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Estatua de César Augusto en el Museo Chiaramonti de la Ciudad del VaticanoDominio Público

El Emperador Augusto también legisló sobre la familia

Andaba el Emperador preocupado por la poca afición de los romanos al matrimonio y la familia y decidió corregir algunas costumbres

Augusto fue un Emperador distinto. Sin ser un gran guerrero como sus antecesores, consiguió imponerse en Dalmacia, Siria y Egipto. Consiguió una paz en el imperio nunca antes conocida y se le concedió el título de imperator no sólo como una dignidad nominal. Tuvo una gran habilidad política para imponer una autoridad que no tuvieron otros emperadores anteriores. Pero sucumbió ante la tentación del poder, agrandando sus potestades. Para ello, cuando le fue preciso, usó la ley como manera de reforzar el poder personal. Ejemplos los hay: procesar a los ausentes o contumaces o reservarse el nombramiento de uno de los dos cónsules, aprovechando violencia en el nombramiento de unos de ellos, privando al pueblo de esta facultad.

Cuando le fue preciso, usó la ley como manera de reforzar el poder personal

Augusto, poco a poco, fue traicionando la República para abandonar las formas democráticas y volver a una monarquía autoritaria. Seguía promulgando decretos en nombre del senado y el pueblo pero estaban hechos por el Emperador. Abrazó el nepotismo para nombrar funcionarios y autoridades, y para cesarlos arbitrariamente. Fortaleció la administración con adictos para el control general. Fiscalmente aumentó los ingresos para mantener la estructura estatal a su servicio, un ejército dócil y un pueblo sometido.

Suelen los autócratas tener cierta predilección por imponer una moral pública que se ajuste a su manera de entender la sociedad. Y la mejor manera es legislar sobre algunas cuestiones privadas cuyas contravenciones llevaran aparejadas castigos o sanciones. Andaba el Emperador preocupado por la poca afición de los romanos al matrimonio y la familia y decidió corregir algunas costumbres. Creía que la sociedad había caído en una gran frivolidad en las relaciones personales, cuando no en el vicio o la corrupción. En esto se apartó de la línea tolerante de sus predecesores.

Augusto creía que la sociedad había caído en una gran frivolidad en las relaciones personales, cuando no en el vicio o la corrupción

Cornelia, madre de los gracos, por Angelica Kauffmann

La 'Lex Papia-poppaea'

Sin ser un hombre especialmente severo, le pareció que la familia romana estaba en decadencia y que era preciso establecer una nueva moral menos relajada. Entendía que un exceso de hedonismo estaba mermando la natalidad romana, quedando en minoría frente a otros pueblos que llegaron buscando la prosperidad o aprovechando el trabajo que los romanos despreciaban. Así surgió en el año 9 la Lex Papia-Poppaea, que tomó el nombre de los dos cónsules célibes como ejemplo del daño que causaba a Roma la falta de hijos. Tácito entendió que era una ley continuadora de las leyes Julias: Lex Iulia de maritandis ordinibus del 18 a. C., para fortalecer la institución matrimonial y la natalidad, y la Lex Iulia de Adulteriis Coercendis del 17 a. C., que añadió actuaciones contra el adulterio.

Entendía el Emperador que el egoísmo en el reparto de las herencias era causa principal del celibato

La nueva ley impedía a los varones de entre veinte y sesenta años sin hijos heredar más que la mitad de los legados, el resto pasaba al tesoro o quedaba vacante a disposición de otros herederos con hijos. Se daba preferencia para ser elegidos cónsules a los que tuvieran más hijos. Entendía el Emperador que el egoísmo en el reparto de las herencias era causa principal del celibato. Había quitado la prohibición de que las mujeres heredaran cuando la herencia superaba un determinado montante para favorecer el reparto del caudal relicto. E incluyó algunas mejoras: tres hijos en Roma, cuatro en Italia y cinco en provincias, eximían de todas las cargas personales. La mujer romana tras tres partos se emancipaba del marido, la latina se equiparaba a la romana y la esclava liberta después de cuatro partos. Se formó el censo diferenciando a los casados de los célibes y se reservaron las principales magistraturas para los primeros. Imponía un periodo de dos años a las viudas y año y medio a las divorciadas para volver a contraer matrimonio o soportar las sanciones hereditarias.

Un niño enfermo llevado al templo de Esculapio, por Juan Guillermo Waterhouse

Pero, como todas las leyes estrictas y severas, tenía algunos errores o situaciones no contempladas con la debida justicia. No consideraba situaciones como los castrados, impotentes o estériles que no eran capaces de procrear pero no por voluntad, asunto muy importante en Roma que llamó la atención del jurista Ulpiano, como recuerda la profesora Esther Domínguez.

Consecuencias negativas de las nuevas leyes

Como todo intento excesivo de modificar las costumbres mediante leyes impuestas, tuvo consecuencias negativas. Ya Tácito, en sus Annales, indicó que no se aumentaron los matrimonios aunque surgió una tupida red de delatores de los solteros ante las autoridades encargadas de sancionarlos, creando conflictos, sospechas y alterando la tranquilidad doméstica. Siempre aparecen los que están dispuestos a medrar por medio de la traición. Por otra parte, el Emperador se reservó un privilegio o ius liberorum, para eximir de las consecuencias del celibato a determinadas personas que, no es difícil de imaginar, eran los amigos.

Es difícil legislar sobre moral privada y querer cambiar las costumbres domésticas desde el poder

El rigor de los preceptos provocó unas prácticas torticeras tendentes a eliminar los efectos sin modificar el modo de vida. El historiador católico italiano César Cantú en su Historia Universal, escribía que «los ricos continuaron entregándose al libertinaje, o si se casaron fue para heredar, no para tener herederos; se aumentó el número de víctimas, y a esto se redujo todo. Los ciudadanos que se habían resignado a la pérdida de sus libertades políticas, opusieron vivísima resistencia a esta reforma de las costumbres; luego la eludieron casando niños, o exponiendo el fruto de su unión forzada». La estricta legislación de Augusto tuvo que ser reformada posteriormente por Tiberio.

Es difícil legislar sobre moral privada y querer cambiar las costumbres domésticas desde el poder. Sólo se puede hacer imponiendo sanciones muy duras y vigilando el cumplimiento, aun con delatores. Pero no se pueden controlar las consecuencias que, en muchas ocasiones, no son las que se buscaban.