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Jinete identificable con María de Estrada, cabalgando con Hernán Cortés. Lienzo de Tlaxcala

María Estrada: la mejor mujer soldado de Hernán Cortés

Desde el segundo viaje de Colón las españolas también viajarán al nuevo mundo. En el siglo XVI, de los 45.327 viajeros a América registrados, 10.118 fueron mujeres

Se tiende a pensar que la colonización española de América fue fundamentalmente masculina, a diferencia de la colonización anglosajona, más tardía y protagonizada por ambos géneros. Se trata de un error muy común debido, posiblemente, a que la propia corona promovió en el caso español el mestizaje mientras que en las colonias inglesas se rechaza el mismo y frente a la integración española se tiende más bien a la destrucción de los pueblos originarios y a conformar familias de blancos protestantes.

Pues bien, esta imagen de una América hispana sin europeas, como muchas otras que rodean a la conquista de América, es falsa. Desde el segundo viaje de Colón las españolas también viajarán al nuevo mundo. En el siglo XVI, de los 45.327 viajeros a América registrados, 10.118 son mujeres. De hecho, en la conquista de la Nueva España tuvieron un papel absolutamente determinante. Sin el apoyo de mujeres como la «Malinche», María Luisa Xicotencatl, Beatriz Bermúdez, Elvira Hermosilla, Beatriz de Palacios, Isabel Rodríguez y muchas otras, Cortés posiblemente no hubiese podido alcanzar sus objetivos. Sin embargo, fueron claramente marginadas en las crónicas de la época. Como señala con ironía Gómez-Lucena, «Bernal Díaz del Castillo incluyó nombre y características de hasta 16 caballos de la expedición, pero apenas nombra a las mujeres tanto castellanas como aliadas que participaron».

«No teníamos otra mujer como ella en Castilla»

En cualquier caso, entre todas estas heroínas, hay una que destaca de manera muy notable sobre el resto. Se trata de María de Estrada, la mejor mujer soldado de las que participaron en la conquista, de las pocas sobre la que los cronistas sí hacen referencias y la española a la que Cortés tenía en mayor estima y admiración. Sin embargo, incluso su nombre fue olvidado con el paso de los siglos. ¿Quién fue, en realidad, esa mujer tan notable, de la que Bernal llegó a decir que «no teníamos otra mujer de Castilla como aquella»? ¿Por qué tuvo un papel tan destacado en la conquista?

No existen datos ciertos sobre su origen y fecha de nacimiento. Posiblemente naciese en Sevilla, aunque su padre, Juan de Estrada, fuese norteño, o bien de Cantabria o, como señala el padre Feijoo, «el apellido persuade que era de Asturias». Otras teorías sobre un probable origen judío o incluso gitano parecen un tanto fantasiosas y carecen de cualquier respaldo académico. Con respecto a la edad, era algo mayor que las otras españolas que participaron en la conquista, (de ahí que algunos hombres le llamasen «la vieja»), por lo que se estima que habría nacido alrededor de 1485. Hermana de Francisco de Estrada, habría viajado con éste en 1509 a La Española, en donde pasaría a formar parte del servicio de la Gobernadora María Álvarez de Toledo, para viajar posteriormente a Cuba.

Fue hecha prisionera, pero el cacique indio, admirado por su belleza le perdonó la vida y la tomó como concubina

Se sabe que en un combate con los indios taínos fue hecha prisionera, junto a otros castellanos a los que acabaron torturando y matando; sin embargo, el cacique indio, admirado por su belleza le perdonó la vida y la tomó como concubina. Así transcurrieron los siguientes dos años de su vida hasta que los taínos fueron vencidos y ella liberada. En Cuba comenzará un romance con un español llamado Pedro Sánchez Farfán. (No está claro, sin embargo, si se casaría con él en Cuba o en 1521 en Nueva España).

Con respecto a cuando viaja a las tierras continentales también hay diversidad de opiniones. Para algunos historiadores habría llegado en la expedición de Pánfilo de Narváez para reunirse con su pareja –personalmente estoy con aquellos otros que piensan que habría viajado en la expedición original de Cortés–. Hay que tener en cuenta que era muy excepcional, en la época, que las mujeres viajasen solas, de hecho, todas las que llegan en la expedición de Narváez lo hacen en pareja, dejando, aparte, el hecho que esa expedición habría de enfrentarse militarmente con la de Cortés lo que la situaría a ella y a Farfán en bandos opuestos. Además, algunos autores, como Raquel Gutiérrez Estupiñán, afirman que luchó en Centla, batalla anterior a la segunda expedición. Por cierto, que este Farfán se hizo célebre por ser uno de los soldados que capturó al propio Narváez en la batalla de Cempoala.

Bernal la cita por primera vez en la noche triste, donde se habría abierto paso en su huida por la calzada de Tlacopan luchando bravamente con espada y rodela. De ella escribirá el cronista Diego Muñoz Camargo que combatía, «con tanta furia y ánimo, que excedía el esfuerzo de cualquier varón» y «como si fuese uno de los hombres más valerosos del mundo». De hecho, es reconocido su destacado papel en la batalla de Otumba. Para este mismo cronista, formará parte de los jinetes que lucharán lanza en mano y sobre los que recaerá finalmente la mayor responsabilidad de la batalla e incluso el desenlace de la misma y Javier clavijero la sitúa con lanza corriendo entre los enemigos e «hiriendo y matando con una intrepidez muy ajena a su sexo».

También fue célebre su repuesta a Cortés cuando pretende dejarla en Tlaxcala para evitarle riesgos. «No es bien, señor capitán, que mujeres españolas dejen a sus maridos yendo a la guerra; donde ellos murieren moriremos nosotras, y es razón que los indios entiendan que somos tan valientes los españoles que hasta sus mujeres saben pelear».

Según Espino López, María le habría salvado la vida a Diego Sánchez de Sopuerta en los alrededores de Tenochtitlan. Torquemada y Francisco de Cervantes también ponen de relieve que además de ser una excelente amazona y una temible guerrera, «a ratos se dedicaba a cuidar de heridos y enfermos».

María Estrada fue una mujer que, a pesar del machismo inherente a su época, suscitó una enorme admiración y respeto en todos aquellos que la conocieron

De la importancia que tuvo Estrada para el del Medellín hay numerosas pruebas. Al terminar la conquista, Cortés es extremadamente generoso con ella, (mucho más que con la mayoría de sus soldados), otorgándole encomiendas en tres ciudades (Hueyapan, Nepupualco y Tetela) y haciéndola una mujer muy rica. El propio Cortés reconoce, a la muerte de su marido Sánchez Farfán, que «a su mujer soy en mucho amigo…y la tengo en lugar de hermana». Estos gestos, un tanto desmedidos, hacia ella y dada su fama donjuanesca hacen sospechar que más que hermana hubiese podido ser una de sus eventuales amantes. Un romance que, por razones obvias, a ambos les interesaba guardar en secreto.

Tras la muerte de Farfán, María se casará, de nuevo, con Alonso Martín Partidor, con quien funda la ciudad de Puebla, pero lejos de llevar una apacible vida de terrateniente, en ocasiones tendrá que volver a vestirse la armadura para defender sus encomiendas de los belicosos indios Tetelecas, a los que vence e incorpora al virreinato.

María de Estrada fallece alrededor de 1535 de una enfermedad epidémica, su vida ha inspirado algunos ensayos y novelas históricas y de hecho creo que es la única española retratada junto a Cortés en el lienzo de Tlaxcala. Una mujer que, a pesar del machismo inherente a su época, suscitó una enorme admiración y respeto en todos aquellos que la conocieron.