La movilización del laicado católico que frustró una victoria comunista en Italia
El 18 de abril de 1948, hace 75 años, la mayoría absoluta de la Democracia Cristiana disipó los temores de Pío XII
«La hora decisiva de la conciencia cristiana ha llegado», declaró Pío XII en su discurso pascual, pronunciado el 28 de marzo de 1948. Faltaban tres semanas para unas elecciones generales, las primeras después de la aprobación de la Constitución de 1948, en las que el Partido Comunista de Italia (Pci) partía como favorito. Con una Guerra Fría recién iniciada y la Unión Soviética gozando de un poderío planetario, muy consolidado en Europa, la perspectiva de un Gobierno en Italia encabezado por el Pci preocupaba vivamente al Papa.
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Si bien cuando dijo esas solemnes ya albergaba esperanzas: dos meses antes, el 20 de enero de 1948, recibía en audiencia a Luigi Gedda. El presidente de la rama masculina de Acción Católica (Aci), organización de masas del laicado italiano, había acudido al Vaticano para anunciarle la puesta en marcha de una iniciativa de gran calado, destinada a congregar el voto católico en torno a la Democracia Cristiana (Dc), única forma de frenar a la coalición de izquierdas.
Este objetivo estratégico distaba mucho de ser indeliberado. El motivo era el malestar que el Gobierno de coalición –formado en 1946 por el líder de la Dc y primer ministro, Alcide De Gasperi, con socialistas y liberales– había generado en ciertos ambientes católicos y altas esferas vaticanas incluidas.
En un encuentro mantenido con De Gasperi, monseñor Giovanni Battista Montini –futuro Pablo VI–, sustituto de la Secretaría de Estado, le hizo saber, en nombre de Pío XII, que «ya no se podían admitir colaboraciones, del tipo que fueran, con los partidos anticlericales». «Si persiste en la vía de la coalición tripartita», prosiguió, «la Dc dejará de gozar de nuestro apoyo y simpatía».
De Gasperi no se dejó impresionar por la advertencia. Sin embargo, a mediados de 1947, se rompió el triparto. Los estrategas de la Aci, empezando por Gedda, comprendieron que era el momento de movilizar el voto católico de cara a los comicios del año siguiente. Quedaba pendiente dar forma al movimiento.
Como el tiempo apremiaba, desde la Aci se apostó, en un primer momento, por una serie de iniciativas «político-religioso-sociales» (según la expresión del historiador Marco Casella) a lo largo de la geografía italiana, que incluían, por ejemplo, cines itinerantes. Los primeros resultados de la experiencia fueron alentadores. De ahí que en la cabeza de Gedda empezase a rondar la idea de un «movimiento de animadores», bajo la autoridad de la jerarquía eclesial, pero con protagonismo de los laicos.
La cúpula de la Aci dio luz verde a Gedda. Con ese respaldo llegó al Vaticano el 20 de enero de 1948. Pío XII le preguntó: «¿Quién hará todo esto?» Gedda se lo explicó a través de una larga exposición, solo interrumpida por el rezo del Ángelus, y obtuvo también el respaldo pontificio. Al salir del encuentro, Gedda imaginó un nuevo nombre para este incipiente movimiento: los Comités Cívicos.
Pío XII ordenó a Montini que diera facilidades financieras a los Comités Cívicos e impartió las instrucciones al episcopado italiano
En pocas semanas, 300.000 voluntarios se pusieron manos a la obra. Pío XII ordenó a Montini que diera facilidades financieras a los Comités Cívicos e impartió las instrucciones al episcopado italiano, que supo interpretarlas de inmediato: el arzobispo de Bolonia, Giovanni Lercaro, organizó las «patrullas católicas», el de Génova, Giuseppe Siri, publicó una pastoral en ocho puntos en la que consideraba pecado mortal no ir a votar o hacerlo a favor de los comunistas. Mas ambos eran conscientes que el protagonismo correspondía a los laicos: no salieron de sus oficinas.
Como señaló Gedda años después, se dio vida a «un invento que, sin comprometer directamente a la Iglesia, fuera, sin embargo, capaz de colmar el vacío organizativo del mundo católico y de plantar cara a los comunistas con una presencia activa y capilar». El mensaje estaba compendiado en una triple dinámica: lucha contra la abstención, antimarxismo y voto cristiano.
El mensaje estaba compendiado en una triple dinámica: lucha contra la abstención, antimarxismo y voto cristiano
El día de las elecciones, el 18 de abril de 1948, hasta las monjas de clausura salieron, por primera vez, a votar. El resultado superó todas las expectativas: la Dc venció con casi 13 millones de votos, frente a los 8 del Pci y a los 2 de los partidos liberales. Por primera y única vez, obtuvo la mayoría absoluta. Pero De Gasperi siguió gobernando en coalición, porque sabía que atraer a los liberales reforzaba el aislamiento del Pci.