El día que Eisenhower reconoció a España como aliado contra el comunismo
Un día como hoy de 1959, el presidente de Estados Unidos aterrizó en Madrid para una breve visita que sería fundamental para el desarrollo económico e industrial de España a lo largo de los años sesenta
«En la base hispano norteamericana de Torrejón de Ardoz se espera la llegada del presidente de los Estados Unidos, el general Eisenhower. En el curso de su generosa misión de paz va a ser huésped ilustre de Madrid», con estas palabras se retransmitía la noticia de la reunión entre los dos mandatarios. Era el año 1959 y hacia las cuatro de la tarde del 21 de diciembre, el presidente estadounidense aterrizaba en la base aérea cercana a Madrid donde le esperaban más de 500 periodistas extranjeros y españoles, decenas de cámaras de cine y televisión y un millón y medio de personas que quisieron presenciar el momento que suele introducirse como la consolidación del régimen del general Franco y la prueba definitiva de que el dictador había conseguido salir del aislamiento que sufría tras la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial.
El viaje del presidente norteamericano tuvo fuertes oposiciones, no solo de los congresistas demócratas, sino de personalidades del mundo académico, religioso y político
Este, que fue el primer viaje de un presidente norteamericano a suelo español, tuvo fuertes oposiciones, no solo de los congresistas demócratas, sino de personalidades del mundo académico, religioso y político. Es más, el presidente americano recibió un telegrama semanas previas al viaje en el que se le avisaba que la prensa española utilizaría el encuentro como el respaldo definitivo de Estados Unidos al general Franco y le rogaron que enfatizara al pueblo español los principios de la libertad y de la verdadera democracia. Incluso la diplomacia británica había insistido en Washington para que la visita a Madrid no se realizara.
Aquel «tour de los buenos deseos» que inició Eisenhower a finales de su segundo mandato, es decir, hacia el final de su presidencia no tenía prevista su parada en Madrid. A lo largo de 19 días tenía previsto visitar 11 países escogidos minuciosamente desde el Departamento de Estado para asentar las relaciones de amistad con los países que todavía no habían sido tocados por los tentáculos de la esfera comunista, y con especial hincapié en aquellos indecisos, teóricamente neutrales y que peligraban dentro de la inestable situación de la Guerra Fría como eran los casos de Irán, Pakistán o India. De alguna manera se consiguió incluir a Madrid en la agenda del viaje, entre las visitas a Francia y Marruecos: «A fin de cuentas tenemos problemas tanto con Francia como con Marruecos, mientras que en España tenemos importantes bases aéreas y nuestras relaciones con el régimen de Franco son buenas», llegó a declarar ante la prensa uno de los generales del Pentágono.
Años atrás, en 1953 se produjo un hito trascendental para la economía española: los Acuerdos España-Estados Unidos de ayuda económica, ayuda mutua para la defensa y el Convenio defensivo de 26 de septiembre de ese mismo años que ayudaron al país a salir de los años de condena internacional. Además, gracias a aquellos acuerdos, se crearon las bases de Rota, Morón, Zaragoza y Torrejón, que harían de España la mejor plataforma interoceánica en el despliegue estratégico americano contra la URSS durante la Guerra Fría. La visita de Eisenhower, el líder «del mundo libre» o el «artífice de la paz», sería fundamental para el desarrollo económico e industrial de España a lo largo de los años sesenta y la aceptación del país como aliado en la lucha contra el comunismo.
El propio Eisenhower diría que aquel recibimiento fue el más caluroso que había recibido en todo el mundo
Los dos generales entraron en Madrid en un coche descubierto y fueron recibidos de forma «extraordinariamente entusiasta», relató Vernon A. Walters, quien hizo de intérprete del presidente norteamericano, además de ser un alto responsable de la CIA en sus memorias. Y añadiría: «La visible popularidad de un hombre considerado por muchos como un odiado dictador no se reflejó en los artículos de la Prensa americana. Eisenhower, en todo caso, se quedó muy impresionado por todo esto y el modo en que Franco podía convocar a tan enormes multitudes».
El propio Eisenhower diría que aquel recibimiento fue el más caluroso que había recibido en todo el mundo. Aquella tarde la conversación entre ambos mandatarios giró alrededor de la seguridad occidental, la evolución soviética, el desarrollo económico español y su posterior integración internacional. La breve visita culminó en un abrazo que simbolizó la sintonía entre España y la potencia más importante del bloque occidental. España dejaba atrás el ostracismo y la autarquía de los primeros años de la dictadura y avanzaba a un desarrollo económico, social y político que facilitaron el triunfo de la Transición española.