Dinastías y poder
¿Cómo pudo terminar una princesa en un campo de concentración nazi?
El giro que se había producido en la política italiana como consecuencia de la destitución de Mussolini llevó a los nazis a una operación de caza y captura contra los miembros de la dinastía italiana
¿Cómo pudo terminar la hija de Víctor Manuel III en un campo de concentración nazi? Mafalda de Saboya murió en un barracón del campo de Buchenwald (Alemania), el mismo lugar en que se encontraba Léon Blum y el exministro socialista Edouard Dalalier. El giro que se había producido en la política italiana como consecuencia de la destitución de Mussolini llevó a los nazis a una operación de caza y captura contra los miembros de la dinastía italiana. Su coraje y los influyentes lazos familiares no fueron suficientes para librarla del horror. Los Saboya acababan de perder el trono y comenzaban su destierro en Alejandría.
Mafalda de Saboya era la segunda de las hijas del Rey de Italia y de Elena de Montenegro. Sus padres habían accedido al trono en 1900, tras el asesinato de Humberto I en Monza ese mismo año. Aunque de origen piamontés, los Saboya eran la dinastía que había liderado el proceso de unificación de Italia. Ella nació en el Quirinal en 1902 y se convirtió en una de las princesas más demandadas de la realeza europea en los días en los que el Rey convivía con el régimen fascista de Mussolini surgido tras la Marcha sobre Roma.
Mafalda se casaba el 23 de septiembre de 1925 en el castillo de Racconigi, cerca de Turín, con Felipe de Hesse-Kassel, sobrino del kaiser Guillermo II, perteneciente a una familia de soberanos teutones con claras inclinaciones fascistas. «Una boda de Príncipes» tituló el semanario gráfico Nuevo Mundo con una bella foto de la novia en portada. Él se echó a los brazos del nacionalsocialismo alemán antes, incluso, del nombramiento de Hitler como canciller en 1933.
El matrimonio se estableció en Alemania y tuvo cuatro hijos. Felipe fue nombrado gobernador del estado de Hesse-Nassau aunque Mafalda pasaba largas temporadas en su «villa Polissena», cerca de Roma. Ella además era muy viajera y le gusta visitar a su hermana Juana, casada con el zar de Bulgaria.
Italia entró en la Segunda Guerra Mundial en lo que se llamó el «eje Berlín, Roma, Tokio». Hasta la batalla de Stalingrado y el inicio del desembarco aliado en Sicilia, el diminuto Rey Víctor Manuel todavía mantenía al duce al frente del Estado. Sin embargo, tras la destitución de Mussolini por el Gran Consejo Fascista cambiaba de rumbo y encargaba formar gobierno al mariscal Pietro Badoglio. Aquello fue visto como una traición y muchas miradas se fijaron en los miembros de la dinastía real. Mussolini fue rescatado por un comando de paracaidistas nazis y puso en marcha su república de Saló, estado títere de Alemania. Hitler, la «operación Abeba» para detener a los miembros de la Familia Real.
Mafalda acababa de volver a Italia tras asistir en Sofía a los funerales de su cuñado, el Rey Boris. Dejó a sus hijos bajo la protección del Vaticano y ella, confiando en la condición de Roma como «ciudad abierta» se marchó a su residencia. Mafalda fue inmediatamente detenida por la Gestapo y trasladada en avión a Berlín. Le dijeron que se encontraría con su marido, quien había sido previamente retenido y acusado de traición.
La llevaron al campo de Buchenwald, en el centro-este de Alemania, cerca de Weimar y en el que malvivían judíos, homosexuales y prisioneros políticos
La llevaron al campo de Buchenwald, en el centro-este de Alemania, cerca de Weimar y en el que malvivían judíos, homosexuales y prisioneros políticos. Mafalda de Saboya, princesa de Italia, quedó aparcada en la barraca 15, el llamado «barracón de aislamiento», con el nombre de Frau von Weber. Estaba en mejores condiciones que al resto de presos comunes pero su tratamiento distaba de ser aquel al que estaba acostumbrada.
Mafalda soportó unas circunstancias de extrema dureza. Durante meses se alimentó de pan negro y mantequilla y no recibió noticias de sus hijos, asilados en el Vaticano. Durante un bombardeo aliado sobre el campo –próximo a una fábrica de armamento–, Mafalda sufrió graves heridas. Parece que las autoridades nazis, advertidas del ataque, se habían negado a evacuar el campo. En la enfermería postergaron una operación que terminó en gangrena, amputación del brazo izquierdo y muerte agónica pocas horas después. Era el 27 de agosto de 1944.
Enterraron el cuerpo de la princesa en una fosa común, en un ataúd con la inscripción «262. Una mujer desconocida». Su marido, Felipe de Hesse-Kassel, consiguió sobrevivir. Tras permanecer varios meses en un campo en Baviera, lo trasladaron a Dachau y posteriormente al Tirol con otros presos «prominentes». Fue liberado y detenido por los estadounidenses en mayo de 1945. Después de un juicio por su pasado colaboracionista y un breve periodo retenido en Capri, ya en libertad, se hizo cargo de sus hijos. Falleció en 1980. Uno de sus hermanos, Cristóbal, miembro de las SS, estaba casado con la hermana de Felipe de Edimburgo, el marido de la soberana británica Isabel II.