120 años de su nacimiento
Una pionera de la aviación llamada Amy Johnson: dominó los vuelos de larga distancia
Johnson no solo había pasado a la historia por ser la primera mujer en obtener el título de técnica en mantenimiento de aeronaves, sino que en 1930 marcó un récord nunca antes establecido por una mujer
Cuando hablamos de pioneros de la aviación recordamos a los hermanos Wright, Charles Lindbergh o Antoine de Saint-Exupéry. A este grupo debemos unir las mujeres pioneras que, como los hombres, también arriesgaron sus vidas para que la aviación evolucionara. Una de ellas fue Amy Johnson, de la que se cumple hoy 120 años de su nacimiento, sin olvidarnos de Amelia Earhart o Carola Lorenzini.
Nació en Kingston upon Hull, el 1 de julio de 1903. Licenciada en arte y economía por la Universidad de Sheffield. Mientras trabajaba de secretaria, se apuntó en el London Airplane Club, obteniendo a licencia en 1928. También consiguió el título de técnico de mantenimiento de aeronaves. Entró, en 1930, a formar parte de la Woman’s Engineering Society.
Johnson no solo había pasado a la historia por ser la primera mujer en obtener el título de técnica en mantenimiento de aeronaves, sino que en 1930 marcó un récord nunca antes establecido por una mujer. Anunció que su propósito era volar desde la Gran Bretaña a Australia. Ese viaje ya lo había realizado el australiano Bert Hinkler. Johnson no solo quería realizar el vuelo, sino batir el récord de Hinkler.
Con un avión biplaza despegó el 5 de mayo de 1930, desde el aeropuerto de Croyson. No tenía conexión por radio. Los datos meteorológicos eran poco fiables. Tampoco se podía guiar con los planos que llevaba. Voló con la cabina abierta, ocho horas al día, para poder ver los puntos de repostaje. Aterrizó en Australia el 24 de mayo de 1930, en el aeropuerto de Darwin. Tardó 20 días, mientras que Hinkler lo había hecho en 16 días.
Fue recibida entre multitudes. No superó el récord de Hinkler, pero se convirtió en una estrella a nivel mundial. Cuando regresó a la Gran Bretaña se le concedió el grado de Comendador de la Orden del Imperio Británico. Johnson había hecho los 17.600 kilómetros en un avión De Havilland DH 60G Gipsy Moth, con matrícula civil G-AAAH. También recibió el Trofeo Harmon. El De Havilland, bautizado con el nombre de Jason, nombre comercial asociado a los intereses del negocio pesquero de su padre, está hoy en día en el Museo de Ciencias de Londres.
Marcó varios récords
A partir de ese momento se sucedieron otros vuelos. Marcó el récord de velocidad en la ruta Londres-Tokyo, de 11.000 kilómetros. Récord de vuelo en solitario entre Gran Bretaña y Ciudad del Cabo. En mayo de 1936 estableció un nuevo récord, al repetir el vuelo desde Inglaterra hasta Ciudad del Cabo y superar su marca cuatro años antes. Fue la primera persona en volar de Londres a Moscú en un día. En 1932 se casó con el piloto escocés Jim Mollison. Con su marido batió el récord entre Gran Bretaña y Estados Unidos. Aquella experiencia por poco les cuesta la vida. A 90 kilómetros se quedaron sin gasolina. Como consecuencia del aterrizaje forzoso que realizaron, ambos tuvieron que ser hospitalizados.
Amy Johnson batió el récord de su marido en la ruta Londres-El Cabo con un monoplano el 7 de mayo de 1932, estableciéndolo en tres días, seis horas y 26 minutos (10.500 km). Él, por su parte, realizó el vuelo Inglaterra-África Occidental-Brasil. En un momento determinado, cuando había conseguido diversos récords, lo que quería Amy Johnson, era dedicarse profesionalmente a la aviación comercial. En 1938 se divorció de su marido. Poco después se inició la Segunda Guerra Mundial. Se enroló en el Air Transport Auxiliary, dedicándose a transportar maquinaria y soldados. En 1940 ambos se hicieron socios de la Asociación del Transporte Aéreo (ATA).
Una misteriosa muerte sin resolver
El 5 de enero de 1941 salió de Blackpool para hacer una entrega de ese avión en Kidlington, cerca de Oxford. El avión era un Airspeed AS 10 Oxford. Las circunstancias climatológicas eran adversas. Tuvo que desviarse de su ruta. El avión se estrelló en el estuario del río Támesis, cerca de Herne Bay. La tripulación del HMS Haslemere aseguraron que vieron el paracaídas de Johnson abierto y que cayó viva en el agua. Otras versiones explicaban que unos marineros vieron dos cuerpos flotando cerca del fuselaje del avión. Oficialmente solo se recuperó un cuerpo.
El teniente comandante Walter Fletcher, del HMS Haslemere, saltó al agua para recuperar el cuerpo de Johnson. El tiempo era muy malo. Nevaba y hacía mucho frío. Murió pocos días después en un hospital. Otra versión, de historiador Alec Gill afirma que Johnson quedó atrapada en la hélice del HMS Haslemere. Finalmente se piensa que cayó por culpa del fuego amigo. Una mala comunicación por radio provocó que la derribaran.
Se recuperó trozos de fuselaje y algunas pertenencias. Entre ellas una bolsa de viaje, un talonario de cheques y un cuaderno de bitácora. El cadáver de Amy Johnson nunca se recuperó. El 14 de enero de 1941, cuando se dio por muerta, se celebró un servicio funerario en la iglesia de Saint Martin in the Fields, en Trafalgar Square. Al no tener una tumba, aunque como mimbro de la Ata, se conmemora su memoria por la Comisión de la Common Wealth War Grave, en el Memorial de las Fuerzas Aéreas en Runnymede.
Un fallo en la comunicación del código de identificación fue suficiente para acabar con su vida
En 1999 Tom Mitchell declaró que «disparé contra el avión de Johnson cuando dos veces no proporcionó el código de identificación correcta durante el vuelo. Avisamos al avión por dos veces, sin proporcionarnos el código de identificación correcto. Amy nos dio por dos veces todo mal. Dieciséis rondas de proyectiles fueron disparadas y el avión se zambullo en el estuario del Támesis. Todos pensamos que era un avión enemigo hasta el día siguiente cuando leímos los documentos y descubrimos que era Amy. Los oficiales nos dijeron que nunca contáramos a nadie lo sucedido». Así acabó la vida de esta heroína de la aviación. Un fallo en la comunicación del código de identificación fue suficiente para acabar con su vida. Amy Johnson significó un referente para las generaciones de niñas que soñaban con liberarse de la servidumbre doméstica y vivir una vida de amor y aventuras en un mundo dominado por los hombres.