Del padre del Conde Duque de Olivares al ejército soviético: Sevilla en todos sus mapas

Desde el plano de la ciudad mandado hacer por el padre del Conde Duque de Olivares en 1585 hasta el efectuado en 1977, en plena Guerra Fría, por el ejército soviético, el catálogo de sesenta planos históricos publicado por el Ayuntamiento de Sevilla refleja el esplendor y la decadencia de la ciudad a lo largo de cinco siglos.

El plano de la ciudad encargado por Enrique de Guzmán, conde de Olivares y padre del Conde Duque de Olivares, dibujado y grabado por Ambrosio Brambilia en Roma, donde Olivares ejerció de embajador ante el Papa Sixto V, es la primera imagen de conjunto de Sevilla de suficiente detalle y rigor topográfico, aunque en representación híbrida entre la planta y la perspectiva oblicua.

De esa ciudad aún perfectamente amurallada de finales del XVI al plano soviético de 1977 que formó parte del «asombroso proyecto secreto» de la extinta Unión Soviética que, con más de un millón de mapas de todo el mundo, puede considerarse la mayor empresa cartográfica jamás emprendida, este catálogo de mapas es uno de los más curiosos y completos publicados en España en lo que va de siglo, según editores.

Bajo la dirección del cartógrafo y erudito Fernando Olmedo Granados, que ha coordinado a un grupo de otros tres especialistas, este catálogo histórico, publicado en color y en gran formato con una explicación histórica de cada uno de los sesenta mapas, reúne planos tan curiosos como el de la «Línea de tranvía eléctricos» editado en 1906.

Esa guía del recorrido de los tranvías que sustituyeron a los antiguos tirados por mulas se publicó con el seductor título publicitario de «Sevilla en la mano» y corrió a cargo del ingeniero alemán instalado en Sevilla Otto Engelhardt, quien además de la primera compañía de tranvías eléctricos también fue uno de los fundadores de la Compañía Sevilla de Electricidad y diseñó alguna de las primeras centrales eléctricas que abastecieron la ciudad.

De obra «de interés excepcional» califican los editores el «Plano Demográfico-Sanitario», incluido en 1881 como componente esencial del voluminoso tratado «Estudios médicos de Sevilla», del médico, humanista e investigador de origen centroeuropeo Philip Hauser y Kobler, quien efectuó una síntesis de la organización urbana y las condiciones de vida, incluida una estadística de la mortalidad por parroquias.

Enmarcado por una orla de anuncios publicitarios que emplean tipografías variadas y viñetas en las que se publicitan fábricas, almacenes, comercios, colegios y agencias, entre otros establecimientos que son fiel reflejo de la variedad de actividades que, a finales del XIX, proliferaron en una ciudad de 136.000 habitantes, está el «Plano industrial y comercial de Sevilla», del editor barcelonés Juan Calvet y Boix.

Fernando Olmedo ha dicho a EFE que «las civilizaciones están ligadas, por definición y etimología, al fenómeno urbano» y como ejemplo de la evolución de la actividad cartográfica urbana ha puesto el periodo histórico de la Ilustración, cuando «la cartografía urbana se convierte en un recurso habitual de las grandes ciudades, se separa de las perspectivas y vistas artísticas y se centra en la corrección geométrica».

A la altura de Londres, París, Roma o Madrid se pondrá Sevilla en materia cartográfica con Pablo de Olavide, que llega a Sevilla en 1767 y dispone la elaboración de un «Plano Topographico» en 1771, que supuso «un hito de la cartografía local y el primer plano propiamente dicho de la población, levantado con los mismos procedimientos técnicos que el trazado poco antes en Madrid por Espinosa de los Monteros».

El también denominado «plano de Olavide» ofrece, según Olmedo, «una exhaustiva representación del conjunto urbano, de una exactitud y escala sin precedentes, concebido como instrumento de gobierno y modernización para las numerosas intervenciones que tenía previsto realizar, desde limpieza y alumbrado a pavimentación y división administrativa».