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Episodio de la intervención francesa en España 1823

Episodio de la intervención francesa en España 1823Wikimedia Commons

200 años

La entrada de los Cien mil hijos de San Luis a España: un plan «para conservar en el trono a un Borbón»

La Santa Alianza alianza se movilizó, entraron en para acabar con el régimen liberal y restaurar a Fernando VII como monarca absoluto

Los primeros años del reinado de Fernando VII, después de la guerra de la Independencia, fueron sacudidos por diversas revueltas encaminadas a resucitar la Constitución de 1812 derogada por el propio Rey, por Real Decreto, el 4 de mayo de 1814. Los intentos liberales no triunfaron hasta marzo de 1820, gracias a la insurrección de Riego en Andalucía y de otras guarniciones militares que contaron con amplios sectores populares. El 1 de enero de 1820, en Cabezas de San Juan, donde estaban las tropas expedicionarias encargadas de sofocar la sublevación americana, Rafael del Riego proclamó, junto a otros oficiales, la Constitución de 1812.

Iniciaron una marcha por Andalucía que, pese a su escaso éxito, fue el detonante de los movimientos insurreccionales que obligaron a Fernando VII a aceptar otra vez la Constitución liberal. Fernando VII la juró hipócritamente, a la vez que pedía ayuda a los soberanos de la Santa Alianza.

Restaurar el absolutismo

En agosto de 1822 se reunió, en Verona, la Santa Alianza. Asistieron el Emperador de Austria, el zar de Rusia, el Rey de Prusia, Wellington en representación de Inglaterra y el vizconde de Chateaubriand en representación de Francia. El motivo era acabar con el régimen constitucional español. Esta decisión se tomó porque Fernando VII, el 7 de febrero de 1822, les pidió ayuda para restaurar el absolutismo.

El Trienio Liberal acabó con la invasión de los Cien mil hijos de San Luis, el nombre que se dio a las tropas francesas mandadas por el sobrino de Luis XVIII, el duque de Angulema, que entraron en España el 7de de abril de 1823 para acabar con el régimen liberal y restaurar a Fernando VII como monarca absoluto según lo acordado en el Congreso de Verona por las potencias pertenecientes a la Santa Alianza.

Con anterioridad, el 28 de enero de 1823, Luis XVIII de Francia fue al Parlamento y dijo que «cien mil franceses están dispuestos a marchar invocando el nombre de San Luis para conservar en el trono de España a un Borbón, para preservar ese hermoso reino de su Reina y reconciliarlo con Europa». La verdad es que, en la práctica no eran cien mil. La realidad es que, cuando Luis XVIII dijo esas palabras, en la parte norte de los Pirineos había 95.062 hombres dispuestos a invadir España.

El pueblo a las personas que veía bien vestidos les decía «eres más bonito que un San Luis»

Para que no hubiera problemas, como años atrás, se pagó al contado a los proveedores de alimentos y se evitó causar molestias a la población civil. Como iban bien vestidos y eran educados, el pueblo a las personas que veía bien vestidos les decía «eres más bonito que un San Luis».

El encargado de dirigir las tropas francesas fue Luis Alfonso de Artois, duque de Angulema. Cruzaron por el Bidasoa, el 7 de abril de 1823 por la noche. A este contingente se sumaron los Ejércitos de la Fe, tropas realistas que se habían sublevado contra el gobierno liberal. Entre los dos se superaban los 120.000 soldados.

"Planicie de Roncesvalles, 1823". Ilustración que muestra el paso de los Cien Mil Hijos de San Luis por Roncesvalles

«Planicie de Roncesvalles, 1823». Ilustración que muestra el paso de los Cien Mil Hijos de San Luis por Roncesvalles

Por su parte, el gobierno contaba con 130.000 soldados, con una mínima instrucción y que no compartían los ideales que defendían. Así, los que mayor resistencia pusieron a las tropas francesas fueron la Milicia Nacional. Cuando la expedición llegó al Ebro, Fernando VII y su familia se trasladaron junto el gobierno a Sevilla. El 23 de abril de 1823 abrieron las Cortes de Sevilla. Mientras se intentaba mantener la normalidad, las tropas francesas eran recibidas con vítores en los pueblos donde llegaban, sin resistencia.

La resistencia de los liberales

El duque de Angulema entró en Madrid el 24 de mayo de 1823. Ahí estableció una regencia y eliminó toda resistencia liberal. Al ver que las tropas se establecían en Madrid, el Gobierno decidió trasladarse de Sevilla a Cádiz mientras Fernando VII optaba por no abandonar esta ciudad. Los constitucionalistas decidieron suspenderlo como Rey al padecer, según ellos, «un delirio momentáneo». Lo sacaron a la fuerza de Sevilla y, cuando llegó a Cádiz, lo restituyeron en sus funciones.

Aunque los constitucionalistas querían mantener una apariencia de normalidad, las cosas iban de mal en peor. Solo plantaban cara a los Cien Mil Hijos de San Luis el Empecinado y el general Espoz Mina en Cataluña. Este último luchó contra los franceses con tenacidad y de forma inteligente.

El duque de Angulema en la toma del fuerte del Trocadero (31 de agosto de 1823)

El duque de Angulema en la toma del fuerte del Trocadero (31 de agosto de 1823)

Durante la penetración de los Cien Mil Hijos de San Luis solo hubo una resistencia eficaz en Málaga, Granada y Jaén (gracias a la hábil dirección de Riego). Además, hasta un mes después de la caída del Gobierno, no depusieron las armas Barcelona, Lérida y Tarragona.

Escribe Manuel Truñón de Lara:

«El sistema defensivo del Gobierno liberal se desplomó fácilmente y el 24 de mayo ya entraban en Madrid. En sus furgones traía Angulema una Junta de regencia formada por los duques del Infantado y de Montemar, el barón de Eroles, el obispo de Osma y Francisco Tadeo Calomarde como secretario.

El Gobierno se replegó hasta Sevilla, llevando al Rey con él; en la capital andaluza fue sustituido por otro que encabezaba Calatrava. En junio, cuando los franceses habían ya alcanzado Córdoba, se retiró el Gobierno a Cádiz, declarando la incapacidad del Rey 'por delirio momentáneo'. Ni el ejército ni la población resistieron apenas; incluso el general Morillo se pasó a los absolutistas. Sólo quedaron Cádiz y Cataluña; pero tras más de dos meses de bombardeos, las Cortes decidieron rendirse y que el Rey se presentase al duque de Angulema. Continuaron batiéndose hasta noviembre las fuerzas de Mina en Barcelona y las de Torrijos y Chapalangarra en Cartagena y Alicante, respectivamente. Riego fue hecho prisionero por el general francés Foissac-Latour y entregado a los absolutistas, que le dieron una muerte atroz, como a muchos liberales más».

A partir de ese momento comenzó la llamada década ominosa, que finalizó en 1833, con la muerte de Fernando VII. La etapa se caracterizó por una desenfrenada represión contra los liberales.

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