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El pecio del UluburunUluburun project

El impresionante cargamento del Uluburun, un misterioso naufragio de la Edad del Bronce

El pecio, descubierto cerca de la costa este del cabo Uluburun, en Turquía, transportaba en sus bodegas objetos que los investigadores creen que pudieron haber constituido un cargamento de bienes de lujo destinados a las élites del Mediterráneo

Verano de 1982. Un buceador aficionado en busca de esponjas de mar en la costa de la ciudad de Kaç en Turquía, descubre algo inesperado y más valioso: el pecio de un barco hundido con toda su carga de finales del siglo XIV a.C. Sin pretenderlo, este buceador de nombre Mehmet Çakir, acababa de realizar uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología submarina.

Pronto llegaría a oídos del arqueólogo submarino Çemal Pular, del Instituto de Arqueología Náutica (INA, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Texas A&M que dicho buceador había encontrado extrañas «galletas con orejas». Una curiosa descripción que llamaría la atención de Pulak al corresponder exactamente con la forma que tenían los lingotes de cobre de la Edad del Bronce y decidió dar prioridad a aquel hallazgo en la campaña de prospecciones subacuáticas del año 1983.

Proceso de rescate del cargamento del pecio UluburunUluburun project

En ese mismo año localizarían al pecio que bautizarían como Uluburun, por la lengua de tierra al sureste de Kaç donde se encontró. El barco estaba a 60 metros de la costa y a una profundidad de máxima de 61 metros, y hasta dos años después, en 1984, no se iniciaron los trabajos de recuperación. Tuvieron que pasar 10 años (hasta 1994) para completar la recuperación del navío y el cargamento que hoy puede ser visitado en el museo de arqueología submarina de Bodrum. Aunque han pasado 41 años de su hallazgo, el análisis de los objetos encontrados continúa a día de hoy: tanto buzos turcos como estadounidenses han realizado más de 22.000 inmersiones y más de 6.600 horas de trabajo.

El tesoro del Uluburun

El cargamento que iba abordo del Uluburun consistía en diversos artículos que hasta entonces solo se conocían por textos antiguos o pinturas encontradas en tumbas egipcias. Entre los objetos rescatados destacan los lingotes denominados como «piel de buey», característicos de la Edad del Bronce (1450-1200 a.C.). En aquel periodo, los micénicos se expandía a lo largo del Mediterráneo oriental, mientras los cananeos de la franja sirio-fenicia surcaban el Mediterráneo siguiendo las rutas comerciales que conectaban las grandes potencias de la época: Egipto, Mesopotamia y el Imperio hitita.

Un arqueólogo submarino recogiendo un lingoteUluburun project

Además de los lingotes piel de buey, también se recuperaron planchas de cobre crudo, 354 lingotes rectangulares con un peso total de 10 toneladas, 121 lingotes de bronce con forma de disco y 175 lingotes de vidrio de colores, 151 tinajas cananeas, así como una tonelada de resina de terebinto para la elaboración de perfumes, colmillos de elefante, huevos de avestruz, incienso, madera negra africana y miles de valvas de múxer (el molusco del que se extraía la preciada púrpura). Pero el tesoro del Uluburun no se queda aquí. Entre los restos del naufragio también se hallaron una estatuilla de bronce recubierta de oro, estuches de marfil tallado, joyas de oro y piedras semipreciosas (cornalina y ágata), varios amuletos y sellos cilíndricos. Y, algo bastante curioso: 24 anclas de piedra.

Entre todos los objetos de lujo que formaban parte de la carga del navío, sin duda, la pieza más destaca es un escarabeo de oro con la inscripción «Neferu Atón Nefertiti», una clara referencia a la Reina Nefertiti, la esposa del faraón hereje Akhenatón, impulsor de la reforma religiosa de Amarna. Este objeto, muy desgastado por el uso y que fue encontrado entre restos de joyas que parecían inacabas y fragmentos de metales preciosos, podría situar el hundimiento del barco tras la muerte de Nefertiti hacia el año 1330 a.C.

Por otro lado, los arqueólogos encontraron restos de almendras, piñones, higos, olivas, uvas, comino negro, zumaque, cilantro, granadas, trigo y cebada para consumo propio o para su venta, procedentes de lugares tan diversos como el norte de Europa, el África tropical, pasando por Sicilia y Mesopotamia. También había armas y utensilios de cocina, balanzas e incluso instrumentos musicales (todo ello, muy posiblemente, propiedad de la tripulación).

¿Quiénes eran y adónde se dirigían?

La gran pregunta tras el hallazgo de este pecio fue de dónde procedía el barco y su tripulación. Una respuesta que hasta ahora no está nada clara. Gran parte de los investigadores opinan que se hundió tras hacer escala en un puerto sirio-palestino o en Chipre para recoger seis toneladas de cobre de las minas de la isla. Pero antes tuvo que recalar también en Egipto y otros lugares ya que en el momento de hundirse llevaba a bordo más de 18.000 objetos de procedencia diversa: micénica, chipriota, cananea, casita, egipcia y asiria. Se cree que su destino final era uno de los palacios micénicos de la Grecia continental.

Tras los análisis, el barco que medía entre 15 y 16 metros de eslora, fue construido con tablas y quillas de cedro libanés y roble, lo que puede dar una pista de su origen, pues el cedro libanés es autóctono de las montañas de Líbano, pero también del sur de Turquía y el centro de Chipre. Otro dato que revela su cargamento es que las 24 anclas de piedra son de un tipo poco habitual en el Egeo, no se sabe muy bien si como productos comerciales o para equilibrar la carga del navío.

Algunos investigadores han sugerido que a bordo del barco viajaban también funcionarios micénicos, pues se ha encontrado una tablilla plegable de madera de boj con bisagras de marfil que pudo tener superficies de cera para escribir, lo que convertiría al cargamento en una especie de conjunto de regalos reales.

El único dato claro que se puede extraer de este impresionante descubrimiento arqueológico es que la procedencia de los objetos, que se extiende geográficamente desde el norte de Europa hasta África, y desde Sicilia y Cerdeña al oeste hasta Mesopotamia al este, indica que el Egeo durante la Edad del Bronce Tardío era el centro de un comercio internacional de largo alcance, quizá basado en el intercambio de regalos entre la realeza del cercano Oriente.