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El gran relicario del Monasterio de la EncarnaciónPatrimonio Nacional

Historia del Arte

Las asombrosas reliquias, inexplicables para la ciencia, de San Pantaleón y San Gennaro

Las tradiciones de dos reliquias, situadas en Madrid y Nápoles, nos dejan curiosas historias sobre el capricho humano. Son milagros que tienen lugar en fechas determinadas y no carecen de anécdotas al respecto

Un acontecimiento tiene lugar al menos una vez al año en el centro de la ciudad de Madrid. La sangre de San Pantaleón se licua ante la mirada atónita de los fieles cada 27 de julio en el Monasterio de la Encarnación. En cambio, aunque el suceso es similar, la ciudad de Nápoles contempla con preocupación la reliquia de su santo patrón en busca de un futuro favorable. La sangre de San Gennaro tiene otro proceder, el de disolverse el primer domingo de mayo si prevé que el año será bueno.

Una de las ocasiones más impactantes fue cuando permaneció líquida (la sangre de San Pantaleón) durante toda la Primera Guerra Mundial

Estos fenómenos son considerados milagros. Después de numerosos estudios no se ha encontrado una explicación plausible para que la sangre coagulada que lleva siglos encerrada en una cápsula se vuelva líquida, aun estando en diferentes entornos.

La reliquia de San Pantaleón se encuentra en Madrid desde el siglo XVII. Ha quedado registro de que cada año desde entonces el evento ha llegado puntual. Aunque también ha sorprendido diluyéndose en fechas inesperadas o durante un periodo de tiempo mucho mayor. Una de las ocasiones más impactantes fue cuando permaneció líquida durante toda la Primera Guerra Mundial.

La belleza envolvente

Dice una leyenda apócrifa que la catedral de Nápoles, donde se albergan las ampollas con la sangre de San Gennaro, fue construida en el siglo XIII por mandato de Carlos I de Anjou para apaciguar al santo, y con ello poner fin a un período continuado de pestes y terremotos. Añadiendo que, por esta razón, la sangre se licua coincidiendo con la fecha en la que las reliquias fueron trasladadas a su estancia, llamada Capilla del Tesoro.

La gran sala está llena de presentes, formando un conjunto que supera la cifra de 21 mil piezas. Los obsequios fueron donados durante siglos por importantes personalidades como el emperador Napoleón Bonaparte, que en 1806 entregó una cruz de diamantes y esmeraldas. Además, la capilla, ricamente decorada, está presidida por el lienzo considerado más importante de la producción del pintor barroco José de Ribera, San Gennaro saliendo ileso del horno.

'San Gennaro saliendo ileso del horno', de Ribera.Fotografía del historiador del arte Cipriano

El monasterio de la Encarnación, ubicado muy próximo al Palacio Real, conserva obras pictóricas y escultóricas de los siglos XVII y XVIII firmadas por autores de gran calidad, como el virtuoso italiano Luca Giordano. El recipiente de la sangre de San Pantaleón se encuentra en una sala que guarda una colección de 700 relicarios de ricos materiales como bronce coral o marfil. En España se conservan numerosas huellas de santos, tendencia extendida por Felipe II, entre las que la de San Pantaleón es protagonista en la actualidad.

Una petición inaudita

La significación de la reliquia de San Gennaro se puede observar a través de la narración del escritor Alexandre Dumas sobre lo ocurrido durante la invasión de las tropas de la República francesa en Nápoles en 1799. Corrían rumores sobre que, con la ocupación del ejército francés, el santo no realizaría su milagro ese año. El nivel de crispación era tal que soldados galos aparecían asesinados por toda la ciudad. Uno de ellos fue encontrado manteniendo un cuchillo en el pecho, que tenía una inscripción en el mango: «¡Su milagro!».

Llegado el día y la hora esperadas, entre las seis y las ocho de la tarde del primer domingo de mayo, nada ocurría y la multitud clamaba. En lugar de dirigir sus lamentos al santo, como era habitual, se mostraban rabiosos con las tropas francesas porque si la sangre permanecía coagulada simbolizaba la disconformidad de San Gennaro con su actuación. De ser así, para evitar un año funesto, la población se rebelaría ante la presencia francesa, que intentaba emplazarse en el territorio para aislar la recién creada República romana de la influencia napolitana.

Championnet «decidió que de alguna manera sucediera el milagro».

Ante la expectación, deseosos de prosperidad, «los brazos empezaron a salir de los abrigos y los cuchillos de los bolsillos». Como reacción «los granaderos miraron al general para saber si ellos sacarían la bayoneta». Championnet «decidió que de alguna manera sucediera el milagro». Se inclinó hacia a su mariscal de campo, que se acercó al altar y susurrando amenazó al obispo: «Quiero decirte, en nombre del general en jefe que, si en diez minutos no se realiza el milagro, en un cuarto de hora te fusilan». Cinco minutos después la sangre se licuó, salvando la vida del sacerdote, evitando una contienda e impidiendo la destrucción de la catedral.

Las historias alrededor de las reliquias de San Pantaleón y San Gennaro son la muestra de que el hombre se debate entre querer controlar el futuro y el gusto por lo inexplicable.