Entrevista a Albert Stankowski, director del Museo del Gueto de Varsovia
El levantamiento del gueto de Varsovia: «No pudieron decidir si morían o no, pero decidieron cómo: luchando»
Se cumplen 80 años del aniversario. En 1943 los judíos de Varsovia llevaban años encerrados en el gueto, pero fue entonces cuando tuvieron claro que les esperaba el campo de exterminio. Se enteraron de que los campos de trabajo nazis no eran de trabajo, como querían hacerles creer, sino de muerte. Por eso, cuando Heinrich Himmler, jefe de las SS, ordenó continuar con las deportaciones de los habitantes del gueto de Varsovia en abril de 1943, los 60.000 judíos allí encerrados decidieron luchar contra el exterminador. El resultado fue aproximadamente 13.000 judíos muertos. Casi un mes después de ese 19 de abril del levantamiento, el gueto había sido literalmente arrasado y los desconocidos campos se encargaron de la vergonzante tarea de gasear a los 37.000 supervivientes. Solo unos pocos se salvaron.
Polonia conmemora dentro y fuera del país aquella lucha denodada cuyo recuerdo permanece 80 años después del levantamiento del gueto de Varsovia. Albert Stankowski es el director del museo del gueto, que abrirá sus puertas con una nueva sede en 2026. Este historiador polaco de 52 años ha proyectado la nueva sede y reunido la colección en Varsovia. Es un proyecto del Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional. Stankowski ya fue uno de los fundadores del Museo de Historia de los Judíos Polacos y tiene una larga lista de responsabilidades en los museos de Treblinka, Auschwitz-Birkenau y Majdanek.
–¿Por qué se levantaron los judíos del gueto de Varsovia y por qué no lo hicieron antes de 1943 cuando ya había habido tantos muertos?
–Entre julio y septiembre de 1942 se mandaron a Treblinka 370.000 judíos que murieron allí. Este fue un momento crucial para tomar la decisión del levantamiento porque esa fue la época en la que sobre todo enviaron a niños y personas mayores a los campos de exterminio. Los que quedaban en ese tiempo en el gueto era gente que todavía podía trabajar. Trabajan en las fábricas y tomaron la decisión de cómo querían morir. No podían decidir si morían o no, pero sí cómo.
–Entonces, dentro del gueto todo el mundo sabía que no había esperanza, pero ¿en algún momento la resistencia creyó que había alguna posibilidad de causar un verdadero daño a los alemanes?
–Al principio, el Ejército Secreto Polaco, que se llamaba Armia Krajowa, envió algunas unidades para volar parte de la muralla del gueto. Tenemos un buen informe de esa acción, pero desafortunadamente la bomba era muy pesada, 60 kilogramos. Era un día soñado, pero mientras que llevaban la bomba hasta la muralla, durante la operación, un policía lo vio, empezó a disparar y mató a dos personas del Ejército Secreto Polaco. No fue una acción muy preparada, fue más una demostración de intenciones. La situación en ese momento, también de la gente que estaba dentro de la Armia Krajowa, era que no estaban preparados para el levantamiento. No tenían armamento y ni estaban preparados para la lucha. Yo creo que el levantamiento del gueto de Varsovia fue un gran impulso para el Ejército Secreto Polaco para prepararse para 1944, porque en agosto de 1944 fue el segundo levantamiento polaco. Del levantamiento del gueto de Varsovia aprendieron más a cómo prepararse, cómo recolectar armamento de los británicos. Muchos de los que estaban en el gueto eran soldados de la izquierda de diferentes lugares, incluso comunistas. El Ejercito Secreto Polaco estaba asustado y no se fiaban mucho de ellos. La situación es muy interesante porque, antes de que hubiese alguna prueba de los judíos luchando, ellos dijeron: «Okey, uno o dos días y los alemanes matarán a todos los judíos y perdemos todas las armas y tenemos muy pocas».
Los alemanes no creían que esta resistencia judía tuviese ninguna oportunidad
–O sea, que el gueto se adelantó y además no estuvo coordinado.
–No, no podemos hablar de la coordinación, pero la señal de los judíos del gueto a los polacos de que querían armas no pudo responderse. No creían que esta resistencia judía tuviese ninguna oportunidad. Empezaron a pensar de forma muy práctica: si les mandaban armas, que tenían una cantidad muy limitada, las perderían. Cuando el emisario fue al gueto el comandante de los judíos le dijo: «por favor dile al general Sikorski, que estaba fuera, que necesitamos armas y el comandante que era responsable de los polacos no quiere darnos suficientes». El comandante respondió: «vale, se las daré si Londres está de acuerdo». Solo después el Ejército Secreto Polaco estuvo gratamente sorprendido de que los judíos estuviesen luchando con tanta fuerza.
–¿Fue una victoria de imagen?
