Fundado en 1910

Vista de la aldea norcoreana Kijong-dong, también conocida como «pueblo de la propaganda»

El origen de la expresión 'aldeas Potemkin': pueblos creados para ocultar la realidad desastrosa

Esta expresión se utiliza para referirse a cualquier maniobra política, militar o económica que tenga como objetivo ocultar o disfrazar la realidad

El Gobierno de Pedro Sánchez se ha aficionado a los pueblos rusos. A esas 'aldeas Potemkin' que han perdurado como sinónimo de montaje propagandístico. Pero, de ¿dónde viene la expresión?

Corría el año 1787 cuando Catalina II de Rusia emprendió un viaje por Crimea como parte de su agenda de propaganda política tras la reciente adhesión de este territorio a Rusia. Por aquel entonces, el general ruso Grigori Alexandrovich Potemkin fue nombrado gobernador del nuevo territorio. Según la leyenda se dice que para impresionar a la zarina –pues el nuevo gobernador era amante de la Emperatriz– levantó un decorado teatral compuesto por una serie de aldeas cuyas casas eran solo una fachada a orillas del río Dniéper, rodeadas por árboles y jardines falsos, y pobladas por actores disfrazados de felices habitantes del nuevo territorio ruso.

Terminada la visita, estos pueblos se desmantelaban para ser trasladados y montados en otros lugares para seguir con la farsa

Otras fuentes explican que aquel año, debido a los rumores de una posible nueva guerra entre Rusia y el Imperio otomano, Catalina II junto a su corte y varios embajadores realizó un viaje durante seis meses por la «Nueva Rusia» con el propósito de impresionar a los aliados de Rusia antes de la guerra, además de familiarizarse, supuestamente, con sus nuevas posesiones. Con ello, Potemkin para ayudar a la Emperatriz a lograr su objetivo, estableció «aldeas móviles» en las orillas del río Dniéper para que cuando la Emperatriz y los embajadores visitasen la zona, estos fuesen testigos de una gran obra teatral mostrando el aspecto próspero de Crimea. Terminada la visita, estos pueblos se desmantelaban para ser trasladados y montados en otros lugares para seguir con la farsa.

Fuegos artificiales durante la visita de Catalina II de Rusia en Crimea

Pueblos fantasma

De una manera u otra, es de esta visita de donde nace la expresión 'aldea Potemkin' (o 'pueblos Potemkin') para designar una pretensión falsa que es solo apariencia con la que se intenta encubrir una realidad desastrosa. En la actualidad, estos pueblos continúan existiendo y siguen escondiendo la pobreza y la ruina con atrezos para fingir prosperidad y bienestar. Un ejemplo de esto es el pueblo de Kijong-dong ubicado en la zona desmilitarizada de Corea del Norte fundada en 1950.

Este pueblo fantasma es conocido en el Norte como «pueblo de la paz» mientras que en el Sur recibe el nombre de «pueblo de la Propaganda» ya que hasta 2004, los altavoces los edificios vacíos emitían propaganda norcoreana.

Las autoridades norcoreanas aseguraron que albergaba una granja colectiva de 200 familias que contaban con guarderías, escuelas de primaria y secundaria, y hasta un hospital. Las luces se encendían y se apagaban, las carreteras se limpian periódicamente simulando actividad, pero todo formaba parte de una función teatral. El objetivo principal fue la de «impresionar» a los posibles desertores del Sur con una muestra de progreso y modernidad del Estado comunista por lo que dotaron a la aldea fantasma con costosos edificios y suministros de electricidad, elementos que en aquella época y zona eran considerados como un signo de futuro. Hasta 2004, los altavoces en los edificios vacíos de Kijong-dong lanzaban discursos de denuncia y óperas patrióticas. Por esta razón, al otro lado de la frontera es llamado «pueblo de la propaganda».

Una calle principal del gueto de TheresienstadtYad Vashem, centro mundial de conmemoración de la Shoá

Otro célebre ejemplo de estas 'aldeas Potemkin' es el campo-gueto de Theresienstadt, que tuvo una importante función propagandística para los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. El objetivo de este recinto fue el de encubrir los asesinatos en masa de judíos. En la propaganda nazi, se describía cínicamente a Theresienstadt como una «ciudad balnearia» donde los judíos alemanes ancianos podían «jubilarse» con seguridad. En 1944, un delegado de la Cruz Roja Internacional así como dos de la Cruz Roja danesa entraron en este campo-gueto ubicado en la actual República Checa.

Durante ocho horas recorrieron las instalaciones, hablaron con los residentes, presenciaron un partido de fútbol, almorzaron, escucharon ópera y sacaron muchas fotos. El informe fue muy positivo y se subrayó el calificativo de «ciudad paraíso». Todo aquello fue parte del gran engaño de los nazis ya que necesitaban hacer creer a Europa que trataban de forma aceptable a los prisioneros en los campos de concentración y para ello asfaltaron y limpiaron las calles, crearon edificios falsos como tiendas o una escuela. Levantaron un espacio de juegos para los niños y hasta instalaron una sinagoga.

Revistieron con sus mejores galas el campo-gueto donde murieron 35 mil personas, más de 90 mil fueron deportadas a campos de exterminio y entre todas aquellas víctimas solo sobrevivieron unas 20 mil personas del llamado «gueto modelo».