Meterse en camisa de once varas
La expresión señala la poca conveniencia de complicarse la vida innecesariamente. Según apunta el Instituto Cervantes, la expresión tiene su origen en el rito medieval de la adopción. El adoptante tenía que vestir para la ceremonia una camisa muy holgada, después debía meter al adoptado dentro de la camisa por la manga y sacarlo de ella por el cuello, momento en el cual besaba la frente en el adoptado. Con ese beso, éste adquiría el carácter de hijo legítimo del adoptante y, consecuentemente, la condición de heredero.
Arturo Ortega en su artículo Historias de palabras y expresiones castellanas explica que meterse en camisa de once varas suponía entonces adoptar a alguien, con los problemas que esto implicaba, por decisión propia y no por necesidad. Además, durante el medievo, los lienzos con que se manufacturaba la ropa se medían en varas. Una tela de once varas –poco más de 9 metros– se percibía como muy larga, de tal manera que meterse en camisa de once varas figuraba vestir una prenda exageradamente holgada.