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Pancho Villa ataviado con bandoleras

100 años

De bandido a héroe: el día que asesinaron a Pancho Villa, leyenda de la revolución mexicana

En 1926 profanaron la tumba de Pancho Villa, lo decapitaron y se llevaron la cabeza. Desde entonces, a pesar de los numerosos intentos por encontrarla sigue desaparecida

José Doroteo Arango Arámbula, más conoció como Francisco o Pancho Villa, empezó siendo un bandido convertido en un héroe y que acabó como mártir y leyenda de la revolución mexicana. Nació en Durango en 1878, y a los 16 años mató por primera vez a un hombre. Abandonó la casa familiar y vivió solo en la montaña durante unos meses, hasta que entró en una banda de forajidos. Por la vergüenza y para evitar que lo reconocieran, desde entonces se haría llamar Pancho Villa. Pronto se convirtió en el Robin Hood mexicano y le apodaron «el amigo de los pobres» porque atacaba a los terratenientes para, según cuentan sus leyendas, favorecer a los campesinos.

En 1910 se sumó a la revolución mexicana poniéndose al servicio de varios militares, hasta que decidió ir por libre. Pero diez años y numerosas batallas después, el líder de la revolución, el general Francisco Villa depuso las armas ante Adolfo de la Huerta, el nuevo presidente del gobierno interino, para marcharse a su hacienda en El Canutillo y disfrutar una vida familiar.

El general Pancho Villa a la entrada de Ojinaga

El 20 de julio de 1923, Villa salió de la Hacienda de la Limpia, donde vivía con su familia, para dirigirse a Hidalgo del Parral, un pueblo del estado de Chihuahua, que «me gusta hasta pa' morirme», según dijo el propio Francisco. Allí había quedado con unos compañeros de armas para asistir al bautizo del hijo de uno de ellos en la cercana ciudad de Río Florido. Aunque ya se había retirado de la vida pública, todavía tenía bastantes enemigos y existían rumores de que Álvaro Obregón, el nuevo presidente del país quería verlo muerto. Pancho rechazó la escolta de 50 hombres que le ofrecieron y llegó a Hidalgo del Parral conduciendo su coche de la marca Dodge y acompañado de cinco personas de su confianza, entre ellos el general Trillo y Daniel Tamayo, su mano derecha. En una de las calles principales le esperaba un grupo de hombres armados, pero no pudieron actuar porque unos niños del pueblo se acercaron al vehículo.

Unos metros más adelante, entre los transeúntes se escuchó un «¡Viva Pancho Villa!», pero no era un grito de alegría como lo había sido hasta entonces, era la señal de uno de los sicarios a sus compinches para indicarles que era el momento de actuar. El vehículo giró hacía otra calle, donde le esperaban ocultos en una esquina sus asesinos. Nada mas ver el coche empezaron a disparar mientras gritaban «¡Viva México cabrones!», y Pancho Villa murió al instante al recibir trece balazos. Solo dos de los ocupantes resultaron malheridos y sobrevivieron al ataque. Después se sabría que los perpetradores del crimen habían sido Jesús Salas Barreza, un diputado local, Melitón Lozoya y el general Joaquín Amaro. Aunque se considera que la orden la dieron los presidentes Obregón y Plutarco Elías Calles, su sucesor, desde Ciudad de México, como gesto de buena voluntad hacia Estados Unidos para conseguir que desde Washington reconocieran la legitimidad de ambos gobiernos y del estado mexicano.

La intención con los ataques era provocar la intervención de los norteamericanos en la revolución que estaba viviendo México, con varios militares que querían alcanzar el poder

El asesinato de Pancho en 1923 pudo haber sido la venganza que se tomó Estados Unidos ante los ataques y la muerte de soldados y civiles norteamericanos tras la incursión de Pancho y sus hombres en territorio norteamericano, en 1915. La intención con los ataques era provocar la intervención de los norteamericanos en la revolución que estaba viviendo México, con varios militares que querían alcanzar el poder. La respuesta norteamericana fue mandar a su caballería para que persiguiera al bandolero hasta México para atraparlo, pero no tuvieron éxito y se retiraron en 1917. Por aquello se ganó el apodo de Centauro del Norte, otro apodo más para el hombre con sombrero ancho y cartucheras cruzadas al hombro que se convirtió en una leyenda para la nación mexicana.