Autor del libro Los Nadies de la Guerra de España
Francisco Leira: «Tenemos que ser capaces de mirar nuestras miserias y virtudes en el pasado»
En su nueva obra Los Nadies de la guerra de España, el investigador gallego recupera la historia de «gente corriente» de ambos bandos del conflicto
El historiador Francisco J. Leira (La Coruña, 1987) en su nueva obra Los Nadies de la guerra de España recupera algunas de las historias personales de ambos bandos de la Guerra Civil. «La idea es que a través de la historia de esos nadies dar voz a muchas otras personas que no salen en los libros de texto», explica en una entrevista a El Debate.
Historias como las de un fraile gallego que sufrió represión en Madrid, o la de una miliciana que llegó a comisaria política en la capital. También cuanta la historia de dos soldados (uno gallego y otro catalán) que lucharon en el frente de Aragón cada uno en una trinchera distinta. María, Urania, Juan, Francisco, Dorinda y Manuel son algunos de los nombres propios que rescata para reflejar la vivencia del antes, durante y después de la guerra de España, la contienda civil.
–¿Cómo nace la idea?
–La idea parte después de mi tesis doctoral que publiqué también con Siglo XXI, que se llama Soldados de Franco. Y hablando con mi editor vimos que había una especie de vacío para conocer lo que es «la historia de las personas corrientes»; de las personas como yo, como él, como mis padres, como mucha otra gente... que realmente es la mayoría. Entonces, a partir de ahí empezamos a ir elaborando poco a poco lo que fue el índice, lo que fue elegir a los personajes que, en el fondo, representan a otros muchos nadies –como reza el el poema de Eduardo Galeano–. Y a partir de ahí se fue construyendo el libro casi a medida que yo lo iba escribiendo y que él [el editor] lo iba corrigiendo.
Creo que trato un fresco bastante amplio de temas que va desde la represión a los religiosos en Madrid hasta la represión de las mujeres en Galicia. Trato de salir de ese «madricentrismo» y buscar historias de la periferia, sobre todo –yo soy gallego– centrado en el caso gallego y aunque quedan muchos otros temas por tratar como el exilio, algunas cuestiones de mujeres en el bando sublevado, creo que es un libro que, sin tratar de ser un manual, aborda la parte, digamos, de los sentimientos, de los miedos, de la incertidumbre y sobre todo de cómo se ve y cómo se ha visto con posterioridad la violencia que terminó desatando ese tras el golpe de Estado.
–¿Por qué ha elegido el título del libro y a qué hace referencia?
–Hace referencia al poema de Galeano, Los nadies, que habla realmente de todas esas personas que no salimos en los libros de Historia. Y fue una decisión que tomamos también del editor de Akal y del Siglo XXI, Alejandro Rodríguez y yo, y nos pareció que representaba muy bien el contenido del libro. Son personas que, aunque en muchas ocasiones han tenido cierto protagonismo, pero ese protagonismo no ha salido muchas veces de lo local. En algunos caso y en algunos textos hay mucha mitología y mucha creación cultural sobre lo que pasó en esas personas. La intención era trasladar la rigurosidad de lo que es el estudio histórico, pero también la narrativa y el ensayo... y creo que el título profundiza en lo que es esa idea de la historia de los que no suelen tener historia.
–En el ensayo da una visión completa de todo lo que fue la contienda ¿Cómo vivieron estos nadies el antes y después de la guerra?
–Hay que partir de una base. O por lo menos, es de la base de la que parto yo –entiendo que hay otros historiadores que no lo comparten–. Mi percepción es que antes de la guerra no hubo una conflictividad que llevase a una Guerra Civil. Eso es una de las cosas de las premisas que yo quiero romper. Realmente existió una sociedad plural, no existían dos Españas y que lo que sucedió en aquel contexto, no es muy diferente de lo que sucedió en otros países como Reino Unido, Francia; en los que no hubo golpes de Estado, sino que hubo otros procesos políticos. Es un proceso de cambio y eso es algo que hay que tener muy en cuenta. A nivel social, lo que quiero mostrar es esa evolución y de cómo las personas fueron cambiando en ese contexto. No es lo mismo los años 10, los años 20 que los años 30... las personas no somos estancas, sino que vamos evolucionando y esa evolución es la que intento mostrar. Teniendo siempre en cuenta el contexto político y social y cultural que existía en aquella época, que no tiene nada que ver con el contexto social, político y cultural que tenemos en la actualidad.
Lo que sucede en la posguerra y en el recuerdo –que es la otra parte del libro–, ahí sí que entran entre más en lo que es, en el análisis del recuerdo de lo sucedido en aquel periodo y de cómo las familias y las instituciones han ido recordando y se ha ido cambiando a lo largo del tiempo.