–Si tenemos en cuenta que la prensa que era ilegal en aquel momento, todos ellos coincidían y escribían positivamente mostrando respeto a los judíos, incluso la más antisemita, porque lucharon 28 días. También debemos entender que el gueto tenía un cordón alrededor formado por grupos letones, ucranianos y policías azules. El gueto estaba rodeado. ¿Por qué? Porque Varsovia era un punto de comunicaciones muy importante en ese momento de la guerra entre los alemanes y el frente este. Estaban muy cerca de Stalingrado y ellos tenían mucho miedo porque, si los polacos se sumaban al levantamiento, tenían un gran problema sin unidades de la Wehrmacht en Varsovia, estaban en Rusia, lejos. Ese fue el momento en el que hubo una amenaza de que la comunicación se cortase, por eso Himmler les gritaba que tenían que terminar con ese problema. Es por eso por lo que fueron tan radicales y empezaron a volar edificio tras edificio. En el principio, la orden era que los judíos abandonasen los apartamentos, pero se quedaron dentro porque tenían que usarlos. Era cuestión de subsistencia. Es un momento muy interesante en el que los judíos pusieron la bandera polaca y judia en la Plaza Muranowski La bandera judía y la polaca. Stroop [el comandante alemán] estaba muy enfadado.
–El museo que comemorará todos estos hechos fue fundado en 2018 pero su sede será inaugurada en 2026. ¿Por qué hasta ahora no tenía una sede física?
–Es una buena pregunta. Mucha gente me pregunta porque hemos esperado 80 años para crear el museo del gueto de Varsovia ¿Es esta la pregunta? El problema ha sido que ese edificio hasta el 2017 era un hospital funcional. El edificio fue construido 1878 y el problema es que después de una explotación tan larga no estaba bien preparado a los tiempos modernos. El acceso a las personas con discapacidad y la modernización del edificio es muy caro. La idea era que la compañía que construyó el edificio quería demolerlo y construir un rascacielos porque está en el centro de Varsovia, a cinco minutos del casco antiguo y de la estación de tren. Pero, por suerte, la sociedad actuó de una forma muy rápida e inmediatamente acudieron al conservador y le pidieron que lo nombrase monumento. A partir de ahí, nadie se interesó por este edificio durante algunos años. Empezó a deteriorarse, así que el ministro de Cultura decidió comprarlo, pero el problema es que parte del terreno pertenecía a unos propietarios privados y tomó un tiempo.
No se pueden entender muchas cosas si no se estudia historia
–¿De dónde vienen los objetos que se expondrán?
–De compras, préstamos y donaciones. Por ejemplo, pasé cinco años buscando un cañón que se uso en el levantamiento que estaba en Suiza. Tenía una foto que se ve en la película de El pianista. Al final encontré un coleccionista privado que lo tenía. Las piezas vienen de todas partes del mundo. A veces es muy difícil convencer a las instituciones para que hagan la donación o el préstamo. Por ejemplo, ha sido difícil obtener el Informe Stroop [el informe oficial final alemán que cuenta el levantamiento] , que es una de las piezas más importantes del museo. O la carretilla con la que se trasladaban los muertos del gueto, solo queda un ejemplar o el vagón de transporte a los campos son piezas únicas.
–¿En un mundo virtual este va a ser un museo de objetos muy reales?
–Sí, hay una moda de lo interactivo. Es mucho mas poderoso lo real, el objeto: carretilla con la que se trasladaban los muertos del gueto, solo queda un ejemplar, o el vagón de transporte a los campos son piezas únicas.
–¿Es cuestión de respeto a las víctimas?
–Creo que es muy importante recordar que existe el negacionismo del Holocausto. No es una teoría. Pero es difícil de imaginar. ¿Cómo se puede matar en tan corto periodo de tiempo a tres millones de personas? Una generación lo conoció, pero para la próxima es difícil de creer. Por eso es muy importante usar los testimonios orales de la Shoah, para que nos cuenten la historia. Por ejemplo, el proyecto de Inteligencia Artificial del museo Skokie de Chicago se hizo con un hombre al que se le hicieron 1500 preguntas. Tú hablas con él, y él te responde. «¿Cuál es el momento más bonito de tu vida? ¿El lugar más hermoso? ¿Cuándo fue la primera vez que te enamoraste?» Los judíos están muy involucrados en el país donde viven, en la cultura, la literatura económica, la medicina, todos los ámbitos de la vida. La de Varsovia fue la segunda comunidad judía más grande del mundo después de la de Nueva York. Eran la tercera parte de la población.
Hoy, en Varsovia, solo tenemos 1500 judíos. No se pueden entender muchas cosas si no se estudia historia. Voy a ponerle un ejemplo. Un día fui a una aldea y le pregunté a una campesina polaca de 85 cómo era la relación entre polacos y judíos. Ella me dijo: «Todo está bien, pero lo judíos son muy avaros». Le pregunté por qué y ella me dijo que porque no querían prestarle una olla. ¿Sabes por qué no querían prestar sus ollas, sus jarras y sus cosas de cocina? Porque los judíos cumplen con la dieta Kosher en la que no se puede mezclar la leche con la carne. Ellos temían la contaminación. Se trata de educación. Es un problema muy serio y profundo, una especie de cebolla con capas y capas a nivel local, nacional, europeo e internacional. Esta es la razón por la que hemos dedicado la galería número nueve del Museo a otros genocidios. Porque, quizás, alguien puede pensar, ese no es nuestro problema, eso sucedió a los judíos, no puede suceder a los españoles.