Dinastías y poder
Los vínculos de Franco con el duque de Windsor
A finales de junio de 1940 el duque de Windsor visitó fugazmente España en una maniobra política con la que Alemania pretendía forzar la rendición británica: el temor a la amenaza comunista explicaría el interés del exmonarca por el fascismo y su baza como mediador de Hitler ante Churchill
Nos lo han vendido como un amor pasional pero la historia puedo ir mucho más allá. Hay quien apunta que la abdicación de Eduardo VIII en diciembre de 1936, no se debió a su enamoramiento de la americana doblemente divorciada Wallis Simpson, sino que fueron sus simpatías hacia el nazismo las que provocaron la negativa del gobierno a autorizar aquella unión. ¿Era Wallis una espía nazi?, ¿de dónde veía su amistad con los ministros de exteriores Ribbentrop y el conde Ciano? Cierto o no, la realidad es que a finales de junio de 1940 el duque de Windsor visitó fugazmente España en una maniobra política con la que Alemania pretendía forzar la rendición británica: el temor a la amenaza comunista explicaría el interés del exmonarca por el fascismo y su baza como mediador de Hitler ante Churchill.
Hace pocos años, salió a la luz un video doméstico en el que aparecía una jovencísima Isabel II haciendo el saludo nazi. La niña, por su edad, no era responsable de aquel gesto que los servicios de prensa de la Casa Real han tratado de ocultar. Aunque los Windsor no fueron la única dinastía que de algún modo, justificó su interés por el surgimiento de Hitler como freno al comunismo.
Se ha escrito mucho sobre las simpatías por el nazismo del duque de Windsor y sobre la polémica visita que hizo con su ya esposa a Alemania en octubre de 1937. Se reunió con Albert Speer, Hermann Göring, Joseph Goebbels y visitó al führer en su refugio bávaro de Obersalzberg. Con los años, aquel viaje fue bastante criticado y su protagonista satanizado por el gobierno. Pero en su momento, no lo fue tanto: en ese año las simpatías por las políticas de apaciguamiento eran tan evidentes que pocos meses después, en septiembre de 1938, el primer ministro británico Neville Chamberlain volvía de Múnich con un documento en el que afirmaba haber frenado el expansionismo alemán y conseguido la paz. Sólo con la anexión de los Sudetes parecían que se conformaban. El duque de Windsor y la flamante Wallis, volvieron tranquilamente a su residencia de la Costa Azul y todo arreglado. Mosley y el BUF no eran cosa menor. Pero luego vino la ocupación de Polonia y el asunto se complicó.
Su visita a España en plena guerra
Los duques de Windsor estaban en su residencia de Cap de Antibes cuando se produjo la invasión alemana de Francia. Sólo un día después de la firma del armisticio entre Hitler y Petain, la pareja cruzaba la frontera española por La Junquera. Era el 22 de junio de 1940. No era la primera vez que David estaba en España. Ya lo había hecho en 1926 y 1927 en sendas visitas a San Sebastián y Sevilla. Hicieron noche en Barcelona, pasaron por Zaragoza y llegaron a Madrid dos días después. Aunque habían recibido invitación para alojarse en la Embajada Británica (eran los días de Samuel Hoare) ellos prefirieron el Ritz. El hotel se había convertido en un nido de espías por el que pululaban desde el Embajador alemán, Eberhard von Stohrer, hasta el mismo Juan Luis Beigbeder, ministro de Exteriores de España. También estaba Miguel Primo de Rivera, hermano del Fundador de Falange, quien mantenía cercanía con el duque desde los años veinte. Había, además, un personaje curioso, Javier Bermejillo, diplomático español de madre alemana que había hecho amistad con Eduardo en sus años en Londres. Se dice, incluso, que fue a él a quien solicitó ayuda para conseguir salir de Madrid en 1937. Por entonces estaba muy vinculado al gobierno de Franco y a Alemania.
Pero ¿qué hacía el duque de Windsor en España? Unos dicen que era el anzuelo para presionar una paz separada con Inglaterra antes del blitz. Otros que representaba la apuesta de una monarquía títere en Gran Bretaña igual que habían hecho los japoneses en Manchuria con Puyi. Su visita no fue muy publicitada en la prensa y el ABC se limitó a insertar un par de sueltos en los que destacaba como «una verdadera nube de fotógrafos y periodistas aguardaba la salida de los ilustres huéspedes» (25 junio 1940). Asistieron a una recepción oficial el 28 de junio en la Embajada Británica.
Cuatro días después abandonaron Madrid rumbo a Portugal. Allí se instalaron en la villa del multimillonario Ricardo do Espírito Santo, banquero que actuaba como agente cercano a la política nazi. Hubo parece un intento de que los duques volviesen a España para pasar unos días en el palacio del conde de Montarco en Ciudad Rodrigo, pero nunca llegaron.
El 1 de agosto de 1940, Eduardo y Wallis embarcaban en Lisboa en el lujoso buque Excalibur. ¿Recibieron presiones para abandonar el país por parte de la Familia Real? Cinco días después, comenzaban los bombardeos sobre Londres. El duque de Windsor acababa de ser destinado como gobernador en las Bahamas, en la isla de Nassau, lo que fue entendido como una misión de segunda con la única finalidad de mantenerlo alejado de la política. Churchill y Jorge VI lideraban ya la resistencia del Imperio Británico frente a Hitler.