El día en el que Berlín quedó dividida en dos
Hace 61 años un grupo de militares de la República Democrática Alemana colocaba una alambrada de púas, vallas metálicas y ladrillos que materializaría la separación entre el capitalismo y el comunismo
El 13 de agosto de 1961 se cerraba la frontera entre la parte occidental y la oriental de Berlín. Una gran valla metálica con una alambrada de púas de 3,6 metros de altura, 155 kilómetros de perímetro y 186 puestos de vigilancia separaría a familias y amigos durante 28 años.
Entre los años 1949 y 1961 cerca de 3 millones de personas habían abandonado Berlín oriental. Cada día medio millón de personas cruzaba la frontera en ambas direcciones y se daban cuenta de la enorme diferencia en las condiciones de vida de ambos lados. El estancamiento económico soviético y la floreciente Berlín occidental provocaron que en el años 1960, alrededor de 20.000 personas se mudasen de forma definitiva al oeste dejando a la República Democrática Alemana (RDA) al borde del colapso social y económico.
El Muro se justificó como un método de resistencia antifascista, aunque su objetivo en realidad era evitar que los jóvenes siguiesen marchándose a buscar mejores oportunidades. En la madrugada del 12 al 13 de agosto por órdenes de Walter Ulbricht, jefe de Estado de la RDA, comenzaba a desplegarse una larga alambrada de espino y de hormigón ante la confusión de los responsables de la administración de Berlín occidental y de los propios ciudadanos que de la noche a la mañana veían como se les separaba de sus familias, de sus parejas y de sus amigos.
En los días posteriores las autoridades obligaron a ciudadanos, albañiles, policías y soldados para levantar el muro. Varios policías fronterizos comenzaron a construir barricadas defensivas con el pavimento de las calles que conectaban el este y el oeste de la capital alemana. Cortaron el tráfico de lo vehículos e interrumpieron todos los medios de transporte público. Sin embargo, su levantamiento no impidió que se siguiesen produciendo intentos de escape de forma que el muro fue ampliándose convirtiéndose en una estructura de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura con cables de acero para aumentar su resistencia. Para hacer más difícil la huida colocaron una superficie semiesférica para que fuese imposible agarrarse a la parte superior del muro.
Entre 1975 y 1980 se levantó lo que denominó como «franja de la muerte» compuesta de un foso, una alambrada, una carretera por la que circulaban constantemente vehículos militares, sistemas de alarma, armas automáticas, torres de vigilancia y patrullas acompañadas por perros, pero ante la dificultad que suponía huir de aquel «mar comunista», la promesa de emancipación de la «isla de libertad» –como describió John F. Kennedy a Berlín occidental– era más poderosa.
Desde su fundación hasta su caída más de 5.000 ciudadanos de la RDA escaparon con éxito; más de 3.000 personas fueron detenidas y al menos 138 perdieron la vida. El último intento se realizaría el 5 de febrero de 1989 cuando Chris Gueffroy y su amigo Christian Gaudian buscaron la oportunidad para alcanzar la libertad, pero cuando se disponían a superar su último obstáculo –según recogen los relatos de la época– fueron descubiertos por varios guardias fronterizos de la RDA. Gueffroy recibió un disparo mortal mientras que Gaudian resultó herido y posteriormente sentenciado a tres años de cárcel.
Nueve meses después, el 9 de noviembre uno de los principales símbolos del totalitarismo en el siglo XX, el «Muro de la vergüenza» caía.