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Retrato del capitán John Franklin

Retrato del capitán John FranklinRoyal Museums Greenwich

La desdicha del capitán Franklin, el hombre que se comió sus botas

El marino británico encabezó la expedición que, perdida en el Ártico, no fue encontrada hasta 2014

Tras las Guerras Napoleónicas, la triunfante Marina Británica dedicó parte de sus esfuerzos a la expedición polar. Prestigiosos navegantes pusieron rumbo a los mares helados del Ártico y la Antártida. Muchos de esos viajes acabaron en tragedia, pero el más desdichado de todos fue sir John Franklin, capitán del Erebus.

A bordo de ese barco partió por última vez de Inglaterra un 19 de mayo de 1845. Cuando se le entregó el mando de la expedición que tenía que buscar el inexplorado Paso del Noroeste, una ruta que permitiese bordear el continente americano por el norte, hubo quien dudó del capitán. Un terrible precedente pesaba sobre su fama.

Botas y canibalismo

Tras servir en la lucha británica contra Napoleón y estando presente en la famosa batalla de Trafalgar, John Franklin quiso probar fortuna en el campo de la exploración. Tras viajar por primera vez al Ártico bajo las órdenes de John Ross quedó fascinado y obsesionado por el paisaje helado que se mostró ante sus ojos.

Sin embargo, pasión y suerte no fueron de la mano. En 1819 se le puso al mando de una misión a pie que debía recorrer el río Coppermine, en el extremo norte de Canadá, para ayudar a buscar el famoso Paso que sería su perdición. Aquella expedición, que duró tres años, fue un completo desastre y haría mella en la reputación del capitán Franklin.

Dibujo que muestra un barco atrapado por el hielo ártico

Dibujo que muestra un barco atrapado por el hielo árticoRoyal Museums Greenwich

Perdidos en el hielo, 11 de los 22 hombres que formaban su equipo murieron. Eso no fue lo peor. Los supervivientes tuvieron que alimentarse con líquenes y hasta llegaron a comerse sus propias botas de cuero, según dejó por escrito el propio marino. La actitud de alguno de los miembros de la expedición provocó, incluso, sospechas de canibalismo.

Aunque fue recibido como un héroe en Inglaterra, el capitán Franklin sería conocido desde entonces como «el hombre que se comió sus botas». Sus padecimientos no mermaron su interés por la zona y años después, como Ahab con la ballena, volvería al Polo Norte para encontrar allí la muerte.

La expedición perdida de Franklin

En mayo 1845 dos imponentes barcos, el Erebus y el Terror, parten desde Greenhithe con 134 hombres a bordo. Al frente el capitán Franklin y al mando de las naves James Fitzjames y Francis Crozier. Dos meses más tarde un ballenero avista los barcos en la bahía de Baffin, puerta de entrada al entramado de islas y hielos que forman el paso a través del Ártico. Fueron los últimos en verlos con vida.

El invierno polar atrapa a la expedición. Los tres primeros marineros mueren por tuberculosis y son enterrados en el hielo que conservará sus momias. Una primera nota encontrada y fechada el 28 mayo de 1847 señala que la expedición está bien. Según indica un mensaje posterior colocado sobre el terreno, apenas dos semanas después el capitán John Franklin murió.

La tripulación de la expedición perdida de Franklin luchando por escapar del hielo

La tripulación de la expedición perdida de Franklin luchando por escapar del hieloRoyal Museums Greenwich

El Erebus y el Terror serían abandonados por una tripulación retenida en un infierno helado. Comienza una huida a pie que no llevaría a ningún lugar. En Inglaterra comienzan los preparativos para una primera expedición de búsqueda que partiría en la primavera de 1848. No tuvo éxito, como tampoco la tuvieron ninguna de las más de 30 que la siguieron, patrocinadas incluso por la joven Lady Franklin, esposa del capitán.

Se encontraron restos de la expedición perdida, se encontraron las momias de aquellos tres primeros marineros, pero jamás se supo nada del resto de hombres ni tampoco de los barcos. La leyenda de esta trágica aventura mantuvo vivo el interés por el destino del Erebus y el Terror y solo las técnicas más avanzadas de búsqueda arrojaron luz sobre su destino.

En 2014 se localizó bajo las aguas el primero de los barcos, el Erebus. Dos años después, aparecía el Terror. La desdicha del capitán John Franklin y su trágica desaparición ha dado pie a multitud de relatos, novelas y hasta una serie de televisión en la que el horror de una naturaleza inhóspita se entremezcla con monstruos sobrenaturales.

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