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Roberto I de Parma con su segunda esposa, María Antonia de Portugal y diecisiete de sus hijos en 1906

Roberto I de Parma con su segunda esposa, María Antonia de Portugal y diecisiete de sus hijos en 1906

Dinastías y poder

Los Borbón-Parma: consortes, monjas, presos nazis y una emperatriz

Con la unificación perdieron la corona de Parma pero heredaron una enorme fortuna y valiosos palacios procedentes de su pariente, el riquísimo conde de Chambord. Zita, Félix y Javier eran hijos del Gran Duque Roberto con su segunda esposa, la infanta María Antonia de Portugal

Pocas familias pueden decir que han tenido entre sus miembros una hermana emperatriz, un rey consorte, otro pretendiente al trono, varias monjas benedictinas y un preso nazi. Los Borbón-Parma, la rama titular de este pequeño reino de lo que hoy es Italia, pueden presumir de todo ello. Con la unificación perdieron la corona de Parma pero heredaron una enorme fortuna y valiosos palacios procedentes de su pariente, el riquísimo conde de Chambord. Zita, Félix y Javier eran hijos del Gran Duque Roberto con su segunda esposa, la infanta María Antonia de Portugal. Son por tanto nietos del absolutista Miguel I, protagonista de la guerra civil legitimista en tierras lusitanas.

Son una familia curiosa: eran muchos hermanos y de los varones, unos lucharon con los Imperios Centrales y otros del lado de Francia durante la Gran Guerra. Enfrentados en el campo de batalla tuvieron trayectorias vitales diferentes. La chica, Zita, se casó en 1911 con Carlos de Habsburgo quien como consecuencia del atentado de Sarajevo se había convertido en heredero y Emperador desde 1916, el último del Imperio Austro-Húngaro.

Tras la derrota, ella defendió los derechos dinásticos de los Habsburgo y después de muchos periplos por Europa, terminó viviendo en Lequeitio. Su hermano Félix de Borbón-Parma, sirvió en el ejército de Francisco José, pero se enamoró de la Gran Duquesa Carlota de Luxemburgo, titular de este pequeño pero estratégico ducado, tras la abdicación de su hermana María Adelaida, religiosa en la Orden de Santa Teresa en Módena.

Al principio hubo ciertos reparos para que Félix pudiese casarse ya que había luchado «en el lado equivocado», pero finalmente la boda se celebró el 14 de enero de 1919 y él se convirtió en príncipe consorte de Luxemburgo. Félix llegó a tener un papel relevante en la resistencia frente a la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y permaneció en Londres hasta que pudieron regresar después de la liberación en 1945. Fue un príncipe querido por el pueblo, aunque decían que aficionado al juego. Es el abuelo del actual soberano luxemburgués, Enrique de Nassau.

Otro hermano Borbón-Parma tuvo relevancia en la España de los años treinta y posterior franquismo. Don Javier de Borbón Parma fue nombrado «regente» de la Tradición, es decir, del carlismo, una vez que el anciano don Alfonso Carlos de Borbón falleció en Viena atropellado por un tranvía. Aquella maniobra se decidió por ser don Javier (también lo eran sus hermanos) sobrinos de la esposa del finado, María de las Nieves de Braganza.

Don Javier había participado activamente en los preparativos de julio de 1936. Suya fue la orden de movilización del Requeté tan determinante en Navarra para los éxitos nacionales y en las que luchó otro de sus hermanos, Cayetano de Borbón-Parma. Pero con la aprobación del «Decreto de Unificación» de mayo de 1937, las discrepancias entre ciertos sectores del antiguo carlismo empezaron a verse peligrosas y a don Javier, como a una amenaza por los elementos más falangistas. Sufrió una especie de exilio que hizo que permaneciese en Francia y, dadas las circunstancias bélicas, se alistase en las filas del ejército belga para luchar contra los alemanes.

En este periplo resultó detenido en Francia y llevado a Vichy bajo vigilancia de la Gestapo para pasar después al campo de Dachau. Ingresó en septiembre de 1944, según consta en su ficha de prisionero como «Prince de Bourbon». Fue inicialmente dado por muerto pero el avance de los aliados hizo posible su liberación por las tropas estadounidenses. Durante más de una década, don Javier y sus seguidores ejercieron cierta oposición al franquismo que se suavizó, entendido como un cambio de estrategia, a finales de la década de los cincuenta como un mero depositario de la legitimidad carlista. Años después, su hijo Carlos Hugo –casado y luego separado de la princesa Irene de Holanda (hermana de la Reina Beatriz)– pasará a dirigir lo que quedaba del Partido Carlista.

Otro de los hijos de don Javier, Sixto, se opuso a lo que consideró cierto aperturismo en las teorías de la doctrina de la tradición que decía representar. Por ello, en el seno de la familia, se produjo una ruptura que daría y dará, para nuevas entregas. Eran los días del Concilio Vaticano II y muchas cosas empezaban a cambiar. En España, por ejemplo, la «familia real carlista» era, nuevamente, expulsada de España y don Juan Carlos de Borbón proclamado sucesor de Franco a título de rey...

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