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El actor británico Charlie Chaplin, a la derecha, se reunió con Winston Churchill y miembros de su familia en la casa de Churchill en Westerham, Kent, Inglaterra, el 19 de septiembre de 1931©GTRESONLINE

Dinastías y poder

Los Churchill: una familia emparentada con el poder, la política y la realeza

Winston Churchill se reunió con Roosevelt y Stalin, acuñó el término de «telón de acero» y recibió el premio Nobel de Literatura. Pero, ¿cuál es el origen de esta aristocrática familia?

La figura de Winston Churchill marcó la historia del siglo XX. Con Nelson, Wellington y ahora la Reina Isabel, forma parte del elenco de personalidades más representativas del Reino Unido contemporáneo. Sabemos que lideró la victoria aliada contra el nazismo y que su «sangre, sudor y lágrimas» animó a la resistencia del pueblo británico frente a los bombardeos alemanes. Se reunión con Roosevelt y Stalin, acuñó el término de «telón de acero» y recibió el premio Nobel de Literatura. Pero, ¿cuál es el origen de esta aristocrática familia?, ¿qué hizo posible que Winston pasase de ser un joven indisciplinado de currículum regular a uno de los líderes más extraordinarios de los últimos siglos?

Desde el siglo XVII, con el primer duque, la familia Churchill ha estado emparentada con el poder, la política y la realeza. Se dice incluso que Arabela Churchill fue amante de Jacobo II de Inglaterra y madre de cuatro de sus hijos. Los genealogistas llegan a encontrar vínculos entre esta dinastía y la española casa de Alba. Y llegan también hasta los duques de Marlborough. Pero quizá, los referentes que mejor nos ayudan a comprender la complejidad de la personalidad de Winston Churchill son sus padres. Lord Randolph H. Spencer-Churchill era una figura prometedora del partido conservador en la época victoriana. Como miembro de la Cámara de los Comunes, en su círculo social mantenía relación con los protagonistas políticos –Salisbury, Balfour…– lo que le llevó a ser designado en 1885 Secretario de Estado para la India. No obstante, y pese a formar parte del Gobierno de lord Salisbury como Ministro de Finanzas en 1886, se opuso a la aprobación del presupuesto del ejército por considerarlo «derroche de dinero público». Esto provocó su dimisión seis meses después de su nombramiento. Era su suicidio político cuando apenas contaba con 38 años. Además, comenzaba a padecer los síntomas de la sífilis que terminaría con su vida.

Jennie Spencer Churchill, con sus dos hijos, Jack (izquierda) y Winston (derecha), en 1889

La madre de Winston Churchill era una millonaria norteamericana, lady Jennie Churchill, volcada en actividades de corte social y en amoríos con el príncipe de Gales, futuro Eduardo VII. También se le atribuye un romance con el conde austriaco Charles Kinsky. Tras quedarse viuda tuvo tiempo para volver a casarse en otras dos ocasiones, con un militar y con un funcionario destinado en Nigeria –ambos mucho más jóvenes– y convertirse en colaboradora del semanario Pearson´s Magazine. Se han escrito varios libros sobre ella, aunque quizá el más ameno sea el de Anne Sebba. A Winston, en cierto modo, le atraía la personalidad arrolladora de su madre y cuando viajaba a Estados Unidos, especialmente en los años 40, le gustaba explotar su lado más yanqui.

El matrimonio de Randolph y Jennie tuvo dos hijos, nacidos en el fabuloso palacio de Blenheim, el buque insignia de la familia. Winston era el mayor. Fue un estudiante mediocre, indisciplinado en impuntual que pasó por Harrow School y la Academia Militar de Sandhurst, para servir como oficial de caballería en la India y el Sudán. El teniente Winston Churchill, de 22 años, actuó como corresponsal en las fuerzas de campo de Malakand, en la frontera noroeste de la India y también estuvo en Cuba en 1895. Tras su regreso a Inglaterra y fracasado su primer intento de entrar en política como parlamentario, parte a África del sur como corresponsal del Morning Post para contar la Guerra Boer. Pero tras destacar heroicamente en una ofensiva, es secuestrado por los holandeses que lo trasladan a un penal del que se fuga temerariamente, cruzando la frontera con el África oriental portuguesa hasta embarcar rumbo a territorio británico, donde será recibido como un héroe. El Imparcial (2 enero 1900) publica una crónica genial sobre la fuga. Winston, salta a la celebridad mundial, lo que le permite entrar como miembro de la cámara, sucediendo a su difunto padre en el Parlamento.

Churchill con el uniforme militar (1895), en su primera elección al Parlamento (1900) y como ministro de Defensa (1940)

Vino después su ascenso político tras resultar elegido parlamentario tory por Oldham. Como su padre, se opuso a la aprobación del presupuesto del Ejército en 1901. Churchill se casó en 1908 con Clementine Hozier en el que fue el acontecimiento social del año. Daily Graphic publicaba en portada una elegante foto de los contrayentes. El matrimonio tuvo cinco hijos, aunque la dedicación de Churchill a la familia fue escasa. Churchill mantuvo un papel bastante confuso en el llamado «viernes negro» contra las sufragistas y en plena Primera Guerra Mundial fue nombrado Gran Lord del Almirantazgo, lo que le llevó a asumir la responsabilidad de la derrota en Gallipoli frente a los turcos. Volvió al frente como oficial, luego al gobierno y fue ministro de Colonias en 1921, en pleno proceso de independencia de Irlanda. Su papel en el periodo de entreguerras está más diluido, aunque fue el único miembro del gabinete que no se opuso a las intenciones matrimoniales de Eduardo VIII con la doblemente divorciada Wallis Simpson. Desde ese punto, su papel de oposición a las políticas de apaciguamiento frente a Hitler en 1939 es más conocido. El 10 de mayo de 1940, el Rey Jorge VI le encargaba formar gobierno tras la dimisión de Chamberlain. Su leyenda había comenzado.

Churchill y Neville Chamberlain, el principal partidario del apaciguamiento

Resulta difícil comprender que el hombre que había llevado a Reino Unido a la victoria, perdiese las elecciones en 1945. Pero él siguió incansable hasta su reelección en 1951. Lo que no siempre se ha escrito es la relación y opinión que el premier británico tenía sobre Franco y la política española, aunque este tema daría para una reflexión de género diferente. Además, será él, Winston Churchill, el primer ministro que tuvo la joven Isabel II tras su proclamación. La única vez que un soberano ha acudido a Downing Street ha sido a una recepción que él ofreció. Toda una deferencia. Igual que lo fueron sus funerales de estado a su muerte en 1965.

A Churchill le gustaban los puros, el whisky y pintar. Era indisciplinado y abrupto. Se paseaba en el yate de Onassis y se relajaba en el estupendo hotel Mamounia de Marrakech. La vida de los hijos de Churchill fue bastante desgraciada. Una hija murió siendo apenas una niña, otra se suicidó, la tercera llevó una vida como aspirante a actriz y llegó a pasar por la cárcel. El hijo, primogénito y sucesor, apenas consiguió una vez escaño como diputado, con fama de pendenciero y fanfarrón. Solo la menor de las hijas, Mary, tuvo una vida estable vinculada a la escritura, el periodismo y también a la política, por matrimonio con Christopher Soames.

El libro de Churchill sobre la Segunda Guerra Mundial es fabuloso. Escribió también sus memorias, My Early Life: A Roving Commission. Hay gran variedad de biografías sobre Churchill (Martin Gilbert, Roy Jenkings, Andrew Roberts…) aunque quizá nosotros nos quedamos, por sencilla, con la de Sebastian Haffner.