La exhumación de Queipo de Llano, el dirigente franquista que no tuvo una buena relación con Franco
Primero fue Franco. Ahora Queipo de Llano y luego vendrá José Antonio Primo de Rivera. El Gobierno tiene obsesión por todo lo que tiene relación con el franquismo, pero ¿era franquista Queipo de Llano?
El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños, anunció el viernes 7 de octubre que la Hermandad de la Macarena de la Basílica de la Macarena en Sevilla tendría que hacerse cargo de la exhumación del teniente-general Gonzalo Queipo de Llano. La madrugada de este jueves fue el día. Primero fue Franco. Ahora Queipo de Llano y luego vendrá José Antonio Primo de Rivera. El Gobierno tiene obsesión por todo lo que tiene relación con el franquismo. La cuestión es, ¿está justificada su exhumación? ¿Era franquista Queipo de Llano?
Gonzalo Queipo de Llano nació en Tordesillas el 5 de febrero de 1875. Durante la Guerra Civil creyó que Andalucía era su cortijo tal vez por ser consuegro de Niceto Alcalá-Zamora o por su odio acérrimo a todo lo que oliera a republicanismo. Sus discursos radiofónicos estaban plagados de insultos, eran vulgares y mezquinos. Ahora, alentaban a las tropas. Al ser poco ortodoxo e incorrecto, su figura se diluyó a medida que el bando nacional ganaba la guerra. Al finalizar la Guerra Civil lo ascendieron a teniente general y mantuvo el mando de la II Región Militar. Su poder no era tan grande como creía. El general Leopoldo Saro, en cierta ocasión, le comentó: «Gonzalo, eres bueno, caballeroso y honrado como pocos; pero sin notarlo, tienes la desgracia de pensar en voz alta».
Un discurso que lo precipitó todo
Ese era su punto débil. Su conflicto con Franco comenzó y finalizó el 18 de julio de 1939. Se conmemoraba el III Año Triunfal. En Sevilla se organizó una misa, un Te Deum, una acción de gracias en la Macarena, una ofrenda floral en la Cruz de los Caídos, una corrida en la Maestranza y un discurso de Queipo de Llano. Este fue políticamente incorrecto. Entre otras cosas dijo: «Si las cosas continúan como hasta ahora, puede resultar que tontos, frágiles como juguetes de barro, se conviertan en héroes. Andalucía está despertando y se resiste a ser despojada de la gloria de haber sido la llave de la victoria. En la noche del 19 de julio de 1936, el general Mola dijo que tenía todo dispuesto para marcharse a Francia; pero cuando oyó la transmisión radiofónica que yo hice, resolvió resistir, ya que no todo estaba perdido. Solo deseo que España sea gobernada con justicia».
Queipo de Llano estaba enfadado porque se le había concedido la laureada a Valladolid y no a Sevilla. Y no solo eso. Al finalizar la guerra, los generales que habían sido fieles a Franco esperaban ser recompensados. Se premió a Falange, no a ellos. Además, el general Varela y Serrano Suñer no lo soportaban. Ambos querían apartarlo de la vida militar. El discurso lo precipitó todo. Franco le pidió que fuera a Burgos para una reunión de generales. En la reunión él era el único general. Mientras Queipo de Llano viajaba a Burgos, a Sevilla iba el general Andrés Saliquet para sustituirle.
La reunión fue muy tensa. Queipo de Llano juró que nunca había intentado conspirar, que lo respetaba y admiraba. Franco le presentó una serie de cartas donde no hablaba precisamente bien de él. Estas las consiguió gracias al jefe del Estado Mayor de la Capitanía General de Sevilla, el teniente coronel José Cuesta Monereo. También le comentó lo que le había dicho al médico de su Cuartel General Dámaso Gutiérrez Arrese: «No se haga usted ilusiones, pues de aquí no saldrá nada bueno, porque hemos elegido un jefe que es egoísta y mezquino».
Destituido de todos sus cargos, lo confinaron en el Hotel María Isabel de Burgos. Hubo un revuelo generalizado como consecuencia de su cese fulminante. Para acallar rumores fue forzado a decirle al periodista norteamericano Packard de United Press: «He venido a Burgos a petición del general Franco para conversar con él sobre el importante cargo que piensa encomendarme en el extranjero. Deseo que el mundo sepa que Franco y yo trabajamos juntos, con la más íntima armonía. Sea cual fuere el cargo que me reserve, estoy pronto para desempeñarlo con todo entusiasmo y eficacia de que soy capaz; pero una misión diplomática en el exterior es precisamente el puesto que más he deseado desde hace largo tiempo».
Enviado a Italia para cesar las habladurías
Franco lo nombró jefe en una misión española de poca importancia en Italia. Sobre el particular escribió el Conde Ciano: «Franco hace solicitar el placed para el nombramiento de Queipo como jefe de una misión militar española en Italia y, naturalmente, lo concedemos enseguida. Hábil jugada para que cesen las habladurías de estos días, para librarse de Queipo y, al mismo tiempo, para tenerlo vigilado».
En una de las múltiples visitas que Serrano Suñer hizo a Italia coincidió con Queipo de Llano. El Conde Ciano afirmó: «En la estación estaba también Queipo de Llano, pero no se saludaron, y Queipo ha rechazado la invitación a almorzar. Serrano, hablando de él, lo llama ‘bandido y bestia’. Todo esto tiene un valor simbólico: ésta es hoy la realidad española».
Franco y Queipo de Llano se reencontraron, el 7 de mayo de 1944, durante la imposición de la laureada. Se abrazaron. Franco le concedió el título de marqués. Lo rechazó. El 9 de marzo de 1951, cuando murió en Sevilla, le concedió la Gran Cruz de Carlos II en represalia al rechazo. En los últimos años de su vida escribió: «Con mis 65 años [...] me he nombrado a mí mismo viejo honorario, decidido a no volver a hacer sacrificio alguno en servicio de mi patria. Ya he cobrado por servirla, cantidades fabulosas de ingratitud, y quiero dedicarme a vivir tranquilamente en mi casa y dedicado a mi familia [...]. Yo solo pienso en que siga viviendo la patria para que yo pueda cobrar. Es muy triste esto, ¿verdad? Pues así me han hecho los españoles. Loco, toda mi vida, por mi ideal, que fue ver grande a mi patria […]Si antes de rendir mi vida a Dios pudiera vislumbrar el resurgir de España, por desaparición del Régimen actual, vería dulcificado los últimos años de mi vida». ¿Franquista Queipo de Llano? Juzguen ustedes.