La carretera de Málaga a Almería, la masacre que no fue: La Desbanda 1937
Desde julio del 36 comenzaron a llegar a Málaga, políticos en las instituciones locales o de la represión republicana que huían de una segura represión
La palabra acerada para una guerra que no existe, «La Desbanda», es un eco de cobardía, que aparece solo una vez en el enorme y magnífico informe sobre la Perdida de Málaga ocurrida a principios de 1937: «Los soldados de la República escaparon en desbandada desde Motril». Esto fue el motivo por el que la Komintern y el Gobierno de Valencia decidieron llevar a las Brigadas Internacionales al frente de la Andalucía Oriental, a pesar de que Franco había detenido en su ofensiva por ser Almería irrelevante. Fue enviado el batallón Dobrowski, integrado por comunistas polacos, cuya existencia ha sido borrada de la historia en Polonia. Es en el sur de España el único lugar del mundo donde se rinde tributo a los restos del estalinismo.
Produjo tal impacto La Desbanda de Málaga que, de inmediato, las autoridades frentepopulistas abrieron un sumario y según auto, quedaron procesados los generales Martínez Cabrera (jefe del Estado Mayor del Ejército), Martínez Monje (jefe del Ejército del Sur) y Asensio Torrado (subsecretario de Guerra), los coroneles Villalba Rubio y Hernández Arteaga, y se pidió en el suplicatorio a las Cortes incluir a Cayetano Bolívar, diputado comunista, comisario de guerra del sector. El escrito final contemplaba el auto de procesamiento, prisión incondicional, de varios de los imputados.
En octubre y noviembre de 1936, la CNT proclamó la república independiente de Málaga. De inmediato, el camarada Berzin envió a Málaga al coronel Vasili Ivanovich Kiselev (Kremeng-Acero) al que los centenares de «historiadores de Memoria», confunden con Kleber, junto con bombarderos Tupolev SB2 Katiuska, Policarpov I15 Chatos y un grupo de grandes aviadores: Kovaleski, Ivan Kopets, Kromber, Kosakov. Kovalensky, de mayor, fue abatido en Málaga, siendo jefe de patrulla de la anterior Escuadrilla Richagov. Todo esto no sirvió para impedir la caída de Málaga.
La campaña de los Nacionales sobre Málaga fue rápida: en agosto cayó Antequera, en septiembre Ronda. Pronto quedó cortada la carretera hacia Cádiz. En octubre del 36, el ministro de Marina y Aire, Indalecio Prieto, de acuerdo con el PNV, trasladó la base de la Armada radicada en Málaga para la defensa de Bilbao. Parte de la flota fue enviada a Cartagena por razones técnicas. El Mediterráneo estaba libre para la Armada Nacional. Entonces bajaron los buques nacionales Canarias y el Cervera, a la espera del Baleares. Ahí se perdió la guerra para el Frente Popular. Mientras se amplía la propaganda, no se señalará a Prieto y a Largo Caballero como los responsables de la perdida de Málaga.
Resulta inaceptable e inimaginable y hasta grotesco que la Memoria Histórica eleve el número de muertos cada año de forma paralela a las subvenciones
Desde julio del 36 comenzaron a llegar a la ciudad de Málaga grupos de personas, que venían de Sevilla, Granada o Cádiz y de la provincia de Málaga, responsables políticos en las instituciones locales o de la represión republicana que huían de una segura represión. En el sur solo hubo guerra de retaguardias. En febrero de 1937 se sumaron a la ciudad unos 50.000 soldados que habían abandonado los frentes. En consecuencia, los que escaparon por la carretera de Málaga a Almería eran soldados y familias de estos, como se señala con total claridad en el informe gubernamental republicano sobre la perdida de Málaga. La investigación sobre los que huyen por la carretera de Málaga-Almería los días 6,7, 8 de febrero de 1937 presenta problemas insolubles desde el rigor académico. Resulta inaceptable e inimaginable y hasta grotesco que la Memoria Histórica eleve el número de muertos cada año de forma paralela a las subvenciones, llegando a cifrar en torno a 450.000 los muertos. Está establecido un número cercano a 300.000 muertos en toda la Guerra Civil Española (1936-1939).
De los análisis detallados de los efectos militares sobre población civil, hemos trabajado con la naturaleza y composición de las armas utilizadas, uno de los pocos elementos objetivos que tenemos. Las bombas de 250 kg. que pudieron lanzar los Junkers Ju52 alemanes y Savoia SM81 italiano, de haber acertado en la carretera (lo que no estaba asegurado), hubieran causado con su impacto un elevado número de víctimas y grandes socavones. De haber pretendido provocar una «masacre», se hubiera podido atacar a baja altura, con pequeñas bombas antipersonal de diez kilos. Sobre los proyectiles navales que habrían podido disparar, en especial el Baleares, de 105 y 120 milímetros, y la artillería de 203 de los cruceros de guerra, sobre cuerpos humanos, habrían hecho «desaparecer» a centenares de personas ante la violencia del impacto. Si el Canarias, Baleares o Almirante Cervera hubieran querido causar «una masacre» se habrían acercado a dos millas y abierto fuego con sus ametralladoras pesadas. Con la telemetría de los cruceros se hacían blancos muy precisos. No menos de 40.000 personas, por medición de espacio y letalidad en las concentraciones, de entre los que huían, habrían muerto en un apocalipsis de fuego y destrucción. Y esto, sencillamente, no ocurrió.
Como no pudo encontrar imágenes de «destrucción y sangre», la Junta, la Memoria y el actual Gobierno «coloca» en la carretera las dramáticas imágenes de los bombardeos de Madrid
De la ciudad no salieron más de 70 u 80.000 personas. Las fantasías pertenecen a la Memoria. No ha habido en la literatura de la Komintern folleto de más proyección que el de Norman Bethune, deleznable personaje que la propia Internacional sacó de España, y convertido en el símbolo de la lucha antifascista y contra la extrema derecha. Bethune, según él mismo, fue enviado a Almería y entró en la ciudad el día 10 de febrero por la tarde. De Málaga habían escapado los frentepopulistas los días 6 ,7, 8 de febrero y el 9, cortado el frente en Motril. Bethune vio un porcentaje pequeño de personas llegadas a Almería. Como no pudo encontrar imágenes de «destrucción y sangre» la Junta, la Memoria y el actual Gobierno «coloca» en la carretera las dramáticas imágenes de los bombardeos de Madrid, sacando a niños de las ruinas calcinadas.
La tragedia –la mentira que lo es– queda reflejada en el BOE (11 de julio de 2022) en el que se certifica la carretera como el mayor «genocidio» de la Guerra para, a continuación, proclamar que «se desconoce el número de víctimas».
- Antonio Nadal es Catedrático de Hª Contemporánea(Ret.) de la Universidad de Málaga. Autor del Libro: «Considerando. Abandono y Deshonor en la Perdida de Málaga. 1937»