Hace 86 años: el asedio del Alcázar de Toledo, un mito de la propaganda franquista
La resistencia del Alcázar era todo un símbolo. El Gobierno se esforzó en rendirlo. Largo Caballero asistió en persona a las voladuras y feroces ataques sobre el edificio toledano; un símbolo sin valor militar
En Madrid, una vez aniquilada la resistencia de los sublevados en el Cuartel de la Montaña, el general Castelló, fiel al Gobierno del Frente Popular, envió varias columnas mandadas por el coronel Pugdengola para terminar con los focos rebeldes de Alcalá de Henares y Guadalajara, y al general Riquelme contra Toledo para romper la resistencia de 1.800 personas: 800 guardias civiles, 9 cadetes y 110 falangistas y de otros partidos, que se atrincheraron en el Alcázar, con sus familias muchos de ellos. Todos bajo el mando del coronel José Moscardó y del teniente coronel de la Guardia Civil Pedro Romero Basart, tras perder el control inicial que ejercían sobre toda la ciudad.
El general Franco ordenó avanzar en dirección a Mérida, Badajoz, Cáceres, Talavera de la Reina y Madrid, liberando a los núcleos nacionales aislados. Las fuerzas del general Mola estaban a menos de cien kilómetros de la capital.
El 22 de agosto, los rebeldes liberaron Navalmoral de la Mata y el 30 agosto entraban los nacionales en Oropesa. El 1 de septiembre el teniente coronel Yagüe daba la orden de lanzarse sobre Talavera de la Reina, donde al fin entraron tras un durísimo combate. La proximidad de los rebeldes a Madrid provocó la caída del Gobierno frentepopulista. El 4 de septiembre el socialista Largo Caballero formaba otro Gobierno. Entre los días 5 y 8 los gubernamentales contraatacaban en Talavera, sin ningún éxito.
Resistencia en el Alcázar
En Toledo seguían resistiendo los defensores sitiados en el Alcázar, sin apenas comida ni agua pero con muchas municiones. De los 190 caballos en su interior, quedó uno. Su hazaña es el episodio más conocido la Guerra Civil. Los defensores se enfrentaban a fuerzas muy superiores en número, que llegaron a amenazar al coronel Moscardó con asesinar a su hijo Luis si no rendía la fortaleza, a lo que se negó. Luis Moscardó fue asesinado el 23 de agosto.
La resistencia del Alcázar era todo un símbolo. El Gobierno se esforzó en rendirlo. Largo Caballero asistió en persona a las voladuras y feroces ataques sobre el edificio toledano; un símbolo sin valor militar.
Su situación era insostenible dado que carecían de agua, luz y casi de víveres. Los rebeldes consideraban ya inútil e imposible toda defensa
El Gobierno frentepopulista fingió ante la prensa internacional que los defensores se rendían: «De cinco en cinco, desarmados y con los brazos en alto, salen del Alcázar toledano los rebeldes que lo defendían. Son cerca de un millar de facciosos entre militares, cadetes y fascistas; también hay, aunque en escasa proporción, algunos guardias civiles y de asalto. Su situación era insostenible dado que carecían de agua, luz y casi de víveres. Los rebeldes consideraban ya inútil e imposible toda defensa. Después de la rendición de los últimos rebeldes, Toledo recobró en absoluto la normalidad.»
Los rebeldes enviaron un mensajero para informar a sus aliados de que era mentira su rendición. El capitán Luis Alba salió del Alcázar para enlazar con las tropas nacionales pero fue reconocido y fusilado.
El 22 de septiembre los nacionales estaban a 28 kilómetros de Toledo. Franco decidió seguir a Toledo. Esta decisión llevó a un enfrentamiento entre dos africanistas: Franco y Yagüe, este último partidario de tomar primero Madrid. Franco relevó al falangista Yagüe por el general Varela, que mandaba las tropas de África a partir del día 24.
El 27 de septiembre de 1936 el Tabor de Regulares de Tetuán y una bandera de la Legión liberan Toledo. Radio Nacional informa que cinco mil milicianos rojos huyen de la ciudad. Moscardo pronuncia ante el general Varela su mítica frase tras 70 días de asedio: «Sin novedad en el Alcázar».