¿El franquismo persiguió el euskera y el gallego?
La actual Ley de Memoria Democrática considera el catalán, euskera y gallego víctimas y que se persiguió a la gente que las utilizaba, pero ¿es cierta esta afirmación?
«¿El lenguaje catalán? ¿Por qué no? Si el catalán es un vehículo del separatismo lo combatiremos. Imagínese que el castellano –aunque esto no puede suceder– llegara alguna vez a ser un factor contrario a la grandeza de España. ¿No estaríamos obligados a combatirlo? Si el catalán es un elemento de la grandeza de España, ¿por qué no respetarlo?».
Estas palabras las pronunció Ramón Serrano Suñer al finalizar la Guerra Civil y resumen el pensamiento del primer franquismo. La actual Ley de Memoria Democrática considera el catalán, euskera y gallego víctimas y que se persiguió a la gente que las utilizaba. ¿Es cierta esta afirmación si nos centramos en el euskera y gallego?
La realidad es que hubo cierta persecución, muy poco sistemática, de las lenguas llamadas regionales en los primeros años de la dictadura. Ahora bien, después no solo hubo tolerancia, sino que oficialmente se las apoyó, aunque se mantuvieran apartadas de la oficialidad.
La persecución del euskera no está vinculado al franquismo. Sus diferentes prohibiciones se remontan a la Edad Media. En el 1239 se prohibió hablarlo en Ojacastro (La Rioja) y en el 1349 en Huesca. Carlos III, en 1772, impuso el castellano en las escuelas y en 1776, el conde de Aranda prohibió los libros en ese idioma. En 1857 la ley Mojano imponía el uso del castellano en las aulas. La ley de 1862 –vigente hoy en día– reguladora del notariado, estipula la obligatoriedad de escribir todos los documentos públicos en castellano. Isabel II, en 1867, prohibió las obras de teatro en euskera. Lo mismo ocurrió en el llamado País Vasco francés.
Por mandato de Alfonso XIII, en 1902, se castigó a los profesores que enseñaran ese «dialecto». También Primo de Rivera lo prohibió. A partir de 1940 fue eliminado de la vida pública, hasta casi desaparecer.
Apoyo a la lengua
Esta es una parte de lo que pasó durante la dictadura. Hay otra igual de interesante. Desde 1941 se publicaron ediciones literarias en euskera. En 1952 se fundó la Editorial Kuliska Sarta y en 1961 la Editorial Auspoa. A través de la empresa CCC, desde 1961, se podía aprender euskera por correspondencia. En la década de los 60 se empezó a celebrar la Feria del Libro y disco Vasco. La Diputación de Guipúzcoa publicaba la revista literaria Egan. En 1968 salió a la venta el primer volumen de la Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco.
De modo que pintar el régimen actual como una opresión del País Vasco y Cataluña por los españoles es burlarse de la gente
La academia de la Lengua Vasca, Euzkalzaindia, reanudó su actividad en la década de los 50, convocando premios literarios de novela, poesía, teatro y bertsolaris. También la academia unificó los dialectos del vascuence en el euskera batúa. En 1969 se fundó la Federación Diocesana de Ikastolas. Si, en 1965 solo había 596 alumnos, en 1975 llegaron a los 26.936.
Salvador de Madariaga, antifranquista, le escribió en 1960 al lehendakari José Antonio Aguirre: «Con frecuencia se presenta al régimen como un opresor de las libertades de Euskadi y de Cataluña… este modo de hablar y de escribir y de pensar es una tremenda injusticia a los españoles no-vascos y no-catalanes. Eso que nos oprime a todos es un aspecto de España, intolerante, reaccionario, antiliberal, pero no situado en ningún lugar de nuestra geografía… este régimen vino con la ayuda fervorosa y aun heroica de los navarros; lo manda un gallego; lo apoyan los banqueros vascos y catalanes; y en su alto personal político y diplomático predominan vascos y catalanes… De modo que pintar el régimen actual como una opresión del País Vasco y Cataluña por los españoles es burlarse de la gente».
El Rexurdimento y la Renaixença
Al gallego le ocurrió lo mismo que al catalán, a principios del siglo XIX nació el Rexurdimento, como en Cataluña la Renaixença. La primera obra significativa de aquel resurgir fue Cantares Gallegos de Rosalía de Castro. Durante los primeros años de la dictadura el gallego desapareció de la escena pública, manteniéndose activo en la inmigración que llegó a Argentina, Venezuela, México y Cuba.
Antes de la dictadura el gallego era muy hablado, pero con una baja repercusión literaria
Durante la dictadura las primera obras publicadas en gallego se editaron en 1947. En 1950 se creó la Editorial Galaxia, que publicó diversas revistas de economía, cultura y arte, pensamiento. La Real Academia Gallega promovió el «Dia de la Letras Gallegas» y, en 1965, se creó la cátedra universitaria de Lengua y Literatura Gallegas a cargo de Ricardo Carvalho Calero. En 1971 nació el Instituto de Lengua Galega.
Teniendo en cuenta lo dicho podemos afirmar que, antes de la dictadura el gallego era muy hablado, pero con una baja repercusión literaria. El euskera casi no se hablaba ni escribía. Publicaban en este idioma 12 escritores, con una repercusión mínima. El separatismo vasco –Sabino de Arana entre ellos– se expresaba en castellano. El gallego y el euskera no tenían ni cátedras, ni gramática, ni vocabulario normalizado, a diferencia del catalán que si lo tenía gracias a Pompeu Fabra. Muchos gallegos y vascos, antes y durante la dictadura, consideraban sus idiomas un obstáculo para comunicarse con el resto. ¿Fueron víctimas del franquismo? Los separatistas sostienen esta afirmación para dar pena. Y no sólo ahora, desde hace muchos años. Seguir con esta postura hoy en día, como diría Madariaga, es burlarse de la gente.
Finalizaremos con una curiosidad. La Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación, en su artículo 17 incluye el cultivo, en su caso, de la lengua nativa como medio para lograr una efectiva incorporación de las peculiaridades regionales al patrimonio cultural español. Esta introducción atendía a la necesidad de favorecer la integración escolar del alumno que había recibido como materna una lengua distinta a la nacional, y al indudable interés que tenía su conocimiento desde los primeros niveles educativos –preescolar y general básica– como medio para hacer posible el acceso del alumno a las manifestaciones culturales de esas lenguas. Y en el decreto 1433/1975, de 30 de mayo, se aprobaba que fuesen introducidas las lenguas regionales en la educación general.