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Embarque mineral de hierro por la grúa del Cargadero del mineral, Puerto de Melilla

Marruecos quiere reactivar las minas del Rif, la mayor fuente de riqueza durante el protectorado español

El país se prepara para reactivar la explotación de las minas de hierro situadas en las inmediaciones de Nador, en la frontera de Melilla, después de casi 40 años de parón

Leemos en la prensa que Marruecos va a abrir las minas del Rif, los históricos yacimientos de hierro, plomo y otros minerales situados en las proximidades de Melilla, en la cabila de Beni bu Ifrur. Explotación cerrada en 1984. Leemos que pretenden hacer competencia a las minas argelinas de Gara Djebilet y que se estima que se pueden extraer más de 35 millones de toneladas de hierro. Estas minas están en el origen de la presencia española en Marruecos en el siglo XX. Quizás la mayor fuente de riqueza en la etapa del Protectorado español. Y fueron la causa de la guerra de 1909.

Tras la Conferencia de Algeciras, las potencias que firmaron respetando la soberanía del sultán entendieron que podían desarrollar actividades comerciales en zonas de influencia. Empezaba la fase final del colonialismo sobre Marruecos. La expansión de la civilización conllevaba la explotación de las riquezas para el desarrollo del país. Lo que los franceses llamaban «la mise en valeur» o puesta en valor, expresión que ha tenido gran éxito posterior. El Acta Final de la Conferencia se remitió a un posterior firmán cherifiano, una especie de reglamento, sobre la regulación de la materia. En 1909 se formó en París una comisión internacional para redactar un reglamento minero. No prosperó ese proyecto porque requería de la firma de todas las potencias signatarias de Algeciras y del sultán. En 1912 se estableció el Protectorado y se solucionó el asunto con un nuevo impulso, publicándose en 1914. En su redacción participó activamente el administrativista español Santamaría de Paredes.

Antes de esto, las compañías españolas, alemanas y francesas comenzaron a trabajar los yacimientos. Las minas próximas a Melilla, en Beni Bu Ifrur presentaban una gran riqueza y se obtuvieron varias concesiones. Los trabajos de explotación requerían de unos ferrocarriles para llevar el mineral al puerto de Melilla donde se acabaría de construir en 1926 un gran cargadero para que los vagones descargaran directamente en los barcos.

Construcción de los depósitos de mineral (1924) para abastecer el cargadero de mineral. Al fondo el viaducto de CEMR

Ocurría que en esos años la zona de Melilla se encontraba en rebeldía frente al sultán y dominada por un falso pretendiente o roghi llamado Bu Hamara, al que los españoles llamaron simplemente El Roghi. Como este disponía de una importante mehalla (tropa acampada), las compañías mineras contrataron con él la seguridad en las explotaciones. Los cabileños, que hasta entonces había seguido al Bu Hamara, viendo que a ellos no les llegaba el dinero que creían que les correspondía por estar las minas en su territorio, se rebelaron contra el caótico, ambicioso y novelesco pretendiente que había vendido terrenos donde se localizaban las minas, y lo dejaron caer en manos del sultán. Y, a la vez, se rebelaron contra los españoles atacando la construcción del ferrocarril y matando a obreros y soldados. Con base en lo dispuesto en Algeciras, los españoles entraron en territorio marroquí para restablecer el orden. Así, resumidamente, comenzó la guerra de 1909 que duraría hasta 1913 cuando los españoles ocuparon la península de Tes Forcas hasta el río Kert.

Contaba Ruiz Albéniz, que fue contratado como médico de las minas, en su libro España en el Rif (1921) que Bu Hamara tenía un conseguidor judío llamado David Charvy que fue el que alertó a este de la existencia de los ricos yacimientos y llegó a Melilla con unas piedras negras intentando negociar por su cuenta. Advertido Romanones, uno de ellos pocos empresarios españoles del sector, mandó a sus ingenieros para establecer las condiciones para hacerse con la concesión. Aunque no fue la única empresa que las obtuvo. Por otra parte, algunas personas residentes en Melilla habían denunciado yacimientos en Uixan, Axara y Setolazar.

La más importante fue la Compañía Española de Minas del Rif (CEMR) que llegó a construir un poblado en Uixan, en la región de Guelaya, donde habitaron los mineros españoles y los comerciantes que les daban servicio. Poblado masacrado por las huestes de Abd el Krim en 1921. Las instalaciones construidas eran muy modernas desde el punto de vista de la ingeniería y contaba con un tranvía aéreo para salvar el desnivel desde las minas a los primeros depósitos y cargaderos y un ferrocarril con varios ramales que terminaba en Melilla. Además de contar con algunos fuertes para defenderse de posibles ataques, que no sirvieron para contener la rebelión de 1921. Existía otra sociedad, la Compañía Norte Africana, en la que participaba capital francés, con minas de plomo en Afra. Y otras dos más pequeñas: la Sociedad Anónima Setolazar y La Alicantina. Aunque el transporte hasta el puerto era un monopolio de la CEMR que, al final, quedó como única empresa minera.

El final de las minas

Los yacimientos eran ricos y surtieron de hierro a los combatientes en la Guerra Civil y en la Segunda Guerra Mundial. La prosperidad de las minas se notaba en la zona y en Melilla. Llegaron a trabajar en ellas más de siete mil personas. Pero las circunstancias históricas cambiaron y la aventura llegó al final. La historia está bien contada por Vicente Moga Romero en Un siglo de hierro en las minas del Rif (Melilla 2010). La independencia de Marruecos en 1956 dio lugar a grandes cambios que, por otra parte, eran lógicos. Los españoles de la CEMR siguieron con la explotación hasta 1968. El proceso de marroquinización decretado en el país hizo que la compañía se dividiera en dos. Una, marroquí, para la explotación que se llamó Société d’Explotation des Mines du Rif (SEFERIF) para la extracción del mineral y otra española, Embarques y Transportes del Rif S.A. para el transporte hasta el puerto de Melilla. En 1984, agotados los yacimientos según las posibilidades de la época, las minas cerraron y las instalaciones fueron desmontándose poco a poco. Se cerraba un ciclo de guerra y prosperidad, de encuentros y desencuentros. Se habían extraído más de cuarenta millones de toneladas de mineral.

El proyecto actual no contempla embarcar en el puerto de Melilla, sino en el de Beni Enzar. Y pretende desarrollar la provincia de Nador. Aunque eso no va a ser lo que corte la emigración masiva de africanos hacia España.