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Detalle de Jaume Ferrer al'Atles Catalán (1375)

Los mallorquines Ferrer y Desvaler, conquistadores de las Canarias

La idea inicial de Ferrer era encontrar una ruta marítima que llegara a la desembocadura del río del Oro (río Senegal). Durante la expedición atracó en las islas Canarias y dejó documentado que existían tribus autóctonas. De ahí avanzó hacia el sur, hacia las costas continentales, desembarcando y documentando río del Oro

Un 10 de agosto de 1346, desde el puerto de Mallorca, salió una expedición comercial al mando de Jaume Ferrer. Este navegante tenía intención de viajar hasta lo que se conocía como río de Oro, actualmente río Senegal. Esta zona era una de las dos líneas divisorias del Sáhara español. Esta tenía como capital Villa Cisneros. La otra su capital era El Aaiún. Con lo cual Rio del Oro estaba situado al sur de las Islas Canarias. En el mal conocido como «Atlas catalán» de 1375 podemos leer que «partió la uixer –barco comercial– de Jaume Ferrer para ir al rio del Oro el día de san Lorenzo, que es el X de agosto y en el año MCCCXLVI».

Ferrer, en aquel viaje, exploró las Islas Canarias. Esa fue la tercera expedición a esas islas. La primera de la que se tiene noticia la llevó a cabo Lanceloto Malocello, navegante genovés. Es reconocido como el redescubridor de las Islas Canarias, sobre el 1312. En la cartografía del mallorquín Angelino Dulcert, publicada en 1339, aparece la isla de Lanzarote, denominada como «Isula de Lanzarotus Malocelus». Con lo cual esta isla toma el nombre de su descubridor genovés.

Después de Ferrer llegó a las Islas Canarias el vizcaino Martín Ruiz de Avendaño, en el 1377. Los mallorquines se establecieron allí, teniendo a Francesc Desvaler como máximo representante, al haber realizado el segundo viaje. Construyeron el obispado de las Islas de la Fortuna o del Telde, que fue efectivo entre el 1350 al 1400. En el 1355 el Papa Clemente VI nombró al infante Luis de la Cerda monarca del Reino de las Islas Canarias o Principado de la Fortuna.

La idea inicial de Ferrer era encontrar una ruta marítima que llegara a la desembocadura del río del Oro (río Senegal). Durante la expedición atracó en las islas Canarias. Dejó documentado que existían tribus autóctonas. De ahí avanzó hacia el sur, hacia las costas continentales, desembarcando y documentando río del Oro. Ferrer acabó su expedición llegando a las costas de Senegal. Además descubrió que en aquella zona había una excelente producción de especias que, hasta ese momento, no dominaba ninguna potencia europea. Gracias a ese viaje el cartografo judío mallorquín Elisha ben Abraham, también conocido como Cresques Abraham, autor del llamado Atlas catalán o Mapamundi de los Cresques, pudo dibujar las costas occidentales del continente africano.

Lo cierto es que los mallorquines conocían, antes de Ferrer, esa parte de la costa africana. De no haber sido así, es complicado saber el porqué de aquella expedición. Esto lo afirma Marie Armand Pascal d’Avezac, en Historia de las islas de África 1846, al escribir que «nadie hace un armamento con destino fijo cuando no se conoce de una manera aproximada, por lo menos el punto a donde debe dirigirse». El tema de aquella expedición es que, una vez concluido el viaje al río del Oro, no se recibieron noticias de la nave. Aquella expedición de Jaume Ferrer nos recuerda la llevada a cabo por Ugolino y Vadino Vivaldi en el 1291.

Antes, al hablar del Obispado de Telde, hemos nombrado a Francesc Desvaler o Des Valer. Este fue el primer navegante mallorquín que pisó las Islas Canarias. Dicho de otro manera, llegó a las Islas después de Lanceloto Malocello y antes de Jaume Ferrer. Desvaler era un navegante y comerciante que, en el 1342, capitaneó una expedición a las Islas de la Fortuna. Como escribe Antonio Rumeu de Armas…

«Las primeras expediciones mallorquinas hay que datarlas entre 1340-1350. Tuvieron que ser reiteradas en cuanto a número, aunque la documentación oficial no haya revelado hasta ahora más que la famosa de 1342, emprendida por los capitanes Francesc des Valer y Domingo Gual, a bordo de las cocas Santa Creu, Santa Magdalena, Sant Joan y una cuarta más de nombre desconocido. Se trataba de una empresa comercial privada, en la que participaron diversos socios armadores, con apoyo y respaldo oficial, puesto que los títulos y las cartas de creencia le van a ser despachados por Roger de Rovenach, lugarteniente del rey de Mallorca, Jaime III».

Desvaler abrió el camino para que, posteriormente, otros navegantes y comerciantes mallorquines viajaran no sólo a las Islas Canarias, sino a las costas occidentales del continente africano

La expedición de Desvaler resulta ser la primera que tenemos referenciada con fuentes directas. La anterior, de 1312, del genovés Lanceloto Malocello, la tenemos referenciada con fuentes indirectas. Es decir, él no dejó testimonio de su viaje.

Desvaler abrió el camino para que, posteriormente, otros navegantes y comerciantes mallorquines viajaran no sólo a las Islas Canarias, sino a las costas occidentales del continente africano. Nombres como Joan Doria, Jaume Segarra, Guillem Safont, Guillem Jaffe, Bartomeu des Bassers, entre otros, establecieron un protectorado mallorquín en aquellas islas. En su viaje a las Islas Canarias viajó con Pere Màger en la coca Santa Creu; Bartomeu Ciges, en la coca Santa Magdalena; y Domingo Gual en la coca Sant Joan. En aquel viaje Desvaler era «patró de leny» o patrón de carrera.

Francesc Desvalers pertenecía a la compañía comercial más importante de Mallorca. Esta pertenecía Pedro Safortesa y Colomines, jurat (jurado) por la clase de mercaderes en 1373 y ciudadano en 1382, era señor de los feudos y caballerías de Santa Margarita y Hero y fue conocido con el sobrenombre de «Príncipe de los mercaderes». Era una de las familias más importantes y ricas de Mallorca. Safortesa testó en 1395, estableciendo un fideicomiso con gravamen de apellido y armas en favor de su nieto Ramón, segundo hijo de su única hija, Francisca Safortesa y de Marí.

Nuestro protagonista viajó al Mar negro y a Tartaria en el 1354. Este último territorio, conocido así en la Edad Media, incluía lo que hoy conocemos como Siberia, Extremo Oriente ruso, todo el Turquestán, la Gran Mongolia, Manchuria y, en algunas épocas se incluía el Tíbet. En esos territorios vivió durante un tiempo. Según cartas conservadas en el Archivo Real de Barcelona, en el 1379 el rey Juan I de Aragón, conocido como el Cazador o el Amador de Toda Gentileza (1350-1396), le pidió a Desvalers que fuera a la corte para que le relatara los viajes que había realizado a Tartaria, India y la tierra del Gran Khan.