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Retrato del general de brigada Francisco Franco Bahamonde

Retrato del general de brigada Francisco Franco BahamondeEFE

Franco representó a la República en los funerales de Jorge V

Francisco Franco ocupaba el cargo de Jefe del Estado Mayor Central del Ejército desde su designación por Gil Robles en 1934 y aunque le quedaba poco tiempo en el puesto, en esas fechas, seguía aún en ejercicio

La primera sorprendida fui yo. Cuando la borrachera informativa relativa al reciente fallecimiento de Isabel II me forzó a documentarme sobre los «funerales reales», me encontré una información sorprendente. Hasta me atrevería a decir que asombrosa. Radios y teles pedían frenéticamente colaboradores «expertos» para hablar sobre la soberana, su legado y herencia histórica. Pero cuando llegó el día del entierro, ya poco novedoso se podía decir. Tanto criticaban algunos la asistencia a Westminster de don Juan Carlos y de su «nocivo» encuentro con Felipe VI –algo tenían que decir– que se me ocurrió consultar cuál había sido la representación española en los anteriores funerales de los soberanos británicos. En el caso de Eduardo VII, cuenta Daily Mirror, que el 17 de mayo de 1910 fue el propio Alfonso XIII quien escoltó a caballo el féretro real acompañado del káiser Guillermo II –sobrino carnal del difunto– y los reyes de Portugal, Dinamarca, Noruega, Grecia y Bulgaria. Hasta aquí nada se salía del guion pues todos eran familiares directos del difunto merced a la estela dinástica que la reina Victoria había dejado sobre Europa. «Jamás se vio un cortejo funeral tan lucido e imponente», podía leerse en el semanario Nuevo Mundo (26 mayo 1910). A la familia doliente acompañaban, además, la reina de Noruega, hija del rey Eduardo, y la zarina de Rusia. En el caso de España, Victoria Eugenia era sobrina directa del fallecido, al ser hija de su hermana, la princesa Beatriz. Todo conforme al protocolo y las costumbres palatinas de los todavía Sajonia-Coburgo.

La sorpresa llegó con el siguiente fallecimiento real: en enero de 1936 moría en Norfolk, Jorge V, el soberano que había pilotado el papel de la monarquía en la Primera Guerra Mundial y rebautizado a la dinastía como los Windsor. La diplomacia internacional se puso inmediatamente en marcha para enviar las correspondientes representaciones diplomáticas. Pero España era por entonces una República y en consecuencia, no podía mandar a ningún rey por más que el suyo viviese aún en el exilio. Gobernaba un gabinete de concentración centrista presidido por el gallego Portela Valladares quien sería el encargado de convocar las elecciones que darían la victoria al Frente Popular. Pero mientras, en plena campaña electoral, y cuando todavía seguían en ejercicio los cargos que habían sido designados por los gabinetes de centro-derecha resultantes de la victoria en 1933, había que organizar la comitiva. ¡Y aquí nos encontramos la sorpresa! En nombre del Gobierno de la II República Española y para asistir a los funerales que se celebrarían en Londres por el alma del rey, asistirían el ministro de Estado (Sr. Urzáiz) y, en representación del ministro de la Guerra y del Ejército iría también a la capital británica, el Jefe del Estado Mayor Central del Ejército. ¿Quién era en esas fechas? Nada más y nada menos que el mismísimo general Franco.

Francisco Franco ocupaba el cargo desde su designación por Gil Robles en 1934 y aunque le quedaba poco tiempo en el puesto, en esas fechas, seguía aún en ejercicio. ¿Sorprendente verdad? La noticia la recogen, entre otros, Heraldo de Madrid, El Siglo Futuro, La Época, El Sol y hasta La Libertad. El diario Ahora da información sobre cómo llegó a París con su ayudante para, un día después, dirigirse a Londres. En ninguna de las biografías que conozco sobre Franco lo había leído y parece, cuanto menos, llamativo, aunque no exento de lógica.

Al fallecer Jorge VI en febrero de 1952, nos encontrábamos ya en pleno franquismo, en el llamado «nacionalcatolicismo». Fue en esa ocasión el propagandista y ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo quien, en calidad de ministro de Asuntos Exteriores, acudió a Westminster acompañado por el Jefe del Estado Mayor Central del Ejército que era Fernando Barrón Ortiz. Es curioso que, desde entonces, hayan tenido que pasar setenta años para que la «foto» de los dos Jefes del Estado –padre e hijo– coetáneos a la llorara Isabel II, sirva ahora para tratar de empañar un reinado.

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