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Van Houten llega a un juzgado para una vista en diciembre de 1976

Los crímenes de la «Familia Manson»: liberan a la discípula más joven tras 53 años en la cárcel

Leslie Van Houten, de 73 años, tenía 19 cuando mató al ejecutivo de supermercados Leno LaBianca y su esposa

Tras pasar 53 años en prisión, la discípula de Charles Manson, Leslie Van Houten ha sido puesta en «libertad condicional bajo supervisión» este martes de una prisión de California (Estados Unidos). Conocida por haber pertenecido a la secta «Familia Manson» fue condenada a cadena perpetua por los asesinatos de Leno y Rosemary LaBianca en Los Ángeles en 1969, cuando tenía 19 años.

Durante el juicio, que duró 225 días, quedó subrayada la brutalidad de sus actos: propinó entre 14 y 16 puñaladas a Rosemary LaBianca. Un día antes de cometer este crimen, otros miembros de la secta habían matado a la actriz Sharon Tate, esposa del director de cine Roman Polanski, que además estaba embarazada de ocho meses. En este crimen también mataron a otras cuatro personas, aunque Van Houten no llegó a participar en esos asesinatos.

Foto policial de Van Houten en 1999

El asesinato de Sharon Tate

Todo comenzó un 9 de agosto de 1969 en el 10050 de Cielo Drive, Bervely Hills, Los Ángeles, California. En el interior de la mansión ubicada en dicho domicilio se celebrara una reunión entre amigos: el escritor Wojciech Frykowski, la heredera del café Abigail Folger, el famoso estilista Jau Sebring y la anfitriona Sharon Tate, de 26 años y esposa del cineasta Roman Polanski, quien en ese momento se encontraba en Londres por trabajo. Aquella reunión fue interrumpida cuando tres desconocidos entraron en la propiedad: Charles «Tex» Watson –el número dos de Manson–, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel. Una cuarta persona, Linda Kasabian, los esperaba afuera en el interior de un auto.

Watson profirió: «Soy el diablo y he venido a ejecutar la obra del diablo». Acto seguido, el individuo mató a tiros a dos de los hombres que allí estaban y acuchilló a Tate. Por su parte, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel también participaron apuñalando a los invitados. Atkins fue quien más se ensañó con el cuerpo de Sharon Tate. Hubo una cuarta víctima: Steven Parent, quien era amigo del jardinero de la familia y se encontraba esa noche en la propiedad por pura casualidad.

Charles Manson en una foto de 1968

Como si no hubiese quedado satisfecha, Susan Atkins escribió en la puerta de la mansión la palabra «cerdo» como remate final con la sangre de Tate. Más tarde Atkins testificaría que apuñaló a la actriz porque estaba «harta de escucharla, rogando y publicando, rogando y suplicando». Al día siguiente, una ayudante de la limpieza descubrió la masacre y notificó a la policía. Pero todavía quedaba un crimen más.

El asesinato del matrimonio LaBianca

Al día siguiente, el 10 de agosto de 1969, la Familia volvió a actuar: Watson, Atkins, Krenwinkel y una nueva acompañante, Leslie Van Houten, irrumpieron en el domicilio del matrimonio conformado por Leno y Rosemary LaBianca para apuñalarlos de manera salvaje. El propio Charles Manson, líder de la secta, los acompañó, pero sin participar de manera activa en la muerte del matrimonio. Sólo se limitó a atar a la pareja y se retiró antes de que se perpetrara el crimen. Estaba disgustado por el descuido del asesinato de la noche anterior, por lo que decidió acompañar a sus seguidores a buscar nuevas víctimas.

No había ninguna conexión entre este matrimonio y la secta. Simplemente eligieron la casa al azar. Como en la noche anterior, la «Familia» volvió a dejar mensajes escritos en la propiedad: «Muerte a los cerdos», se pudo leer en sangre.

La familia MansonLos Angeles Public Library

«Cometer un crimen que conmocionaría al mundo»

El brutal crimen se descubrió cuando Susan Atkins –en aquel entonces solo tenía 22 años– presumió de sus crímenes. Las autoridades no tenían pistas claras sobre los asesinatos Tate-LaBianca, pero la joven, que se encontraba detenida debido a su participación en otro crimen: el asesinato de Gary Hinman, un profesor de música con quien Manson tenía rencillas pasadas, en julio de 1969, confesó orgullosa a su compañera de celda, Virginia Castro, que ella había matado a Tate: «Porque queríamos cometer un crimen que conmocionaría al mundo, que el mundo tendría que ponerse de pie y prestar atención».

Castro contaría a las autoridades el relato que Atkins le acababa de contar y esa fue la llave para iniciar una investigación contra Charles Manson y su «familia». Además, otra persona testificó que Manson le había confiado haber realizado ciertos crímenes junto a su «Familia» días después de la masacre ocurrida en Cielo Drive. La policía tenía todo para ir tras los responsables de ambos multihomicidios.

Desatar una revolución racial

Como cuentagotas todos fueron cayendo: el 8 de diciembre de 1969, Manson, Watson, Atkins, Krenwinkel y Kasabian fueron acusados de los asesinatos de Tate y sus amigos: los asesinos apuñalaron a sus víctimas un total de 102 veces. Del mismo modo, el jurado les acusó junto a Leslie Van Houten de los asesinatos del matrimonio LaBianca. Durante el veredicto, la «Familia Manson» mostró la gravedad de su estado mental: ninguno mostró signos de arrepentimiento.

Tras la sentencia final Patricia Krenwinkle de 23 años, mirando desafiante al jurado dijo: «Acaban de juzgarse a ustedes mismos». Acto seguido, su compañera y cómplice Susan Atkins, una de las que más se ensañó con las víctimas advirtió a los presentes: «Más vale que cierren las puertas y vigilen a sus hijos». Para finalizar este coro, Leslie van Houten gritó jurado: «Todo su sistema es un juego. Ustedes son estúpidos y ciegos y sus hijos se les volverán en contra».

Tras un tortuoso juicio en el que Manson y sus seguidoras mostraron la gravedad de su estado mental, el 25 de enero de 1971 el jurado declaró culpables a todos los acusados. Los cinco recibieron condenas a muerte, pero dos meses después del fallo, la Corte Suprema de California abolió la pena letal en el Estado. Por lo que las condenas de los asesinos fueron reemplazadas por cadena perpetua.

El objetivo de esta «Familia», que creía y seguía a Manson como si de un dios se tratase, era desatar una revolución racial. El líder del culto pretendía hacer creer a las autoridades que los asesinatos habían sido cometidos por miembros de la comunidad afroamericana y buscaba con eso incitar a una guerra racial entre negros y blancos.