Dinastías y poder
Constantino II y los príncipes daneses que reinaron en Grecia
Marcados por los continuos exilios, se cuenta que Jorge II llegó a decir que «la mejor herramienta para un Rey de Grecia es una maleta»
El fallecimiento de Constantino II ha vuelto a despertar el interés por esta dinastía de origen danés que reinó en Grecia desde 1863. Marcados por los continuos exilios, se cuenta que Jorge II llegó a decir que «la mejor herramienta para un Rey de Grecia es una maleta». Jorge I, Constantino I, Alejandro I, Jorge II y Pablo I fueron los soberanos que precedieron a Constantino en el trono. Tres de ellos eran hermanos, Constantino, Alejandro y Jorge, lo que constituye un caso bastante extraño, aunque no único, entre las casas reinantes europeas: los spare del siglo XX.
Era el año 1863 cuando la Asamblea Nacional de Grecia aceptaba la designación del príncipe Guillermo de Dinamarca, de la dinastía de los Glücksburg, como soberano: reinaría como Jorge I. Era el menor de los hijos varones del Rey Christian IX de Dinamarca, el apodado «abuelo de Europa». Sin ir más lejos, el jovencísimo nuevo monarca era hermano de la emperatriz de Rusia María Fiódorovna (nacida como Dagmar de Dinamarca) y de Alejandra de Reino Unido (esposa del futuro Eduardo VII), la más lucida de las royals de la época. Un cuadro del pintor Laurits Tuxen los retrata a todos en 1886 en el palacio de Fredensborg. Grecia era un país menor en el plano internacional que hacía poco que se había librado de la presión otomana y pasaba por momentos de crisis políticas en el polvorín que suponían los territorios próximos a los Balcanes, crisol étnico y de nacionalidades. Pero Jorge I, casado desde 1867 con la gran duquesa Olga de Rusia –son los abuelos del duque de Edimburgo– consiguió consolidarse en el trono y liderar el reinado más longevo de la Grecia moderna.
Jorge I consiguió consolidarse en el trono y liderar el reinado más longevo de la Grecia moderna
Jorge I fue un Rey querido por su pueblo que, sin embargo, moría asesinado en Tesalónica en 1913, en fechas de incertidumbre para el país y Europa. Su hijo mayor, accedía al trono como Constantino I. Estaba casado con Sofía de Prusia, hermana menor del káiser Guillermo II y, por tanto, nieta también de la Reina Victoria de Inglaterra. Con el inicio de la Primera Guerra Mundial, Constantino se mostró enemigo de la Entente en una posición firmemente compartida por Sofía: eran tan alemanes como griegos. Sin embargo, el gobierno no estaba conforme con esta intransigencia regia y el 11 de junio de 1917, el rey perdía la corona tras verse forzado a abdicar en su segundo hijo varón, Alejandro I. Eran las horas del llamado «cisma nacional» y del máximo poder del primer ministro, Venizelos. El matrimonio, acompañado por el resto de hijos, incluido el diádocos, Jorge -designación del heredero en la cultura ortodoxa- partía al exilio a Suiza, neutral en el conflicto. Establecieron su residencia en Saint-Moritz y luego en Zurich. Grecia, mientras tanto, se alineaba con Francia e Inglaterra y conseguía importantes concesiones territoriales en la Tracia oriental y Esmirna.
Sofía y Constantino pudieron volver a Grecia en 1920, tras el inesperado fallecimiento de su hijo Alejandro. La causa de la repentina muerte del joven Rey no había sido otra que la mordedura de un mono rabioso mientras paseaba por su palacio de Tatoi. Pero el «segundo reinado» de Constantino I no duró mucho puesto que tuvo que volver a abdicar tras la desastrosa derrota contra los turcos en Asia Menor de 1922. Le sucedía ahora su hijo mayor, Jorge II. Estaba casado con Isabel de Rumanía, hermana del conflictivo Rey Carol, casado a su vez con Elena de Grecia: Grecia y Rumania volvían a entrelazar uniones dinásticas en el ya de por si enrevesado gotha europeo.
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Eran tiempos de tensiones, inestabilidades de gobierno y una guerra que causaba estragos entre la población civil. Isabel, a quien le costó adaptarse a su nueva realidad en Atenas, ayudó a muchos refugiados de Anatolia. Sin embargo, el creciente clima revolucionario forzaba su marcha en diciembre de 1923. Se refugiaron en Bucarest desde donde vivieron la abolición de la monarquía en Grecia. Era el mes de marzo de 1923. Años después, el matrimonio terminó separándose.
La inestabilidad en la república griega era enorme. El general Georgios Kondilis derrocó al gobierno mediante un golpe militar y organizó el plebiscito por el que se volvía a validar la monarquía: Jorge II regresaba al país en 1936. Aceptó el gobierno autoritario de Ioannnis Metaxas lo que no impidió la ocupación por parte de las tropas fascistas desde Albania y el inicio de la guerra greco-italiana, finiquitada en 1941 con la intervención del ejército alemán. El Rey Jorge y su familia se refugiaron en Creta y después en Egipto y Sudáfrica. Con él viajaba su hermano Pablo –su heredero ya que no tenía hijos– y sus sobrinos Sofía, reina emérita de España, y Constantito. La menor, Irene, nacerá ya en el exilio.
Grecia entonces el único país no comunista de la Europa del Este y el «freno» del telón de acero en el Mediterráneo
Terminada la Segunda Guerra Mundial y a pesar de la fuerte ofensiva comunista en Grecia, se celebraron elecciones y un plebiscito por el que se aprobó el regreso del monarca, aunque el clima era de guerra civil. Jorge II fallecía en abril de 1947 y le sucedía su hermano menor, Pablo I.
Pablo de Grecia, casado con la princesa Federica de Hannover, reinó hasta su fallecimiento en marzo de 1964. Fue el anfitrión en Atenas de la boda, ortodoxa y católica, de su hija Sofía con Juan Carlos de Borbón, quien todavía no tenía claro cuál iba a ser su destino. Sin embargo, no llegó a ver el enlace de su hijo y sucesor Constantino II, con la princesa Ana María de Dinamarca convertida a los diecinueve años, en la reina más joven del continente. Grecia entonces el único país no comunista de la Europa del Este y el «freno» del telón de acero en el Mediterráneo.
Constantino, Tino como le llamaban sus hermanas, era un joven apuesto y deportista, olímpico en el equipo de vela de los Juegos de Roma. Pero llegó al trono demasiado pronto; en un momento en el que su aceptación del régimen surgido del «golpe de los coroneles» de 1967 terminó costándole la corona. La monarquía se abolió definitivamente en Grecia en 1973, cuando llevaba ya más de cinco años en el exilio.