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Guardia Colonial de Guinea española

La sublevación militar de 1936 en la Guinea española: una reproducción a pequeña escala de nuestra guerra

En 1936 había 4.000 españoles concentrados en Santa Isabel, capital insular, hoy Malabo y Bata. Testigos o participantes ese verano de una reproducción a escala minúscula de nuestra guerra

Desde el Tratado de San Ildefonso de 1777, por el que Portugal cedía a España la isla de Bioko –base que amplió al continente, inicial y curiosamente desde el Virreinato de La Plata–, hasta 1968, España poseyó una colonia en Guinea. Y decimos colonia con singularidad porque en las Américas España tuvo reinos y provincias que buscaban prolongar lo peninsular, y en Marruecos, la figura fue otra, la de protectorado.

La influencia de la Iglesia católica y las órdenes religiosas era grande. Las promesas emancipadoras de la República no habían tenido ninguna aplicación en la Guinea Española. En 1935 la colonia se dividió en dos distritos, el insular, formado por Fernando Poo y el resto de islas, con capital en Santa Isabel, y el continental, con capital en Bata.

Las fronteras del cuadradito hispano en el Golfo, con tres islas cercanas, y otra más diferenciada que se llamaba Fernando Poo se fijaron en 1900 y hasta el Congreso de Berlín estuvieron tan indeterminadas como amenazadas por imperios más potentes.

En 1936 había 4.000 españoles concentrados en Santa Isabel, capital insular, hoy Malabo y Bata, capital en el continente de río Muni, que fueron testigos o participantes ese verano de una reproducción a escala minúscula de nuestra guerra. Casi incruenta.

Al igual que ocurría en la metrópoli, aquellos 4.000 españoles se agruparon en dos bloques ideológicos. Por un lado, se constituyó una base del Frente Popular en Santa Isabel que contó con 150 miembros. Mientras que los derechistas, entre los que estaban los religiosos, también se agruparon a un movimiento afín.

Las tensiones que marcaron la coexistencia de ambas ideologías en la metrópoli, más el rumor de una posible sublevación por parte los nativos, pusieron en máxima alerta al gobernador colonial.

Sublevación victoria en Fernando Poo

El gobernador general era Luis Sánchez-Guerra, hijo de ministro de la monarquía y hermano del secretario general de Azaña. Como prevención ante cualquier convulsión, y no por adhesión al levantamiento, al llegar las noticias declaró el estado de excepción, y pidió a Madrid un barco de guerra. En respuesta se le envía el crucero Méndez Núñez, que llega el 24 de junio con el comandante Matres al mando y permaneció allí hasta su regreso a la metrópoli el 21 de julio del mismo año.

El 28 se había recibido un telegrama de Canarias invocando al alzamiento. Estas comunicaciones a los barcos estaban todas intervenidas por la central en Madrid, donde Benjamín Balboa, oficial de poca graduación intervino con bastante éxito para comunicar con los comités marineros recelando de los oficiales.

El buque regresó a Santa Isabel el 14 de agosto. La marinería destituyó al comandante y a todos los oficiales, salvo uno, Bone. La acción no fue sangrienta, a diferencia de otras escenas, como en Cartagena, inspiradas en el cine con El acorazado Potemkin. Estos oficiales se fugaron al Camerún. Cuando llegan a Las Palmas, se llevaron la sorpresa de que Bone, aparentemente republicano, también se escapó, a nado en otro puerto. El crucero volvió a la Península.

Durante el mes de agosto se mantuvo la calma en la colonia. El vapor correo Fernando Poo –antes de 1931 General Berenguer– llega el 18 de septiembre. Su tripulación era revolucionaria, y trajo consigo seis fusiles y una pistola; una dotación normal en un mercante en aquel tiempo. Este fue el momento que escoge el militar más caracterizado, el teniente coronel Luis Serrano, de ingenieros, jefe de la Guardia Colonial; un curioso cuerpo de 90 europeos, los demás procedentes de la Guardia Civil, y 690 indígenas, descalzos y con un gran fez rojo, para sublevarse. El jefe de la Guardia Civil, capitán Ayuso, le secundó.

El gobernador no puso pegas a su destitución, y los 150 miembros del Frente Popular no se movieron. «No hay un solo tiro en la isla», se comunicó a Franco a través de una casa comercial portuguesa.

Fracaso en el continente

En el continente no salió todo tan bien. En Koto hubo un brote de sublevación, que fue rechazado por los gubernamentales de Bata, con algunos disparos en la selva y dos muertos entre los alzados.

Una pequeña batalla naval. El 14 de octubre llega a Bata el mercante nacional Ciudad de Mahón. Al mando del teniente de navío Balén. Comandante de las fuerzas del Ejército, Abad, con voluntarios canarios y Tiradores de Ifni. El mercante había sido dotado de un cañón. Nada útil contra un barco de guerra, pero sí contra otro que no lo tuviese. Era el caso del Fernando Poo, que es hundido. No hay bajas enemigas pero la mala fortuna que mueren en su bodega tres Misioneros del Corazón de María, allí presos. Otros tres corazonistas y un civil, heridos. Los corazonistas fueron a Guinea lo que los dominicos a Filipinas; mucho.

Cuando el barco pretendía volver a Santa Isabel, una canoa, con un aragonés dando vivas a la Virgen del Pilar, comunica que los republicanos abandonan la ciudad. Entonces desembarcan. Las dos compañías del desembarco son recibidas con el Himno de Riego, con la bandera tricolor, todavía de uso.

El capitán Morales dirige en el continente a sus voluntarios, derrotando al brigada Fontanet, que se interna en Camerún. Por cierto, un viaje de vuelta respecto al que allí tocó a los alemanes durante Gran Guerra.

El gobernador derrotado se marchó, bastante aliviado. Volvió vía Holanda a España donde durante el franquismo llegó a ser cabeza de Dragados y Construcciones a la que hizo la primera constructora.

Madrid nombró gobernador interino al comandante médico Val Cordón, pero duró bastante menos que el que nombró Burgos, capitán de navío Mendívil. Con apenas media docena de muertos cambió de mano el pequeño ultramar español.