125 aniversario
Joseph Goebbels y el decálogo de la manipulación nazi
Hitler creó un Ministerio del Reich para Ilustración Pública y Propaganda con Joseph Goebbels al cargo. Su función consistiría en la creación de nuevo material antisemita y pronazi
Adolf Hitler escribió que la tarea de la propaganda «no consiste en hacer un estudio objetivo de la verdad, en la medida en que favorece al enemigo para luego exponerla ante las masas con justicia académica; su tarea es servir a nuestro propio derecho, siempre y de manera inmutable». De esa manera en 1933, poco después de haber tomado el poder, Hitler creaba un Ministerio del Reich para Ilustración Pública y Propaganda con Joseph Goebbels al cargo.
Su función consistiría en la creación de nuevo material antisemita y pronazi para el partido a través del arte, los libros, la radio, los materiales educativos y la Prensa. Goebbels estuvo al mando de una maquinaria de propaganda que impregnó todos los ámbitos de la sociedad alemana.
Ya desde su adolescencia, mostró un gran carisma capaz de encandilar a todo aquel que le escuchara. Fue considerado un temido demagogo y agitador de masas por sus adversarios políticos. Su papel en la Segunda Guerra Mundial fue concentrar el control de la vida cultural e intelectual de Alemania y como arma principal utilizó la radio.
Goebbels mandó fabricar altavoces domésticos más baratos para colocarlos en zonas públicas, fábricas y escuelas para que las emisiones más importantes del NSDP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) fuesen escuchadas en directo por casi toda la población. El ministro de Propaganda era considerado un «magnate de los medios» ya que prácticamente dominó todos los medios de comunicación. Según él, podía controlar lo que el pueblo alemán leía, escuchaba y veía. Se vio a sí mismo como un «general» que conducía al pueblo a abrazar el nacionalsocialismo.
El pueblo alemán confiaba con fe ciega las palabras de Goebbels hasta tal punto que hizo creer a los alemanes –cuando la derrota del Ejército alemán era inminente– que la victoria todavía era posible.