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El nuncio en julio de 1924, en ocasión del ix centenario de la ciudad de BambergBundesarchiv / Wikimedia Commons

Entrevista al autor de 'Pío XII, el Papa defensor y salvador de los judíos'

Vicente Cárcel Ortí: «Ningún otro Papa fue tan intensamente apreciado por los hebreos como Pío XII»

Monseñor Cárcel Ortí analiza en su nueva obra las principales revelaciones que se desprenden sobre la actitud de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, a raíz de la paulatina apertura, desde hace tres años, de la totalidad de los archivos vaticanos sobre la actividad en la salvación y defensa de los judíos

«Lo más llamativo de momento, es su intensa actividad en la salvación y defensa de los judíos, con la bibliografía más reciente, que confirma lo que en realidad ya se sabía. Por eso he puesto este subtítulo a mi libro». Así se expresa, en relación con las principales revelaciones que se desprenden sobre la actitud de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, a raíz de la paulatina apertura, desde hace tres años, de la totalidad de los archivos vaticanos sobre el asunto, monseñor Vicente Cárcel Ortí (Manises, 4 de julio de 1940), avezado historiador de la Iglesia Católica. Acaba de publicar Pío XII, el Papa defensor y salvador de los judíos, fruto de sus investigaciones en los nuevos fondos documentales disponibles. «Los principales» –precisa– son los archivos vaticanos de la Secretaría de Estado y el histórico de la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, hoy llamada de Relaciones con los Estados. Existe también otra documentación sobre asuntos personales y familiares, todavía no consultable, guardada en un fondo llamado Papeles de Pío XII, que está siendo catalogada por el doctor Giovanni Coco, que es quien mejor conoce la figura del Papa.

Vicente Cárcel OrtíArchidiócesis de Valencia

–¿Tendrán estas novedades un carácter definitivo para rehabilitar, de una vez por todas, el buen nombre del Papa Pacelli?

–Esta pregunta es muy importante y me obliga a decir, en primer lugar, que el centro de la acusación contra Pío XII es que no hizo una denuncia clara y pública del nacionalsocialismo, o una llamada inequívoca a los cristianos para que protegieran a los judíos. Por definición, nada que contengan los archivos sobre sus personales puntos de vista o de sus acciones entre bastidores podrá influir en el quid de la cuestión. Los críticos están generalmente dispuestos a reconocer todo lo que el papa hizo en privado para ayudar a las personas, pero siguen manteniendo que esto no le redime de su falta por no haber hablado con más claridad en público.

–En segundo lugar.

–…otra de las bases de la acusación contra Pío XII se refiere a especulaciones de qué habría pasado si hubiera actuado de otra forma. Los críticos dicen que la maquinaria nazi podría haberse detenido, mientras que los defensores afirman que se hubiera desencadenado una mayor persecución contra judíos y católicos. Nadie puede estar seguro, y nada contenido en los archivos puede resolver esta cuestión hipotética.

–En tercer lugar.

–….incluso después de la apertura de los archivos, si no se encontrara nada negativo para Pío XII, siempre habría sectores que sospecharían que se habría purgado cualquier cosa que pudiera enturbiar la memoria del Papa. En definitiva, es ingenuo pensar que la apertura de los archivos bastará para resolver los debates sobre Pío XII. Sin embargo, quiero ser más optimista y pienso que la reciente apertura de los archivos vaticanos referentes al pontificado pacelliano, como también la de los otros archivos de gobierno esparcidos por el mundo, puede contribuir a aclarar esta delicada materia y a hacer justicia a un Papa que ha sido, en el difícil clima de la guerra, un sabio obrero de paz y un maestro de humanidad.

Pío XII ha sido, en el difícil clima de la guerra, un sabio obrero de paz y un maestro de humanidad

–Hasta ahora, ha prevalecido una imagen más oscura, propalada por obras sesgadas. ¿Cuáles son, por ejemplo, las principales omisiones y errores metodológicos del libro escrito John Cornwell, hasta la fecha el más crítico y agresivo, titulado El Papa de Hitler?

–El título sensacionalista e injurioso de este libro descalifica al autor. La portada del libro de Cornwell representa al arzobispo Pacelli saliendo de un edificio del gobierno alemán, escoltado por dos soldados. Esta visita oficial, del entonces nuncio, tuvo lugar antes de 1929, es decir, cuatro años antes de que Hitler llegara al poder (30 de enero de 1933). Como Pacelli salió de Alemania en 1929 y nunca regresó, el uso de esta fotografía es engañoso y tendencioso. Repetidas veces se publicaron protestas contra esta foto que se utilizó de manera sucia. Una portada así en un libro revela ya en un primer momento la intención de denigrar al futuro Pío XII.

–Lo que empaña, también, su solvencia investigadora.

–Al inicio del libro se publica una lista de archivos que Cornwell dice haber consultado. Esta lista es demasiado breve para un libro que pretende ser de carácter histórico. La mayoría de las fuentes que cita Cornwell son secundarias y sus opciones han sido sumamente selectivas. En el libro, se encuentran muchas veces estas entradas: «citado por …» Esto quiere decir que las fuentes originales no han sido consultadas y que en gran parte se han consultado fuentes secundarias. No nos encontramos, por tanto, ante una investigación científica.

–¿Cuál era la intención?

–Si se toma en cuenta todo esto, uno se siente obligado a decir que el libro de Cornwell busca hacer un linchamiento moral y un auténtico asesinato de carácter. Su Pío XII no es «el Papa de Hitler»; es un Pío XII ficticio, una fea caricatura de un hombre noble y santo ya que Pacelli no solo no era filonazi sino que, por el contrario, detestaba el aspecto anticristiano y casi demoníaco de aquella siniestra ideología.

