Cuando miles de españoles emigraron a la Argelia francesa en busca de trabajo o al exilio
A principios del siglo XX habitaban en Argelia 421.000 franceses de origen y naturalizados y 160.000 españoles que no aceptaron la nacionalidad francesa, dos tercios de los cuales residían en la región occidental donde eran mayoría
En 1830 los franceses llegaron a Argelia. Una larga guerra contra los resistentes argelinos fue la consecuencia del interés francés por ocupar las tierras y someter a la población local. En 1844 se produjo la batalla de Isly en la que fue derrotado el emir Abd el Kader. No fue la paz definitiva porque siempre hubo conatos de oposición violenta a la colonización, pero sí que supuso el control de Francia del territorio.
Con eso se conseguía una de las finalidades principales de la colonización: disponer de tierras de cultivo para asentar europeos. Unas veces por considerarlas sin dueño (terra nullius) aun desconociendo los derechos de las tribus, otras mediante expropiaciones impuestas. Esto obligaba a los argelinos a trabajar como empleados de los colonos o, como ya señalaba Sartre, a desplazarse a tierras más al sur que eran de peor calidad y creando situaciones de agravio donde se labraba el malestar.
El sistema legal que se implantó en la Argelia francesa era confuso, cambiante y lleno de preceptos que no siempre casaban bien entre ellos
Para poner en valor las tierras se necesitaban muchos colonos europeos. El sistema legal que se implantó en la Argelia francesa era confuso, cambiante y lleno de preceptos que no siempre casaban bien entre ellos. Pero, resumiendo, a los colonos se les adjudicaban lotes en concesión administrativa para luego consolidar la propiedad. Se adaptaba el sistema de Acta Torrens.
La persecución a los españoles
En España, en esa época, había necesidad de trabajo para muchas personas. Así se formó una gran emigración de alicantinos, valencianos, baleares, murcianos y andaluces orientales hacia Argelia, prefiriendo el Oranesado por proximidad. Estaban más cerca que América y el clima les facilitaba algunos cultivos que conocía bien en sus provincias: frutales, cereales, esparto… En 1848 ya residían en Argelia más de treinta mil españoles. Las sequías que asolaron el sur de España a mediados del siglo XIX provocaron un aumento de esta emigración y en 1866 ya se contaban noventa mil españoles en la región de Orán y unos sesenta mil en la de Argel.
La gran bolsa de extranjeros en Argelia hacía temer a las autoridades coloniales que los franceses quedaran en minoría
Los españoles, que constituían el núcleo de extranjeros más importante del país, sufrieron ciertas discriminaciones y menosprecios que se pueden todavía ver en la literatura colonial francesa. La prohibición de llevar armas produjo una terrible matanza de españoles en Saida en 1881 a manos del caudillo rebelde Bu Amama que obligó a intervenir al Gobierno español después de que doscientos compatriotas fueran asesinados. Se envió el acorazado Numancia que trasladó a unos cuatrocientos supervivientes en un primer momento.
Las repatriaciones alcanzaron a unos diez mil atemorizados españoles que lo habían perdido todo. Hay que señalar que en el Parlamento francés y en la prensa metropolitana se abordó la cuestión y se determinó la responsabilidad, por negligencia, de los generales Osmond y Cérez, comandantes generales de Argel y Orán, que fueron destituidos. Tras largas negociaciones diplomáticas, los españoles fueron indemnizados por Francia y muchos regresaron.
La gran bolsa de extranjeros en Argelia hacía temer a las autoridades coloniales que los franceses quedaran en minoría. Así se legisló para nacionalizar como franceses a los judíos en 1870 y, a los españoles que no se manifestaran en contra, por una ley de junio de 1889. Hubo protestas y algunas asociaciones de residentes españoles pidieron ayuda a Madrid para oponerse. Al final, se impuso la utilidad y esa nacionalización es el origen de muchos apellidos españoles de Francia. A fin de cuentas, el derecho al voto les abría la puerta a controlar algunas instituciones coloniales y a tener voz en la asamblea.
Esta emigración masiva ha sido estudiada ampliamente por el profesor Juan Bautista Vilar en libros como Los españoles en la Argelia francesa (1830-1941) (Murcia 1989). A él se debe un conocimiento extenso de esta situación histórica.
El núcleo de extranjeros
A principios del siglo XX habitaban en Argelia 421.000 franceses de origen y naturalizados y 160.000 españoles que no aceptaron la nacionalidad francesa, dos tercios de los cuales residían en la región occidental donde eran mayoría. En Sidi-Bel-Abbés, por ejemplo, 20.000 de sus 32.000 habitantes habían nacido en España. En Argel había barrios de españoles. Se dedicaban a la agricultura con especial incidencia del esparto o la vid, al comercio o a la industria como José Bastos cuya fábrica de tabaco daba trabajo a miles de personas.
De los naranjales de Argelia surgió el popular refresco francés Orangina, cuya fórmula se debía al farmacéutico valenciano Agustín Trigo inventor del Tri-Naranjus. De origen español son escritores franceses argelinos como Albert Camus o Emmanuel Robles. Como señala Daniel Latroch, esta presencia cambió modos de vida, cultura, dialecto y hábitos.
Vilar nos hablaba de la importancia de instituciones españolas en la vida argelina como la Cámara de Comercio española, el Círculo Hispano-Francés o la Protección Española. En Oran todavía queda en pie una plaza de toros. Y existieron periódicos españoles como El Correo de Orán, fundado en 1888, luego llamado El Correo de España que duró hasta 1931 y varios semanarios editados en Argel y Orán.
A finales del siglo XIX el gobierno español ofrecía planes de emigración a Filipinas, Guinea y América en la que las nuevas repúblicas se desarrollaban económicamente. Los españoles dejaron de acudir masivamente a Argelia y muchos regresaron. Más tarde, el protectorado en Marruecos como lugar de acogida, las guerras europeas y el nacimiento del nacionalismo revolucionario argelino acabaron de quitar atractivo al país norteafricano como lugar de destino.
Destino de exiliados políticos
Argelia fue también destino de exiliados políticos. Después del fracaso liberal de Torrijos, algunos partidarios como el general Paralea, desembarcaron en Argel en 1831. A partir de 1835 fueron los carlistas. Progresistas seguidores de Espartero en 1844. Tras la I República algunos federalistas y cantonalistas. Más carlistas tras la III Guerra. Seguidores de Ruiz Zorrilla tras el fracasado levantamiento republicano de 1883. Anarquistas entre dos siglos. Y republicanos al acabar la Guerra Civil.
Al final, con la independencia en 1962, los españoles que quedaron tuvieron que irse en la marcha final de pieds noirs abandonando el país donde muchos nacieron al igual que sus padres y abuelos. Fue la mala terminación de un mal proceso de emancipación.