'Verdeja', el carro de combate español que estuvo a punto de materializarse
El capitán de Artillería Félix Verdeja Bardales, tomando como base su experiencia en los talleres de las unidades de carros de combate, comenzó a desarrollar a partir del año 1938 varios prototipos de vehículos acorazados sobre cadenas
Uno de los principales objetivos del Ejército español a la conclusión de la Guerra Civil era actualizar su parque acorazado, fundamentalmente constituido por anticuados carros ligeros Panzer I alemanes y tanquetas italianas Fiat-Ansaldo CV-33/35, junto a los más modernos carros T-26B rusos y diversos blindados sobre ruedas. Para ello se consideró la posibilidad de desarrollar un carro de combate de factura nacional.
El capitán de Artillería Félix Verdeja Bardales, quien desde septiembre de 1937 había estado al mando de la compañía de talleres de las unidades de carros de combate del Ejército Nacional, pudo conocer de primera mano las virtudes y defectos de los vehículos blindados en servicio. Esto, unido a sus innatas capacidades para la mecánica y la invención, le permitieron acometer la extraordinaria tarea de desarrollar un carro de combate en unos años muy difíciles.
En el mes de octubre de 1938 el capitán Verdeja presentó a su superior inmediato, el teniente coronel de Infantería Gonzalo Díez de la Lastra, un proyecto de carro de combate junto con un estudio de viabilidad. En vista de su calidad, se autorizó la construcción de un primer prototipo en los talleres de la Agrupación de Carros de Combate, establecido en la Base de Cariñena (Zaragoza).
Puesto que inicialmente el proyecto no tuvo ni asignación humana ni económica, solo fue posible utilizar los limitados recursos de dichos talleres. Además, dada la escasez de materias primas durante la contienda bélica, para la fabricación del prototipo se recurrió a la utilización de piezas de vehículos blindados que habían causado baja. Para complicar aún más la situación, esta iniciativa personal no podía interferir con la tarea más acuciante durante la guerra: la reparación y puesta a punto de los vehículos de la citada Agrupación.
El prototipo se terminó a principios de 1939 y se trasladó al campo de maniobras de San Gregorio (Zaragoza) para someterlo a dos series de pruebas en las que mostró unas notables prestaciones. Esto propició que se cursaran las órdenes y disposiciones necesarias a la Comandancia General de Artillería y a la Jefatura de Fabricación de Vizcaya-Santander para que se dispusiesen los medios técnicos e industriales necesarios para iniciar un proyecto que fue denominado «Carro de Combate Verdeja n.º 1».
Los planos del nuevo ingenio estuvieron terminados a principios de noviembre de 1939 y el Verdeja n.º 1 se terminó de ensamblar en el verano de 1940. Las pruebas comenzaron el 20 de agosto en el Polígono de Experiencias del Ejército en Carabanchel (Madrid). En éstas se compararon las capacidades del Verdeja con las de un T-26 B. Los resultados fueron plenamente satisfactorios y las prestaciones del Verdeja superaron las del T-26 B.
Por tanto, puesto que el proyecto tenías muchos visos de prosperar, a propuesta del ministro del Ejército se dispuso la constitución de una Compañía Anónima de carácter mixto para la construcción de carros de combate y tractores. De esta forma, se mejoraba la viabilidad de la Compañía ampliando sus actividades al ámbito civil. Sin embargo, tras muy diversos avatares, a mediados de 1943 el concurso se declaró desierto, lo que supuso el fin del Verdeja n.º 1.
Sin embargo, el ya comandante Félix Verdeja había revisado su proyecto introduciendo diversas mejoras, algunas de ellas basadas en las grandes enseñanzas que la Segunda Guerra Mundial estaba proporcionando. El nuevo diseño dio lugar al nacimiento del Carro de Combate Verdeja n.º 2, cuyas especificaciones técnicas estuvieron definidas a finales de 1941.
Pero este proyecto no fue aprobado por el Director General de Industria y Material hasta julio de 1942. Tras muchos retrasos, fundamentalmente debidos a problemas técnicos, el Verdeja n.º 2 se terminó de fabricar en agosto de 1944. Las pruebas y ensayos a los que fue sometido pusieron de manifiesto que el vehículo estaba a un nivel comparable a los modelos fabricados por las diferentes potencias militares en la época en la que se concibió. Pero casi concluida la Segunda Guerra Mundial era claramente inferior a otros carros de combate como los Panzer IV alemanes o los T-34 soviéticos en aspectos clave como el blindaje y el armamento principal.
En 1945 se constituyó una comisión presidida por el propio comandante Verdeja para el estudio y desarrollo de una pieza de artillería autopropulsada. Se llegó a fabricar un prototipo y las pruebas a las que fue sometido fueron favorables, a pesar de lo cual el cañón autopropulsado Verdeja tampoco llegó a fabricarse en serie. El vehículo resultante está expuesto en el Museo de Unidades Acorazadas de la Base Militar El Goloso (Madrid).
Puede concluirse que los «proyectos Verdeja» constituyeron un muy certero intento de dotar a España de una industria de armamento pesado, con las enormes ventajas que esto habría supuesto para la defensa nacional y para la economía española, más aun contemplando la posibilidad de exportación.
Sin embargo, Félix Verdeja se encontró con dos escollos que hicieron que sus diseños no llegaran a buen puerto. Por una parte, España estaba recuperándose de una guerra, de forma que los tejidos financiero e industrial estaban lejos de ser los óptimos. Por otro, los vertiginosos desarrollos técnicos que se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial hicieron que en un relativamente corto espacio de tiempo sus proyectos fueran superados.