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Egipto Medicina

Entre la magia y la ciencia: la medicina en el Antiguo Egipto

El templo de Kom Ombo, de época ptolemaica, era un centro de peregrinación para pedirle salud al dios sanador Haroeris

Magos, sanadores, curanderos o médicos. Si hay algo que diferencia al médico del Antiguo Egipto de los profesionales médicos actuales es el uso de la magia. El médico, al igual que todo profesional egipcio se ponía en manos de los dioses para sanar. Además, tenían sus propias deidades asociadas a la curación, la vida, y las distintas atribuciones médicas. No obstante, tenemos el ejemplo de Imhotep, primer ministro del faraón Djoser (Perteneciente a la Tercera Dinastía, 2664 a.C.), que debida a su gran fama fue deificado mil años después de su muerte como dios de la medicina.

Se llegó a decir que Imhotep no solo curaba a los enfermos, sino que los resucitaba. Incluso los griegos partieron de sus conocimientos para crear su propio dios de la medicina Asclepios, que los romanos llamarían Esculapio. Pero ¿Cómo funcionaba el «sistema sanitario» en el Antiguo Egipto?

Quien quisiera dedicarse al arte de curar precisaba de un título para poder ejercer. El primer médico egipcio titulado que se conoce es Hesy-Re, de la Tercera Dinastía (2620 a.C.), a su vez, el primer dentista especializado. A él, como tantos otros se los denominaba Summu, es decir «el que corrige y cura». Al igual que los escribas, los médicos tenían su propia escuela donde se les enseñaba a través de papiros con casos de enfermedades y curaciones.

Además, los médicos formaban parte del sistema funcionarial Egipto, y aunque constituían una clase independiente, estaban al servicio de los enfermos, que no pagaban nada por sus tratamientos. Es decir, tenían «sanidad» gratuita, lo que muestra una asombrosa similitud con la sanidad actual española, salvando los milenios. La retribución de los médicos se realizaba a través de impuestos, como el resto de las actividades bajo el control del Estado egipcio.

Vademécums milenarios

Todo lo que conocemos sobre medicina en Egipto ha sido gracias a hallazgos arqueológicos y a los papiros que recopilan variedad de métodos curativos y enfermedades, muchas de ellas catalogadas según los órganos y partes del cuerpo. Uno de los más famosos es el papiro de Ebers, nombre que toma de su descubridor Georg Ebers, que seguramente tendría una función didáctica para los aprendices, con sus 870 casos sobre todo tipo de enfermedades.

Heródoto afirmó que los egipcios eran los más solicitados para trabajar en otras cortes reales

También tenemos otros papiros con el nombre de sus descubridores: como el de Edwin Smith, que recopila enfermedades ginecológicas y métodos sobre el control de la fertilidad, el Rammesseum, el de Chester-Beatty, y los papiros de Carlsberg y Turí. Tampoco hay que olvidar que, en muchas fuentes, ya en época clásica, siguen elogiando la medicina egipcia, como indican las siguientes palabras de Homero en la Odisea: «Los médicos egipcios eran más hábiles que los de otras tierras», o Heródoto, cuando afirmó que los egipcios eran los más solicitados para trabajar en otras cortes reales, como la de Ciro o Darío.

Consulta médica al estilo egipcio

Antes de tratar al enfermo, el médico realizaba una entrevista para que le mostrase los dolores que tenía y así poder llegar a una conclusión. Pero el médico no era el único interventor, se solía acompañar de un sacerdote de Sekhmet, diosa leona, responsable de las enfermedades y epidemias, dadora del don de la curación; y de un mago. En todo caso, el médico se ayudaba de poderes no racionales como conjuros y cantos que invocaban a una gran cantidad de dioses para intentar salvar al enfermo.

La vocación de Imhotep, el dios de la curación por Ernest Bond

También se apoyaban en amuletos como el ankh (cruz ansata), que además de llevarlos en vida, podían ser más útiles durante la curación, o eso pensaban. Después de la entrevista, el médico realizaba el tratamiento, que abarcaba desde la imposición de las manos hasta la propia operación, si hiciese falta. Aunque también acudían muy a menudo a drogas y ungüentos. En los casos en los que la dolencia era intratable por el médico y sus acompañantes, se dejaba la curación en manos de los dioses.

Había enfermedades como el cólera, la lepra, la peste, la viruela, la tuberculosis y el cáncer que los egipcios conocían, pero no tenían ni idea de cómo vencerlas

En algunos casos, aunque en contradicción con las leyes egipcias, se permitía abandonar al enfermo en el desierto y que los dioses decidieran sobre su destino. Había enfermedades como el cólera, la lepra, la peste, la viruela, la tuberculosis y el cáncer que los egipcios conocían, pero no tenían ni idea de cómo vencerlas y los sacerdotes recurrían a procesiones, exorcismos y plegarias. Lo que está claro es que gran parte de los tratamientos que empleaban no funcionaban desde un punto de vista médico. Sin embargo, había ciertas curas como la operación de caratas que solían tener éxito y la técnica se siguió utilizando durante siglos por griegos, romanos y otros pueblos occidentales.