaritas, surgido a finales de 1935, afirmó como fin la promoción de la formación femenina bajo los principios de la Tradición, prestando apoyo moral y material a todos los afiliados, preparando su organización en forma que pudiera contribuir en al cualquier momento a su lema Dios, Patria y Rey. Si bien en abril el número de agrupaciones femeninas era de 300 y, a finales de ese mismo año, había ascendido a 741 juntas de damas. De esa manera, según el «Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista», a las mujeres carlistas se les confió una Gran Cruzada Espiritual: educar a los hijos, difundir propaganda de los santos ideales, formar grupos de estudio en los círculos, dirigir escuelas nocturnas para los obreros, organizar actividades caritativas entre los pobres y los desempleados, regentar el Socorro Blanco para consuelo de los carlistas perseguidos o encarcelados y a sus familias.

La misión educativa fue reconocida como el deber más importante de las margaritas, ya que uno de los campos de batalla entre el comunismo y la civilización cristiana más importante era la escuela. Se debían encargar de la educación de los hijos de los carlistas, por lo que se recomendó que ejercieran actividades como la visita a la familia donde naciera un futuro requeté o margarita, regalándoles una boina o una margarita. Con ello el pequeño quedaba dado de alta como aspirante en la asociación correspondiente. Todos los años debían felicitarle por su cumpleaños y, cuando la edad lo permitiera, se debía fomentar su reunión diaria o periódica con otros hijos de socios y amigos, organizando juegos diversos, orfeones, cuadros artísticos, grupos de baile... Pretendiendo, de esta manera, mantener vivo el culto a la Tradición, conservando lo típico y castizo de cada región. En octubre de 1934, Rosa Urraca animó a las margaritas a adoptar a los huérfanos que había dejado la Revolución asturiana, comprometiéndose a educarlos en una familia católica que les proporcionara carrera, profesión u oficio conveniente.

Carlistas uniformados con margaritas enfermeras del Hospital Alfonso Carlos@CucalaMir

Asistencia material y espiritual

Conforme la situación política comenzó a radicalizarse, la actuación del Socorro Blanco fue más importante, la cual fue fomentada en escritos y discursos. Fue una institución creada para la asistencia material y espiritual a los carlistas perseguidos o presos, y a sus familias, con visitas a las cárceles, tarjetas y cartas de adhesión a los atropellos por venganzas políticas. La institución fue encomendada a las Juntas Locales Femeninas, cada una de las cuales debían tener su sección de Socorro, dependiente todas ellas del Secretariado Central Femenino. Para lograr una dotación económica especial para sus gastos, se ordenó que, además de cuestaciones y donativos, se divulgaran los «sellos de cotización», obligatorios en la correspondencia oficial, y que todos los carlistas debían utilizar en sus cartas. Paralelamente, las margaritas ejercieron, como ejemplo de católicas, la caridad cristiana materializada en roperos, cocinas económicas, oficinas de colocación, reparto de juguetes para niños pobres, visitas domiciliarias… en muchas de las cuales participó Urraca Pastor. Organizaron veladas de oración a la Virgen y los Santos, rosario en los salones de las Asociaciones, recogida y distribución de limosnas.

Paralelamente a esta labor social, las margaritas protagonizaron una Cruzada Espiritual de oración, sacrificio y penitencia, impulsada desde la prensa. En abril de 1936, se aconsejó a las mujeres tradicionalistas que intensificaran de manera especial los actos de culto y piedad a raíz de la gravedad de las circunstancias por las que atravesaba España con el Frente Popular. El Vía Crucis fue el acto público más organizado, además de los rosarios y novenarios, a los que se sumaron los ayunos, penitencias y visitas al Santísimo de carácter particular. Finalmente, la formación de una mujer tradicionalista como educadora, orante ferviente y generosa samaritana se completó con la faceta de propagandista de los ideales carlistas. Las margaritas organizaron actos públicos, fomentaron los círculos de estudios y la divulgación del ideario en impresos, desplegando la palabra oral o escrita como arma de combate en la lucha política y social declarada, con el fin de que sus ideales fueran siempre Cruz, Bandera y Corona. A comienzos de ese año, se había realizado un recuento de las asociaciones de margaritas, saldándose con la cifra de 23.238 integrantes, aunque debe subrayarse la ausencia de datos de muchos centros, por lo que el número de margaritas total pudo ser un poco mayor. Muchas de ellas morirían durante la Guerra Civil, especialmente por la represión política republicana.