El título profundiza en lo que es esa idea de la historia de los que no suelen tener historia
–¿Cómo eligió a los protagonistas?
–Dependió mucho de encontrar personas de las que tuviese documentación. En este plano me ayudó mucho la sociedad civil que me cedió cartas, me cedieron memorias, me cedieron escritos, diarios... y eso ayudó a construir todo lo que fue el libro. Entonces, el criterio por una parte es un criterio digamos, científico. Quise mostrar un fresco amplio de lo que fue la Guerra Civil. Pero también tengo que reconocer que en el libro, como en todos los libros, tanto sean de historia como de ensayo, como de narrativa, hay una parte de mí. Entonces, en todos los personajes hay algo en lo que yo me siento reflejado y por eso quizá los incluyo.
–¿Cuál es la historia que más le ha gustado escribir?
–Todas me gustaron escribir porque en todas me siento identificado, pero la que más me ha gustado escribir y la que más me ha costado, a su vez –que es lo curioso– es la última, la de la primera alcaldesa gallega, María Gómez y la de la hija de de Ricardo Mella, Urania Mella. Quiero dejar que se hable de ella como la hija de y que tengan su propia voz, pues ambas participaron en la sociedad civil de aquel momento.
–Uno de los protagonistas es un fraile gallego que sufrió represión en Madrid, ¿cómo fue?
–La narra de una manera muy personal. El vivió en San Francisco el Grande, aquí en Madrid –un sitio precioso– y cuenta que entraron grupos revolucionarios y los metieron en la cárcel. Estuvo en la cárcel con unos maristas y a estos, sus compañeros de celda, los asesinaron un día por la mañana. Él tuvo la suerte de ir destinado a un batallón de la República y gracias a no se sabe por qué, pero le dejaron participar como miliciano, digamos en un batallón de la República, pudo desertar e irse para el otro bando y empezar a vivir en Ourense y ser capellán de la cárcel de Ourense. Entonces realmente narra la historia desde una perspectiva muy personal.
Lo que sucedió en el año 1936 no lo podemos extrapolar al presente
–Para dar forma a los capítulos has podido contar con la colaboración de familiares, ¿Cómo se conjuga el hacer memoria con pasar página?
–Creo que estudiar el pasado no abre heridas, todo lo contrario. Lo que tenemos es que abandonar el «guerracivilismo». Lo que sucedió en el año 1930, tiene unas características muy concretas; pertenece a una sociedad con una con un concepto cultural, político y social completamente distinto a lo que sucede ahora. Lo que tenemos que hacer como sociedad es analizar, dignificar a las víctimas. Es un pasado que en ocasiones podemos llamarlo traumático, incómodo. Hay otros autores que lo llaman pasado sucio, pero realmente es nuestro pasado y lo tenemos que estudiar, lo tenemos que conocer y no pasa nada por conocerlo. En la parte introductoria y en la parte final hablo de que si somos capaces de mirar a lo que sucedió en el pasado. Ser críticos y tratar de entender, pero sin justificar lo que sucedió en aquel momento.
–¿Se puede hablar de la Guerra Civil sin hacer ningún tipo de juicios?
–No deberíamos hacer juicios de lo que ocurrió hace 80 años. Lo que tenemos es que ser críticos, como dije, tratar de entender, tratar de comprender, pero nunca de justificar. No se puede justificar un asesinato ni en el año 2022 ni en el año de 1936. Lo que sucedió en el año 1936 no lo podemos extrapolar al presente. Es cierto que siempre va a estar influenciado la labor del historiador, la labor del escritor cuando analiza el pasado, ese presente, pero tenemos que tratar de abandonar ese análisis guerracivilista, presentista, aunque tengamos en cuenta el presente de aquel periodo.
No pasa nada por hablar de lo que sucedió hace 80 años, porque de lo que sucedió 80 años, ninguno de los que estamos vivos en la actualidad somos herederos. De hecho, yo hablo del caso de de mi abuela. Mi abuela cuando murió Franco, llegó a la casa, fue a la habitación de mi madre y le dijo: Maite, Franco ha muerto. Y mi abuela estaba llorando. No me avergüenzo de su reacción porque mi abuela no me representa. Mi abuela había vivido durante todo el franquismo. Entonces hay que comprender también esa parte.
–¿Tenemos que reconciliarnos con nuestra historia?
–Tenemos que ser capaces de mirar nuestras miserias y nuestras virtudes en el pasado. Y no pasa nada. Me parece que es positivo en términos democráticos conocer lo que como sociedad hicimos bien y lo que hicimos mal, y eso nos ayudará a crecer democráticamente.