Picotazos de historia
¿Ángel o demonio? Fritz Haber y los gases en la Primera Guerra Mundial
Se le nombró responsable del departamento de suministros químicos del ejército. Gracias a él la industria alemana produjo millones de toneladas de explosivos
Nació en el seno de una familia de judíos asquenazis, en la ciudad alemana de Breslau. Terminó sus estudios primarios y cumplió con el servicio militar, donde sufrió discriminación y, muy probablemente, fuera el origen de su conversión al protestantismo. Estudió en la Universidad de Heildelberg donde fue compañero de Robert Bunsen (hoy solo recordado por los mecheros de clase de química) y en la Técnica de Berlín. Les estoy hablando de Fritz Jakob Haber (1868 – 1934) una de las mentes más brillantes de su tiempo. Pronto destacó como un químico dotado y se impuso encontrar una solución al problema de los fertilizantes.
El nitrógeno, el elemento más abundante de lo que llamamos aire, no puede ser absorbido por las plantas sin transformarse antes en nitratos. Piensen que la producción agrícola dependía del uso de abonos de origen natural (salitre, guano y estiércol) y que los grandes depósitos de los dos primeros se agotarían pronto, al ritmo actual. Se había llegado a tal punto en la necesidad de abonos para alimentar a una, cada vez mayor, población, que se buscó cualquier sustituto. La ciudad y puerto de Kingston upon Hull se hizo famoso por recibir millones de huesos, humanos y de animales, adquiridos en Europa, norte de África y Norteamérica, para ser molidos para la fabricación de nitratos. Muchos de los muertos de las guerras napoleónicas acabaron como abono en Inglaterra. Básicamente: la demanda de compuestos nitrogenados, como fertilizantes, superaba con mucho a la oferta. Amenazando con una hambruna de dimensiones jamás conocidas.
En diciembre de 1914 se le ordenó que encontrara alguna sustancia que incapacitara para luchar
Fritz Haber empezó a trabajar en este problema sobre el año 1904, encontrando la solución en 1908. En 1911 se le concedió la patente de su descubrimiento, que pasó para su explotación comercial a la empresa BASF, donde trabajaba él. Junto con el químico de la BASF –Carl Bosch– dieron con la forma de aplicar industrialmente el descubrimiento. Consiguieron producir nitratos, sulfatos, fosfatos, etc, literalmente «del aire». Y aquí se inició el gran drama de Haber.
En 1914 estalló la que se conoció como Gran Guerra (hasta que apareció otra mayor y pasaron a llamarla Primera Guerra Mundial) y Haber, un ardiente patriota, se ofreció voluntario. Se le nombró responsable del departamento de suministros químicos del ejército. Gracias a él la industria alemana produjo millones de toneladas de explosivos y abonos que impidieron el colapso del Imperio Alemán, a pesar del bloqueo al que se veía sometido. En diciembre de 1914 se le ordenó que encontrara alguna sustancia que incapacitara para luchar. Se puso a ello y sus investigaciones dieron lugar a la creación de los regimientos 35 y 36, unidades especializadas para el combate de gases, que liberarían 150 toneladas de cloro gaseoso durante la Segunda Batalla de Ypres. Haber inició la guerra química, desarrollando la primera arma de destrucción masiva.
Terminada la guerra se produjo la gran paradoja. Por un lado Haber recibió el premio Nobel de química por sus contribuciones en el desarrollo de una fuente ilimitada de fertilizantes, que habría salvado a la humanidad de una hambruna sin precedentes. Por otro lado, abandonó Alemania pues era un criminal de guerra buscado por los tribunales. Fue condenado y despreciado como productor de materiales que alargaron la contienda y como el padre del uso de los gases en la guerra y, al mismo tiempo, sus clases estaban siempre a rebosar, por la brillantez de sus ideas y la claridad de su exposición.
¿La persona que salvó a la humanidad del hambre era un monstruo o un patriota?
Haber falleció el 29 de enero de 1934 en Basilea. Al año siguiente, el ministro de Educación alemán, prohibió la asistencia de cualquier funcionario o empleado estatal a la misa en recuerdo por su alma. ¿La persona que salvó a la humanidad del hambre era un monstruo o un patriota? Les dejo la pregunta.