Fundado en 1910

Imagen del sanatorio de Davos

La historia detrás de Davos: de sanatorio para tuberculosos a foro de la élite económica

El doctor Alexander Spengler viajó desde Alemania a Davos, donde se quedaría a vivir. Allí se dio cuenta de que el clima ejercía una influencia saludable y decidió levantar un balneario terapéutico donde poder tratar a sus futuros pacientes

Este año el Foro Económico Mundial, que reúne a miles ejecutivos corporativos, banqueros y financieros del mundo con los principales jefes de Estado, vuelve a celebrarse en enero, de forma presencial y en Davos, Suiza, ya que debido a la pandemia de coronavirus, en 2021 se desarrolló de manera telemática y en 2022 se retrasó a mayo. Esta cumbre, conocida también como el Foro de Davos –por ser esta la ciudad que la acoge– es una de las reuniones de política y economía más importantes del mundo. Sin embargo, pocos saben que Davos, antes de identificarse con la economía global, fue sinónimo de tuberculosis.

Lejos de los lujosos hoteles y restaurantes exclusivos que vemos en esta ciudad, Davos era un destino mucho más reservado: fue el lugar donde se ubicaron varios de los sanatorios para el tratamiento de enfermedades como la tuberculosis.

En 1853 el doctor Alexander Spengler viajó desde Alemania a Davos, donde se quedaría a vivir. Allí se dio cuenta de que el clima ejercía una influencia saludable: los lugareños tenían una salud de hierro, apenas enfermaban y no sufrían de tuberculosis, una de las enfermedades que se había cobrado muchas muertes por aquel entonces. Por esta razón decidió sacar provecho de ello y en 1868, junto con el empresario holandés W. J. Holsboer levantó un balneario terapéutico, el Kuranstalt Spengler-Holsboer.

En su empeño de dar a conocer este balneario, la construcción de una línea ferroviaria fue clave para cumplir con el objetivo y, además, propició la creación de sanatorios y villas para dar cobijo a aquellos pacientes de tuberculosis que acudían en busca de un tratamiento. Spengler prescribía a sus pacientes largas caminatas, suntuosas comidas, tres litros de leche, masajes en el cuello con grasa de marmota, duchas de agua helada y la llamada estabulación que consistía en estancias largas en establos. El médico alemán escribió que los enfermos respiraban «más fuerte y profundo» así como su pulso se volvía más «poderoso y el apetito se ajustaba por sí mismo».

El Sanatorio Schatzalp poco después de su apertura en 1900

Los pacientes del sanatorio de Davos

Continuando con la labor del doctor Spengler, a principios del siglo XX se edificó el sanatorio Schatzalp donde aristócratas y burgueses se hospedaban durante largas estancias con la esperanza de hacer frente a la enfermedad. Entre los pacientes que se instalaron en la gélida ciudad se encuentran el escritor Robert Luis Stevenson, que padecía de tuberculosis y por indicación médica se trasladó a Davos donde se quedaría dos años. Durante su estancia escribió gran parte de La isla del tesoro (1883).

De la misma manera, el autor de las novelas de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle, se hospedó en Davos desde 1893 debido a la grave enfermedad pulmonar de su esposa. En 1897 regresarían a Inglaterra después de que la salud de su esposa mejorase.

Thomas Mann también tuvo que visitar Davos en 1912, pues la enfermedad de su esposa Katya, lo requería y permanecieron seis meses en el establecimiento. Él volvería por unos pocos días en 1921. Esta experiencia motivo al novelista a escribir la obra La montaña mágica, publicada en 1924. En ella se describe la vida de un sanatorio en Davos: el régimen del establecimiento, la evolución clínica de los pacientes, sus relaciones y sentimientos. A través de los pensamientos y diálogos de sus personajes, Mann analiza los problemas políticos e intelectuales que sacudían a Europa a comienzos del siglo XX.

Ricos y enfermos

Según afirma Greta Jones, autora de La historia de la tuberculosis, en la década de 1930 habían viajado a Davos 6.000 pacientes que eran atendidos en 16 sanatorios y 40 pensiones de invierno. Con todo ello y la afluencia de gente, la ciudad empezó a prosperar y generar espacios y actividades propias de una «zona turística»: «Había eventos teatrales y musicales, exhibiciones de arte, deportes invernales y cursos de extensión universitaria», describe la autora del libro. En Davos se formó una población de enfermos y ricos.

Con el paso del tiempo, los médicos empezaron a encontrar otras maneras más eficaces para curar la tuberculosis que enviar a los enfermos a pasear por las montañas. Menos pacientes acudían a los sanatorios por lo que se remodelaron y convirtieron en hoteles de lujo. Algunos de los edificios pasarían a celebrar diferentes convenciones y después de medio siglo el profesor Schwab organizó el primer Foro Económico Mundial conocido como el Simposio de Administración Europeo.