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El puente de Brooklyn en construcción (1872-1887)

El Puente de Brooklyn cumple 140 años, y todo comenzó con unos elefantes

En 1884, un año después de su inauguración, 21 elefantes del circo Barnum, liderados por su jefe Jumbo, marcharon por el icónico puente acompañados por 17 camellos de entre 600 y 1.000 kilos

El Puente de Brooklyn, uno de los más fotografiados, donde se han filmado muchas películas como Godzilla, Cloverfiel o The Amazing Spiderman 2, cumple 140 años desde su inauguración. Un icónico paseo que uniría para siempre el condado de Brooklyn con la isla de Manhattan, que hasta entonces estaban conectados con un transbordador. No solo es parada obligada para los visitantes de Nueva York, sino que desde el principio se convirtió en una referencia de la ingeniería mundial.

El 24 de mayo de 1883 más de 150.000 personas fueron las primeras en cruzar el puente al pagar una tarifa de un centavo. Entre aquellos afortunados se encontraba Emily Roebling, nuera del diseñador del puente, el alemán John August Roebling, que murió antes de que se construyera. Sería Emily quien, sin ser ingeniera, supervisaría el proyecto hasta el final.

Antiguamente, el puente de Brooklyn tenía escalones para subir al paseo desde el acceso de Brooklyn (aquí en 1982).Library of Congress

Con 1.833 metros de longitud, muchos dudaban de la resistencia de este puente tan largo. El temor a que colapsase pudo ser uno de los motivos por los que, pocos días después de su inauguración, se originase una estampida que provocó la muerte de doce personas y siete heridos graves, según los datos recogidos por la Sociedad Histórica de Nueva York. Por lo que para convencer a los neoyorkinos sobre la firmeza y seguridad del puente –por el que además debía pasar un tren– se pensó en hacer desfilar 21 elefantes del circo Barnum: el 17 de mayo de 1884, los elefantes del circo, liderados por su jefe Jumbo, marcharon por el icónico puente acompañados por 17 camellos de entre 600 y 1.000 kilos.

Aquel acontecimiento fue un auténtico espectáculo que sirvió de publicidad al puente y despejó de cualquier dura sobre la solidez de esta obra de piedra caliza, granito y acero.

Vista hacia el este en 1899

Por este puente de dos niveles pasaban diariamente 116.000 automóviles por seis carriles, más de 3.000 ciclistas en dos carriles ad hoc, y por encima de ellos lo cruzaban al día 30.000 personas en la plataforma superior. Durante décadas, el de Brooklyn –cuya construcción tomó 14 años y costó la vida de 27 trabajadores, incluido su diseñador– fue el puente colgante más largo del mundo y el primero suspendido por cables de acero, una innovación tecnológica en ese momento. 20 años más tarde, este puesto lo ostentaría el de Williamsburg, que se inauguró en 1903 y también conecta Brooklyn con Manhattan.

Pero a partir del de Brooklyn, los puentes comenzaron a hacerse más grandes y largos pues «todo el conocimiento o la tecnología se basó en el diseño que se usó» para este, según ha indicado Paul Schwartz, comisionado adjunto de la División de Puentes del Departamento de Transporte (DOT) de la ciudad.

En los últimos 20 años esta agencia ha invertido más de mil millones de dólares en contratos de construcción para este puente, que van desde la reparación del acero hasta la pintura, o para mejorar cimientos para hacerlos más resistentes a un temblor, explicó. A eso se suma, –agregó– el trabajo del personal de la agencia, como electricistas o los que se encargan de que esté perfectamente lubricado porque «el puente está diseñado para moverse».

El puente de Brooklyn en 1888

En este momento está siendo remozado y se ha hecho una limpieza profunda –la primera desde su construcción– de las piedras de granito, que las ha despojado del color marrón, del polvo acumulado de un siglo, hollín y contaminación, para devolverle su brillante gris original del siglo XIX.

Celebrar sus 140 años de historia

La ciudad ya está lista para su 140 aniversario el 24 de mayo, que según el comisionado de Transporte, Ydanis Rodríguez, es además un símbolo de unidad entre EE.UU y Alemania, en referencia a la nacionalidad del ingeniero Roebling. Por lo que como símbolo de esa unidad, Rodríguez entregó esta semana al cónsul alemán en Nueva York, David Gill, un ladrillo original usado en su construcción.

«Este puente representa lo que es Nueva York: una ciudad de gente trabajadora, una ciudad que se levanta (tras la pandemia)», ha comentado. El puente fue designado Monumento Histórico Nacional en 1964 y Monumento Histórico Nacional de Ingeniería Civil en 1972.