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Litografía de 1846 de Nathaniel Currier se tituló La destrucción del té en el puerto de Boston

El motín del té de 1773, el primer paso hacia la independencia de Estados Unidos

La noche del 16 de diciembre un grupo de hombres liderados por Samuel Adams y John Hancock abordaron los barcos vestidos como nativos de la tribu mohawk y destruyeron el cargamento valorado en 18.000 libras de la época

La noche del 16 de diciembre de 1773, alrededor de 60 hombres abordaron tres barcos en el puerto de Boston. Se habían envuelto con mantas sobre sus hombros y untado pintura y hollín en sus caras. En dos o tres horas, subieron cofres a las cubiertas, lo abrieron con hachas y vaciaron su contenido. Grandes cantidades de té se iban acumulando en el mar junto a los barcos: 46 toneladas de té –un producto que tenía impuestos añadidos– fueron lanzados por la borda. Esta fue la chispa que preparó la independencia de Estados Unidos, una rebelión que desencadenaría una serie de cambios sociales y políticos que llevarían a las Trece Colonias a convertirse en una nueva nación: los Estados Unidos de América.

El impuesto del té

Al terminar la Guerra de los Siete Años en 1763, un conflicto que tuvo repercusión en diferentes partes del mundo, el Imperio británico sufrió numerosos apuros financieros: habían ganado la guerra pero a costa de grandes cantidades de sangre y dinero. Es por ello que el Parlamento británico trató de reponer sus arcas agotadas gravando a sus diversas colonias, entre ellas la norteamericana. De esta manera surgen las Leyes Townshend, aprobadas en 1767 y que imponían impuestos a varios productos importados en las colonias británicas como fue el caso del té. Debido a las diversas protestas, la ley fue derogada en 1770 a excepción del impuesto del té que se mantuvo.

Aquella medida generó gran indignación entre los colonos que decidieron no contribuir a las ganancias británicas dejando de comprar el té a la Compañía Británica de las Indias Orientales y adquirirlo de contrabando a comerciantes holandeses. Entonces, en 1773, el Gobierno británico aprobó la Ley del té, que permitió a la Compañía de las Indias Orientales vender té a las colonias directamente, sin tener que pagar ningún arancel o impuesto de aduanas en Gran Bretaña, a cambio de pagar el arancel colonial que era mucho menor y así conseguir que el té solo se vendiese a través de sus propios agentes lo cual dejaba fuera a los comerciantes coloniales independientes.

Las tensiones entre las colonias y la corono británica fueron incrementando y mientras que las primeras exigían mayor libertad y poder para gobernar según su propio criterio, la segunda imponía su derecho de manejar y explotar a las colonias a su antojo. Por lo que se produjeron protestas en Filadelfia y Nueva York, pero fueron las manifestaciones en Boston las que dejaron huella en la historia.

342 cajas de té al agua

El gobernador de Boston, Thomas Hutchinson dio orden de que se cumpliese lo establecido en la ley y permitió que los barcos Darmouth, Eleanor y Beaver atracaran en el puerto repletos de cargamentos de té; sin embargo, no llegarían a salir del puerto.

La noche del 16 de diciembre un grupo de hombres liderados por Samuel Adams y John Hancock abordaron los barcos vestidos como nativos de la tribu mohawk y destruyeron el cargamento valorado en 18.000 libras de la época arrojando 342 cajas de té al agua. Este incidente que en su momento fue denominado como la «destrucción del té», pasaría a conocerse como el «Boston Tea party» 50 años después.

Motín del téLibrary of Congress / Wikimedia Commons

Aquella protesta llegó a diferentes ciudades: en Nueva York se negaron a permitir que los barcos británicos descargaran; en Filadelfia, los habitantes se reunieron para rechazar los barcos británicos del puerto y en Charleston, a pesar de que un barco logró atracar, los funcionarios de aduanas terminaron por confiscar su carga.

Este acto fue para el Rey Jorge III y el Parlamento británico un insulto a su autoridad y en respuesta promovieron las Leyes Intolerables, una serie de medidas revanchistas que imponía una ley marcial en el estado de Massachusetts, cerraba el puerto de Boston, obligaba a los colonos a acoger y proporcionar suministros a las tropas británicas y recortaba considerablemente la capacidad de decisión y las libertades de los colonos con el objetivo de desanimar cualquier intento futuro de oponerse a su control, pero el resultado fue el contrario.

Los dirigentes y las élites de las Trece Colonias estaban convencidos de que Gran Bretaña había excedido sus funciones y había caído en un modelo tiránico y despótico contra el que debían luchar todas juntas. En septiembre de 1774, representantes de todas las colonias, excepto Georgia, se reunieron en Filadelfia para debatir sobre el camino a seguir en su búsqueda de independencia ene l Congreso Continental.