El gobernador de Kar-Assurnasirpal y la construcción del palacio que los llevó a la ruina
Esta antigua ciudad fue mandada construir para controlar las ricas rutas comerciales que atravesaban la provincia de Rasappa y sus ricas tierras regadas por el Eúfrates
Tell Masaikh es un yacimiento arqueológico situado en la ribera izquierda del río Eúfrates, a unas cinco millas al norte de Tell Ashara, yacimiento arqueológico de la antigua ciudad de Terqa. Estamos en Siria, cerca de la frontera con Iraq y el yacimiento de Tell Masaikh se lleva excavando cerca de treinta años, pues ese lugar fue ocupado por una ciudad llamada Kar-Assurnasirpal.
La ciudad fortificada asiria de Kar-Assurnasirpal (el arsenal de Assurnasirpal, en lengua asiria) fue mandada construir durante el reinado de Asurnasirpal II (883 – 859 a. C.) para controlar las ricas rutas comerciales que atravesaban la provincia de Rasappa y sus ricas tierras regadas por el Eúfrates. En el siglo VIII a.C. se nombró un nuevo gobernador que se estableció en Kar-Assurnasirpal, su nombre era Nergal Eresh. El nuevo gobernador mandó construir un palacio para él. Los restos arqueológicos no han conseguido desenterrar toda la estructura, ya que esta tiene unas dimensiones desproporcionadas con la importancia de la ciudad. Mas parece un palacio real asirio, con más de cien metros de lado y muros de hasta cuatro metros de grosor, con tres y cuatro pisos de altura. Por supuesto el palacio se llenó con una corte que vivía de los fondos que Asur (capital del Imperio asirio) designaba a cada provincia después de recolectar impuestos.
Nergal Eresh continuó con faraónicas obras, que se encarecían con el cobro de comisiones cuyos ingresos iban a funcionarios de la corte o al propio gobernador. Llegó un punto en que los gastos eran mayores que los fondos que se recibían. Pronto las arcas se encontraron vacías y, para continuar, se hicieron recortes en otras partidas y que afectaron directamente a la población. Los habitantes se revolvieron, cada vez más descontentos por las cargas que caían sobre ellos y por la, cada vez, peor situación económica de la provincia.
En Asur, la capital de los asirios, empezaban a mirar con preocupación a la otrora rica provincia, que cada vez generaba menos y de donde llegaban extrañas noticias. La situación se fue volviendo insostenible. Entonces, Nergal Eresh, tuvo una idea genial: la culpa de todo era de Asur. Asur no transmitía suficientes fondos, gritó a los cuatro vientos. Los codiciosos asirios esquilman los recursos y riquezas de la rica tierra de Rasappa y apenas devuelven unas migajas. Él –el gobernador Nergal– solo había trabajado por el bien de todos. Había levantado magníficos edificios y avenidas que mostraban la grandeza de Kar-Assurnasirpal. Todos ellos necesarios para el buen funcionamiento y en beneficio del pueblo. Por todo eso los ingresos de la provincia deberían invertirse y gastarse exclusivamente en los habitantes de Kar-Assurnasirpal.
Las protestas contra el gobernador se acallaron y fuero redirigidas contra los representantes del gobierno asirio. Pronto la provincia se declaró en estado de sublevación. Estamos hablando de unos sucesos de hace dos mil ochocientos años, en una época más bárbara y violenta, donde las cosas se arreglaban de manera directa. Y así lo hizo Adad-Nirari III, señor de Asur y del Imperio asirio. Nada quedó de la orgullosa Kar-Assurnasirpal. El nombre del gobernador Nergal Eresh fue borrado de todos los registros. Así el olvido cayó sobre ellos. Hasta que, hace apena treinta años, se empezó a excavar el yacimiento arqueológico de Tell Masaikh. Para que luego digan que la historia no se repite. Y es que no aprendemos.