–¿Qué elementos permiten afirmar que el Papa no disponía de información exacta sobre la solución final?

–Ni el Papa ni los otros gobiernos poseían información exacta y completa sobre la solución final. La fueron adquiriendo a medida que pasaban los años. Circulaban muchos rumores sobre los campos de concentración y el mismo embajador polaco refugiado en el Vaticano afirmaba que los nazis estaban masacrando a los hebreos. Pero era muy difícil verificar la realidad de los hechos. En este sentido, Francis Godolfin D’Arcy Osborne, embajador británico ante la Santa Sede, aconsejaba evaluar bien todas las informaciones.

Ni el Papa ni los otros gobiernos poseían información exacta y completa sobre la solución final

–Una prudencia que no fue óbice para que el Papa hablase con cierta claridad en su Mensaje de Navidad de 1942.

–En el que habló expresamente contra aquellos que «por la única razón de la nacionalidad o raza persiguen y condenan a muerte o a la esclavitud progresiva», y repitió esta denuncia en un duro discurso el 2 de junio de 1943. En aquel período, nadie denunció los crímenes alemanes contra los hebreos. Tan sólo en 1943 se pronunció una declaración conjunta de los aliados en la que se denunciaban los abusos alemanes, pero todavía no se hablaba ni de hebreos ni de campos de concentración.

–Escribe usted que el Papa «nunca suscribió circulares o proclamas». ¿Fue la actitud más razonable?

–El Papa prefirió actuar con mucha prudencia y casi en silencio organizando una amplia red de asistencia y ayuda para todos los perseguidos y de este modo consiguió salvar muchas vidas. No suscribió circulares ni proclamas, pero aprobó las pastorales de los obispos en defensa de los judíos y contra la persecución nazi.

–¿Por qué la prudencia del obispo de Luxemburgo y del cardenal arzobispo de Cracovia no fue el comportamiento de los obispos holandeses en una pastoral que contribuyó a intensificar las persecuciones antijudías?

–El obispo Jean Bernard de Luxemburgo, detenido en [el campo de concentración de] Dachau de 1941 a 1942, avisó al Vaticano diciendo que cada vez que se elevaban protestas, empeoraba inmediatamente el trato dado a los detenidos. Hacia finales de 1942, monseñor Adam Sapieha, cardenal arzobispo de Cracovia, y otros dos obispos polacos, habiendo experimentado las salvajes represalias de los nazis, le pidieron a Pío XII que no publicara sus cartas sobre la situación de Polonia. En la misma Alemania, el obispo de Münster, Clemens August von Galen, llamado el «León de Münster», por sus tomas de posición contra el nacionalsocialismo, quiso pronunciar una homilía contra la persecución de los hebreos, la comunidad hebrea, a la que había pedido consejo, le convenció para que no lo hiciera, porque no habría servido de nada, es más, habría causado la muerte de muchos hebreos. Pío XII le hizo llegar sus ánimos y su aplauso.

–¿Se puede decir hoy que la pastoral de los obispos holandeses fue temeraria?

–Si el Papa hablaba en público Hilter intensificaba la persecución contra los judíos y contra los católicos. Los obispos holandeses le pidieron que no hablara porque la represión de los nazis en aquel país fue terrible.

–¿Qué razones animaron al Gobierno británico no dio credibilidad al proyecto papal de derrocamiento de Hitler?

–El historiador estadounidense Mark Riebling, publicó en 2016, basado en los documentos ya disponibles, un libro donde relata la participación del Vaticano en varios planes para derribar o asesinar a Hitler, incluido la operación «Walkiria», que contó con la complicidad de influyentes católicos de Alemania. Riebling escribió en su libro que Pío XII conspiró de forma discreta contra Hitler para desbancarlo del poder, aunque no fue capaz de conseguirlo.

–¿Cómo fueron los contactos del Papa con los generales críticos con Hitler?

–Se valió de varios intermediarios, entre ellos el religioso alemán padre Pfeiffer, que consiguió obtener audiencias pontificias para altos oficiales alemanes durante la ocupación de Roma, negociando en cambio la inmunidad para instituciones religiosas romanas y la liberación de antifascistas detenidos.

Portada del libro Pío XII, el Papa defensor y salvador de los judíos

–También se mostró Pío XII muy distante con el fascismo. ¿Es verdad, como se ha podido leer en algún sitio, que excomulgó a obispos y sacerdotes que siguieron a Mussolini en la República de Salò?

–No consta que el Papa excomulgara a ningún obispo. Sin embargo, el Santo Oficio aplicó sanciones canónicas a los sacerdotes y religiosos que desarrollaban actividades políticas prohibidas por la Iglesia.

–¿Qué balance final haría de la actitud de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial?

–Fue el único hombre que, en el periodo bélico, hizo más que ningún otro líder por ayudar a los judíos y a otras víctimas del nazismo. Pío XII hizo por los judíos mucho más que las Iglesias evangélicas, la Cruz Roja y los gobiernos occidentales. No hizo más que repetir cuanto había hecho Benedicto XV durante la Primera Guerra Mundial en favor de los heridos y de los prisioneros de guerra.

–Y en consonancia, además, con la doctrina judía.

–El Talmud enseña que quien salva una vida es considerado en la Sagrada Escritura como si hubiera salvado al mundo entero. Pío XII cumplió este dicho talmúdico mucho más que cualquier otro líder del siglo XX, cuanto estuvo en juego la suerte del hebraísmo europeo. Ningún otro papa fue tan intensamente apreciado por los hebreos y no se equivocaron. Su gratitud, así como la generación entera de los supervivientes del Holocausto atestiguó que Pío XII fue genuina y profundamente un Justo entre la Naciones.