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El Tres de Mayo por Francisco de Goya

Juan Suárez, el único superviviente de los fusilamientos que pudo ayudar a Goya a pintar su cuadro

El artesano asturiano, que combatió junto a Daoíz y Velarde, fue apresado y conducido a la montaña del Príncipe Pío

El dos de mayo de 1808 Juan Suárez, asturiano artesano del barrio madrileño de Maravillas, combatió con valentía en el Cuartel de Monteleón contra los franceses. Cuando huía tras el combate fue apresado y finalmente conducido a la montaña del Príncipe Pío junto a otros 43 españoles que habían participado en el levantamiento. La suerte hizo que su último esfuerzo por mantenerse con vida diera resultado y su nombre quedase registrado en la historia como el único superviviente de los fusilamientos más representativos de la sangre derramada aquellos días gracias a la obra de Francisco de Goya.

Muerte de Daoiz y defensa del Parque de MonteleónMuseo de Historia de Madrid

Salvar la vida

Los datos que han trascendido sobre la vida del humilde Juan Suárez son los relativos a los sucesos del 2 y el 3 de mayo de 1808. Conocemos lo poco que recogieron quienes escucharon su testimonio para las actas del impacto del levantamiento en la demografía. Para entonces, el hombre, nacido en Asturias en la segunda mitad del siglo XVIII se encontraba residiendo en Madrid y vivía del trabajo de sus manos en el barrio de Maravillas. Estaba casado, tenía tres hijos todos ellos vivían con su madre, de sesenta años de edad.

La mañana del 2 de mayo Suárez «corrió al Parque de Monteleón. Ayudó a sacar los cañones y se batió bien», tal y como quedó recogido en el Archivo de la Villa de Madrid. Este emplazamiento, entre las calles de San Bernardo, San Miguel y San José, se encontraba en la misma zona en la que residía el combatiente. Tras la derrota de los madrileños en aquel lugar, Suárez trató de escapar y esconderse, pero fue apresado y aporreado con los fusiles. Junto a otros detenidos, pasó el resto de la jornada entre el Palacio de Murat (anteriormente la residencia de Godoy) y el «cuartel de los polacos», nombre que recibió en la época un edificio que algunos historiadores identifican con el Cuartel de Conde Duque.

Juan Suárez, atado por los soldados, salió dirección a la montaña del Príncipe Pío a las cuatro de la mañana. En el Archivo de la Villa se conserva su propio relato. Contó que «al tiempo de arrodillarse con los demás para recibir la descarga, pudo desatarse, y cuando hicieron esta, figurándose muerto antes de disparar, se echó a rodar por aquella cuesta hasta la hondonada».

Trece o catorce hombres corrieron tras él para asegurar su muerte pero encontró refugio en la ermita de Nuestra Señora del Puerto. El sacristán allí presente no dejó constancia del caso de Juan Suárez hasta el 26 de agosto de 1816, seguramente para preservar la seguridad de ambos. Aunque, este hombre continuó librando batallas en la guerra de la Independencia.

Los historiadores señalan la posibilidad de que Suárez y su experiencia se convirtieran en los ojos y los oídos de Goya para pintar su conocida obra El 3 de mayo en Madrid o Los fusilamientos.

La imagen de los fusilamientos

La montaña del Príncipe Pío fue, en cuanto al número de fusilados, el segundo lugar de mayor importancia, sólo superado por lo acontecido en el Prado. Sin embargo, su relevancia se acrecentó a raíz del arte de Goya. Historiadores del arte como la especialista Manuela Mena, reconocen las mayores dotes del pintor en este lienzo, pues muestra el cuidado trabajo de documentación que llevaba a cabo para realizar sus cuadros.

Francisco de Goya pintó Los fusilamientos y la escena anterior, titulada La lucha con los mamelucos, en 1814 con el fin de dar un reconocimiento solemne a las heroicas acciones que tuvieron lugar en el levantamiento contra Napoleón. La fecha coincide con la vuelta a España de Fernando VII. El tiempo transcurrido permitió al artista acceder a una mayor cantidad de información.

Se sabe que la fama este suceso se extendió por el territorio español gracias a la circulación de encendidas descripciones literarias y estampas populares, que Goya seguramente utilizó como inspiración. También pudo servirse de su propia experiencia pues se encontraba en su residencia aquellos días, la cual estaba situada en las inmediaciones de la Puerta del Sol.

De igual manera que no hay atisbo de duda de que el pintor no pudo ser testigo visual de las ejecuciones en la montaña, el lugar que eligió entre los que se emplearon aquellos días como símbolo de una idea mayor, la de la injusticia acometida en la guerra. Sin embargo, el nivel de detalle empleado en la representación de las víctimas de Príncipe Pío hace pensar a los expertos que el artista debió escuchar el testimonio de Juan Suárez. Esta teoría es ampliamente aceptada y divulgada por importantes instituciones, como el Museo del Prado.

Los documentos del Archivo de la Villa de Madrid han dejado constancia de que el superviviente relató de viva voz este episodio para ayudar a identificar a las personas que fueron pasadas por las armas en la montaña del Príncipe Pío lugar, como a Gabriel López.