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Cuadro «El último de Gibraltar», por Augusto Ferrer-Dalmau, en el que se muestra la figura de Diego de Salinas

Cuadro «El último de Gibraltar», por Augusto Ferrer-Dalmau, en el que se muestra la figura de Diego de Salinas

Las tres fechas clave para entender el conflicto entre Gibraltar y España

España podría recuperar Gibraltar en el caso que Reino Unido «le pareciere conveniente dar, vender, enajenar la propiedad de la dicha Ciudad» según aparece en el Tratado de Utrecht

Los británicos llevan más de tres siglos controlando el famoso peñón de Gibraltar, un lugar minúsculo, pero de gran importancia geopolítica ya desde la época de los fenicios. Empezó siendo una de las Columnas de Hércules, marcando el final del mundo conocido para los antiguos. Siglos después, en el 711 d.C., el ejército musulmán de Táriq ibn Ziyad desembarcó en el peñón para empezar su conquista de la península. Después, los Reyes Católicos incorporaron Gibraltar a la Corona de Castilla en 1501. Pero el conflicto entre España y Reino Unido por las expansiones territoriales ilegales en Gibraltar se explican en tres fechas históricas:

3 de agosto de 1704

Con la muerte de Carlos II sin descendencia, acabó el reinado de los Austrias. Según su testamento debía sustituirle en el trono Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, pero estalló la guerra de Sucesión, en la que Felipe tuvo que defender su legitimidad frente al Archiduque Carlos, pretendiente a la Corona española. La disputa dinástica se trasformó en un conflicto europeo con una alianza militar entre Austria, Inglaterra y Países Bajos contra Francia y España. Querían evitar que el trono francés y español estuviese bajo una misma corona.

En este contexto de guerra internacional, Gibraltar estaba controlada por los españoles, con una guarnición de poco más de 100 soldados al mando del sargento mayor Diego de Salinas y una fuerza auxiliar, en caso de conflicto, de 500 hombres. Pero el 3 de agosto de 1704, una escuadra aliada británico-holandesa comandada por el almirante Rooke atacó el peñón con su artillería y desembarcó a 2.000 soldados de infantería. La guarnición española solo podía resistir, y el sargento mayor trasmitió a su superior la «decisión de la ciudad de sacrificarse en su servicio» a su rey, Felipe V. Poco más pudieron hacer, los británicos invadieron el peñón y lo mantuvieron durante toda la guerra.

13 de julio de 1713

Aunque los combates continuaron durante bastante tiempo, en 1713 se firmó la paz de Utrecht, y con ella una serie de tratados que repartían territorios y concesiones entre los reinos involucrados. El artículo 10 del Tratado de Utrecht que firmó Felipe V el 13 de julio de 1713, cedía la soberanía de Gibraltar a Gran Bretaña en los siguientes términos: «cede la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno».

Los primeros gobernantes del peñón incumplieron el tratado cuando ocuparon militarmente la Torre del Diablo y un caserón que estaban en territorio de la Corona española

Así debía quedar delimitado el nuevo dominio inglés, pero el Rey quiso asegurarse de que estos términos se respetaban en el futuro y añadió una cláusula determinante para evitar abusos en la que «dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por tierra». Eso evitaría cualquier expansión territorial, pero los primeros gobernantes del peñón incumplieron el tratado cuando ocuparon militarmente la Torre del Diablo y un caserón que estaban en territorio de la corona española.

Esta situación se repite siglos después con la construcción del aeródromo, y la ocupación de las aguas territoriales españolas, donde se han levantado viviendas y otras infraestructuras. Lo mismo sucede con la Verja, que debería estar situada varios metros hacia territorio gibraltareño.

El conflicto con los ingleses continuó durante todo el siglo y hubo algunos intentos de recuperar la plaza, como el asedio español a Gibraltar entre 1779 y 1783, aunque sin éxito. Una vez acabaron los enfrentamientos, la diplomacia y estrategia jugaron un papel crucial para que la colonia británica y los habitantes del sur de España pudieran convivir de manera pacífica. Ahora el problema era económico, porque Gibraltar empezó a convertirse en un problema para el comercio español de la zona. Esto ya lo había advertido Felipe V, que apeló a la regulación de la entrada de mercancías en el peñón, aunque tres siglos después parece que no sirvió de mucho porque se ha convertido en un paraíso fiscal que afecta a la economía del otro lado de la frontera.

4 de marzo de 2019

Tres siglos después, un nuevo conflicto trastocó las relaciones entre Gibraltar y España: el Brexit. En 2017 ambos gobiernos empiezan a trabajar en un plan de choque. Uno de los temas principales que se trató a nivel europeo es el de los visados. Dos años después, el 4 marzo 2019, España firmó un tratado fiscal ad-referéndum con Reino Unido en el que el gobierno español estaría dispuesto a otorgar la nacionalidad a los británicos del peñón, así se podría evitar que Gibraltar se convierta en un paraíso fiscal y en un competidor desleal. Aunque parezca poca cosa, tiene importancia histórica porque el tratado fiscal de 2019 es el único tratado sobre Gibraltar firmado entre ambos países desde el de Utrecht en 1713. Ese mismo año, el 4 de abril, el Parlamento europeo aprobó en una sesión muy tensa la regulación de los visados y en el texto hizo alusión a Gibraltar como «colonia de la Corona británica» y no un territorio de ultramar, lo que supuso un firme apoyo de Europa a España.

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