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La guerra del emú

La guerra del EmúPaula Andrade

La Guerra del Emú: cuando el Ejército australiano se enfrentó a unas aves y perdió

Fue un enfrentamiento surrealista que duró casi 40 días y que supuso una derrota humillante para Australia

«Pueden enfrentarse a las ametralladoras con la invulnerabilidad de los tanques. Son como zulúes a los que ni siquiera las balas expansivas podían detener», fueron las palabras del comandante australiano G.P.W. Meredith ante la prensa para excusar su retirada en la guerra que enfrentó al Ejército australiano con este pájaro no volador. Comparar a un ave con el temible guerrero africano zulú es pecar de exageración, pero para Meredith fue un enfrentamiento surrealista que duró casi 40 días y que supuso una derrota humillante para Australia.

Un gran enemigo

El enfrentamiento tuvo lugar entre el 2 de noviembre de 1932 al 10 de diciembre del mismo año cuyo propósito fue el de contener a la creciente población de emúes que estaban causando destrozos en Australia Occidental. Alrededor de 20.000 emúes se establecieron en las tierras recién cultivadas en esta zona arrasando con las cosechas de trigo de los granjeros.

Estos emúes –la tercera ave más pesada del mundo– estaban llevándose el arduo trabajo de muchos veteranos australianos y británicos de la Primera Guerra Mundial que se vieron obligados a convertirse en agricultores y trabajar la tierra en áreas marginales y en condiciones deplorables. A este problema se le añadió la caída en picado del precio del trigo a consecuencia de la Gran Depresión de 1929. Además, estos pájaros de gran envergadura, no sólo estaban devorando el trigo, sino que también dañaban las vallas que permitían a otros animales más pequeños y dañinos, como los conejos, destrozar aún más las cosechas.

Un hombre sostiene un emú asesinado por soldados australianos

Un hombre sostiene un emú asesinado por soldados australianos

Ante la amenaza que estos pájaros representaban para los granjeros, éstos recuperaron su antiguo oficio y armados intentaron acabar con sus «enemigos» sin mucho éxito: en un día solo consiguieron matar a una docena de ellos. Desesperados, los agricultores trasladaron sus preocupaciones al Gobierno australiano y George Pearce, ministro de Defensa, accedió a acabar con la plaga de emúes bajo una serie de condiciones: las armas debían ser utilizadas sólo por personal militar, el transporte de tropas debía ser financiado por el gobierno de Australia Occidental y los agricultores se encargarían de proporcionar la comida y el alojamiento a los soldados, así como del pago de la munición.

Hombres frente a pájaros

El ministro de Defensa destinó dos ametralladoras Lewis y 10.000 cartuchos de munición para acabar con el «invasor». La operación bajo las órdenes del comandante G.P.W Meredith tuvo que retrasarse un mes debido a las fuertes lluvias que cesaron el 2 de noviembre. Aquel día los militares realizaron la primera incursión despreocupados, con la certeza de que aquellas aves no opondrían resistencia.

Al llegar al «campo de batalla», los soldados avistaron unos cincuenta emúes. Como las aves estaban fuera del alcance de las ametralladoras, los colonos locales intentaron arrear a los emúes para hacerles caer en una trampa; sin embargo, sus adversarios, de forma astuta e intuyendo el plan de los australianos, se dividieron en pequeños grupos y huyeron haciendo más difícil apuntarles con el arma. En un segundo intento se logró acabar con la vida de varias aves y el mismo día se descubrió otro grupo. Según el informe diario de los militares, se abatieron «quizás a una docena».

Soldados australianos apuntando una ametralladora Lewis

Soldados australianos apuntando una ametralladora Lewis

«Si tuviéramos una división militar con la capacidad de carga de balas de estas aves, se enfrentaría a cualquier ejército del mundo… Pueden enfrentar ametralladoras con la invulnerabilidad de los tanques», declaraba a la prensa el comandante Meredith. A pesar de abatir a cientos de aves, el Ejército australiano no logró reducir la población de emúes; su número era cada vez mayor. Nada podía seguir el ritmo de las aves. Ni con emboscadas planificadas, ni ametralladoras ni vehículos cargados con ametralladoras. Nada funcionó.

La retirada

«Evidentemente, el comando de Emú había ordenado tácticas de guerrilla, y su difícil ejército pronto se dividió en innumerables unidades pequeñas que hicieron que el uso del equipo militar fuera poco efectivo. Por lo tanto, una fuerza de campo abatida se retiró del área de combate después de aproximadamente un mes», escribió el ornitólogo Dominic Serventy.

La velocidad de los emúes y su astucia sobrepasó la fuerza militar de Australia. En total se utilizaron 2.500 rondas de munición y sólo se alcanzó a 200 pájaros por lo que el comandante Meredith asumió su derrota y se retiro del campo de batalla. A pesar de este intento de exterminio, los emúes siguen siendo abundantes en Australia, pero ahora se utilizan vallas más grandes para mantenerlos alejados de las tierras de cultivo. Una solución mucho más sencilla.

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