La matanza del templo mayor: el gran error de la conquista de México
Alvarado y su tropa masacraron a lo más granado de la nobleza tenochca. Esta sangrienta y cruel acción, resultó un absoluto desastre para los españoles
La conquista de México no fue en absoluto un proceso pacífico, no obstante, frente a algunas caricaturas interesadas que dibujan a un Cortés guerrero y sediento de sangre, lo cierto es que el extremeño, hábil diplomático y negociador, muy consciente de la abrumadora inferioridad numérica de los españoles, intentó hacerse con el territorio de la triple alianza (Technotitlan, Tlacopan y Tetzcoco), con el menor número de enfrentamientos posibles. De ahí su estratagema de tomar a Moctezuma como rehén para doblegar a los mexicas sin derramamiento de sangre. Quizás lo hubiese conseguido, es difícil saberlo. Sin embargo, el desembarco del ejército de Pánfilo de Narváez, con el encargo del Gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuellar de arrestar a Cortés dará al traste con esa posibilidad.
El 10 de mayo de 1520 Hernán Cortés salió de Technotitlan con la mayor parte de sus tropas para enfrentar a Narváez. En la capital Mexica dejó al mando a su lugarteniente, Pedro de Alvarado, con un centenar de soldados españoles y parte de los guerreros tlaxcaltecas. Salvo Alvarado, un buen número de los que deja detrás son, en su mayoría, sospechosos velazquistas, es decir, más leales al Gobernador que al propio Cortés.
El momento no podía ser más inoportuno. Al profundo malestar del pueblo por el encierro del Huey Tatloani, se suman los cambios que venían introduciendo los españoles y que atacaban las propias raíces culturales y religiosas de los mexicas. La negativa a los sacrificios humanos, a los rituales caníbales o el establecimiento de una cruz y una virgen en el propio templo mayor y todo ello en vísperas de la celebración de una de sus ceremonias más sagradas. La fiesta del tóxcatl.
Se trataba de un festival que duraba varias jornadas y que comenzaba en el último día del mes del tóxcatl, (alrededor del 20 de mayo). En él se rendía homenaje a las dos deidades aztecas más importantes. Huitzilopochtli o dios de la guerra y Tezcatlipoca o el dios omnipotente. Como toda celebración mexica que se preciase, contaba con un buen sacrificio, en este caso el de uno de los jóvenes más atractivos del pueblo. El ser mister mexica tenía este inconveniente, aunque se suponía que para el apuesto efebo o tlacauepan constituía todo un honor. Tras romper la flauta y ser sacrificado se iniciaba una gran danza en el templo mayor en donde los pipiltin o nobles, ataviados con sus mejores plumas y adornos y al ritmo de cánticos sagrados y el sonido de flautines y caracolas, bailaban en círculos.
Cortés antes de partir y pese a la repugnancia que le causaban los sacrificios humanos dio permiso para su celebración. Sin embargo, en mitad de la danza, Alvarado y su tropa irrumpieron en el templo mayor y masacraron a lo más granado de la nobleza tenochca. Esta sangrienta y cruel acción, resultó, a la postre, un absoluto desastre para los españoles, ya que derivó en una revuelta popular. El regreso victorioso de Cortés, con las tropas de Narváez que se habían pasado a su bando, no sirvió de nada, hasta tal punto que europeos y tlaxcaltecas tuvieron que hacerse fuertes en el palacio de Axayácatl (el palacio real del padre de Moctezuma), hasta la dramática huida de «la Noche Triste». Momento en que los españoles estuvieron muy cerca de ser borrados completamente del mapa.
En este punto tenemos que hacernos unas cuantas preguntas: ¿Qué motivó la matanza? ¿Era Alvarado un personaje tan cruel como lo pintan? ¿había un complot para asesinarlo? ¿No previó una reacción como la que se produjo?
Habría que empezar diciendo que la matanza del templo mayor tuvo un precedente inmediato muy claro. La matanza de Cholula. En este episodio, que merece artículo aparte, españoles y tlaxcaltecas apiolaron a más de 6000 cholultecas en menos de dos horas. El argumento exculpatorio fue el mismo. Se estaba preparando una emboscada y ateniéndose a las crónicas castellanas es muy posible que fuese efectivamente así. En el caso del templo mayor las pruebas no habrían sido tan claras. Alvarado, en su defensa, le dijo a Cortés que las mexicas a su cargo habían puesto agua a hervir en grandes ollas y al interrogarlas habrían admitido que se preparaba un gran ataque y que en esas ollas se cocinaría la carne de los españoles. Por el contrario, las crónicas indígenas, con el códice Ramírez a la cabeza, recuerdan que todos los danzantes estaban desarmados y que fue una carnicería despiadada.
Pedro de Alvarado, Tonatiuh o dios sol, por su cabello pelirrojo, para los mexicas, tiene algunas luces y muchas sombras. Fue un gran conquistador, con un arrojo y valentía encomiable, pero fue también imprudente, ambicioso y déspota. En definitiva, mejor guerrero que administrador, desde luego, como demostraron los hechos, no la mejor opción para dejarlo al mando de Technotitlan. Sin embargo, solamente su imprudencia no justificaría la matanza.
Se pasa por alto que Alvarado se había enamorado de la princesa de Tlaxcala Luisa Xicotencatl hasta el punto de que por favorecerla llegó a desobedecer ordenes de Cortés
Mi buena amiga, la embajadora de México en Praga, me preguntó en una ocasión, sobre la razón, a mi juicio, de esta matanza. Mi respuesta fue clara. El factor tlaxcalteca. En general se tiende a pasar por alto que Alvarado se había enamorado profundamente de su mujer, la princesa de Tlaxcala Luisa Xicotencatl, hasta el punto de que por favorecerla llegó a desobedecer ordenes de Cortés. Si a esto añadimos que los tlaxcaltecas odiaban a muerte a los mexicas se puede llegar a la conclusión, como recogen algunos cronistas, que la presión tlaxcalteca, incluyendo la de la propia Luisa, para una operación «preventiva» de este tipo fue muy fuerte. No hay que olvidar tampoco que, en Cholula, ciudad aliada de los mexicas, los que más contribuyeron a la masacre fueron los propios tlaxcaltecas. En cualquier caso, la matanza del tóxcatl pasó a la historia y con toda razón como una de las páginas más infames en la conquista de la nueva España y perseguiría de por vida a Pedro de Alvarado.