Hace 100 años en El Debate
26 de julio de 1923: el Tratado de paz es mal acogido en Grecia
El entonces primer ministro de Grecia, habiendo expresado su «decepción» al ver que el Tratado de Sèvres había sido «totalmente anulado por el de Lausana», explicaba que había firmado este último tratado ante el miedo de que Grecia quedase «aislada diplomáticamente»
Tras la firma del Tratado de Lausana el día 24 del mes de julio, la ciudad de Constantinopla festejaba «con gran entusiasmo» la firma del acuerdo de paz, indicaba El Debate. Según expresaba la prensa de aquel entonces, Turquía, una vez conseguida la paz, esperaba que se diesen a conocer «con exactitud» todas las cláusulas del Tratado de paz para sacar las consecuencias del mismo y averiguar si el regocijo que se estaba experimentando estaba o no justificado plenamente.
Entre otras cosas, el acuerdo delimitó las fronteras de Grecia, Bulgaria y Turquía. Además condujo al reconocimiento internacional de la soberanía de la nueva República de Turquía como estado sucesor del Imperio otomano. Como consecuencia de este pacto, hubo un intercambio la población griega de Turquía la trasladaron a Grecia y al revés. Se calcula que 1.650.000 griegos fueron desplazados de sus hogares en Anatolia y 670.000 tuecos griegos los trasladaron a Turquía.
En contraste a la alegría en Turquía; Grecia, el otro gran protagonista por este acuerdo, acogía la firma de la paz con «satisfacción, pero sin entusiasmo». Los periódicos de Atenas, según recogía El Debate, comentaban la situación «en términos de gran decepción». Y criticaba la actitud que adoptaron los aliados, pues estos no hicieron «honor a sus compromisos» ni tampoco «dado pruebas de su agradecimiento por la participación que tuvo en la Gran Guerra el ejército heleno al lado de los aliados». También recordaban que tras entrar en la guerra, las naciones aliadas prometieron a Grecia «obtener la liberación de todos los países oprimidos».
Por último, el entonces primer ministro de Grecia, Eleftherios Venizelos, habiendo expresado su «decepción» al ver que el Tratado de Sèvres había sido «totalmente anulado por el de Lausana», expresaba que había firmado este último tratado, ante el miedo de que Grecia quedase «aislada diplomáticamente».